En la capital de la Cerdeña italiana, Cagliari, fueron celebradas dos exposiciones de obras del joven artista, Yuri Ptashinsky. Pero sus show de arena gozaron de una especial admiración del público local.

El arquitecto de los castillos de arena

En la capital de la Cerdeña italiana, Cagliari, fueron celebradas dos exposiciones de obras del joven artista, Yuri Ptashinsky. Pero sus show de arena gozaron de una especial admiración del público local. 


 Estoy marcando el número de teléfono de Yuri, una vez celebradas sus exposiciones. Ha regresado de Italia y está descansando en su casa. Le pido una cita: 

— “¡Vamos a vernos en la escuela!” A mí me parece bien interesante poder conversar con Yuri Ptashinsky en un aula común. Pues es el profesor de pintura. Acepta mi propuesta sin vacilar. En realidad, se siente muy cómodo entre las paredes de la escuela. Sin embargo, cuando yo cruzo el umbral de la escuela secundaria No. 49 de la ciudad de Gómel en seguida me pierdo. No es fácil reconocer entre los alumnos de la escuela al profesor, Yuri Ptashinsky. Mientras yo trato de adivinar, quién es quién, Yuri me reconoce por una enorme cámara de fotográfica puesta por encima de mi hombro. Estamos pasando a un aula, donde el autor de las exposiciones internacionales bien exitosas da clases de la pintura para los alumnos más pequeños: 

— ¿Así comenzaba usted? 

— Sí, la pintura es mi pasión a partir de infancia, cuenta Yuri. Este interés lo heredé de mi padre. Él pinta muy bien, aunque toda su vida se dedica a una profesión técnica. Pero yo no podría dedicarme al otro oficio. Cuando escolar, durante cuatro años estudié en el taller artístico del reconocido artista belaruso, Valentin Pokatashkin. 

Es un hombre maravilloso. Todos –los que lo conocen– no pueden ser indiferentes a la pintura. Cabe destacar que tengo suerte de conocer a mucha gente tan dedicada y con tanto interés muy vivo. Cuando yo tuve que elegir la profesión, decidí elegir algo cercano a mí alma: la arquitectura. Hace falta señalar que al graduarme de la universidad, me di cuenta de que la pintura ocupaba en mi vida un lugar muy especial. Por lo tanto, tomé la decisión de ir a trabajar en la escuela. Primero, hago lo que me encanta hacer. Segundo, tengo bastante tiempo para pintar. 

— ¿Pero dicen que los chicos es todo un problema? 

— ¡No, para nada! ¡Me encantan los niños, son geniales! Nos hacen recordar de lo que perdemos cuando nos ponemos adultos. Los niños son capaces de disfrutar de todo lo que les rodea: nieve, charcos, días de sol, pequeños insectos, etc. Todo esto para un niño es todo un acontecimiento. Pero para nosotros es nada especial. Pues nosotros, los adultos, en la vida cotidiana tenemos que hacer muchas cosas. A su vez, los chicos no tienen estos problemas. Cuando ellos son libres, tienen tantas ideas interesantes y crean imágenes muy bellas... 

Los amigos audaron a Yuriy Ptashinsky en Italia

Yuri no oculta el hecho de que todavía está buscando su propio estilo artístico. Un día le encanta gráfica. Pero un mes más tarde le atrae la paleta y le gustaría сrear nuevas imágenes: mar desierto, patios nocturnos y rostros inusuales... A propósito, en el cartel de la exposición en Cagliari estaba puesto el rostro de una muchacha en un pañuelo rojo: 

— ¿Es algo biográfico? 

— Es mi compañera de la escuela, Yekaterina Dupánova, que a propósito, es una modelo exitosa y ha trabajado en varias agencias de moda europeas. Actualmente vive en Moscú... Me encanta presentar en mis obras no sólo rostros interesantes, sino también nuevos lugares. Me gusta observar el ritmo de la vida en algún pueblo, así como a la gente, sus costumbres y tradiciones... 

— ¿Pero de dónde entonces proviene su interés hacia la arena, que no tiene color, ni sabor, ni olor? 

— Es una coincidencia y nada más. 

Y Yuri comienza a contar que hace cuatro años “impulsado por una pasión por el descubrimiento” abrió el sitio web de la agencia de fiestas, que buscaba a un artista. Entonces Yuri Ptashinsky necesitaba mucho el trabajo. Así que sus intereses coincidieron. El tipo de trabajo creativo –que propuso la agencia de fiestas al estudiante de la facultad de arquitectura– era para Yuri una forma completamente nueva: la pintura de arena. Yuri confiesa: 

— A mí me interesó mucho y yo decidí probar. Tomé las clases, el equipo fue proporcionado por la empresa. Sólo se necesitaban mis manos y la imaginación. 

A pesar de que hoy en día, nadie puede sorprender con la pintura de arena, Yuri Ptashinsky logra hacerlo. Pero claro que él no cree que en este oficio él llegó al máximo. Más bien, encontró nuevas oportunidades. Asegura que en Minsk hay chicas que hacen maravillas. Pero en mi opinión, Yuri Ptashinsky logró descubrir una nueva visión artística en este hermoso arte de entretenimiento. Mesa, arena, poca luz. Sus dedos “pintan” retratos realistas de la gente como si hechos en el lienzo, parejas enamoradas bailando en la luz de la calle, las gotas de la lluvia corriendo por la ventana, etcétera. Yo observo lo que está pasando con mis propios ojos, pero no entiendo cómo él lo hace: 

— No sé cómo lo hace usted. 

— Sin duda hay un montón de detalles. Por ejemplo, la altura desde la que cae la arena sobre una mesa de cristal. También el mismo tamaño del hilo de arena. Su humedad. Un movimiento malo y todo se desmorona al instante. 

Yuri acuerda sobre una de sus primeras apariciones, cuando han olvidado traer la arena. La gente se reunió, y no hubo material. 

— Yo comencé a correr como un loco antes de mi subida al escenario, tratando de encontrar una salida. ¡Y de repente me acordé de migas de pan! Con las mismas practicaba en mi casa, y todo me salía muy bien. Eso me salvó. Pero, por supuesto, el material ideal para las pinturas es la arena, con la que se puede transmitir todo. 

En realidad, eso mismo sucedió durante la inauguración de las exposiciones de sus pinturas en Cerdeña, cuando sus show de arena impresionaron al público que se reunió en la galería de arte y la sala ACLI (Asociación Cristiana de Trabajadores Italianos) de Cagliari. 

Yuri me explica por qué Italia: 

— Adoro este país desde la infancia. Cuando escolar, estuve aquí mejorando mi salud en el marco del programa de la recuperación de los chicos afectados por la catástrofe en la central nuclear de Chernóbyl. Vivía en una familia maravillosa. Por lo tanto, tengo muchos amigos aquí con los que sigo manteniendo el contacto. Uno de ellos es Tarcisio Pani. Es una persona increíble. Tiene tanta energía y aspiración por conocer de muchas cosas nuevas. A pesar de que tiene 60 años. Un día le conté que me dedicaba a la pintura de arena. Me pidió mostrarle como era y quedó impresionado. Es más, me propuso mostrar este arte a los italianos. Lo más sorprendente es que en un país, donde hay tanta arena, prácticamente nadie lo hace. Así que en diferentes ciudades de Italia fue celebrada una serie de mis exposiciones y show de arena. Y pronto el proyecto fue apoyado por el Consulado de Honor de Belarús en Cagliari, ofreciendo a organizarlos en la capital de Cerdeña. Todo salió muy bien, y estoy agradecido a todos los que me han apoyado tan sinceramente. Tengo pensado volver a Cagliari a finales del verano. Por supuesto, con una nueva exposición y un nuevo show de arena. Pero antes me gustaría presentar mis obras en mi ciudad natal de Gómel, donde hasta ahora he tenido solo una exposición. 

Estamos a punto de despedirnos. Yuri es un hombre brillante. Él está buscando a sí mismo en el arte que agrade a su alma. Al final de nuestra conversación lo pregunto: 

— ¿Los show de arena no sustituirán a la pintura? 

— Al principio podría suceder, pero ahora, creo que todo en esta vida pasa por algo y fácilmente podría combinar uno con el otro. 

Violetta Dralyuk
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