El Museo Nacional de Bellas Artes tiene una tradición asombrosa de celebrar exposiciones de un lienzo

Héroes del estilo severo

El Museo Nacional de Bellas Artes tiene una tradición asombrosa de celebrar exposiciones de un lienzo. ¡Qué calidades debe tener una obra para corresponder a los criterios y exigencias de la elección tan escrupulosa! Ahora en el museo se desarrolla tal exposición. Se expone el cuadro del pintor del pueblo de Belarús Mai Dántsig “Nuevos habitantes”.


Mai Dántsig. “Nuevos habitantes”

Sí, entre muchas pinturas de Mai Dántsig disponibles en el Museo Nacional de Bellas Artes la sinceridad y optimismo de este lienzo cautivan especialmente a los amantes del arte. Dos personas — probablemente los esposos, las maletas solitarias y el espacio infinito del suelo recién pintado — es todo lo que necesitó el pintor para crear una fórmula simple y comprensible de la “felicidad inesperada”. El cuadro fue pintado en 1962 en plenas reformas urbanísticas, pero ya hace mucho pasó por encima de los límites de su tiempo.

El tema de los nuevos habitantes fue muy popular en el arte de posguerra. La obtención feliz de su casa por la gente soviética la reflejaron también las bellas artes. Estas obras es un tributo al tiempo. El Estado planteó el objetivo de poner fin al déficit de vivienda. Con urgencia a la gente le proporcionaban los pisos. Y el arte reflejaba este proceso del urbanismo acelerado y el crecimiento respectivo de la construcción de vivienda. El lienzo “Nuevos habitantes” de Mai Dántsig fue pintado en plena “época del gran estreno” en 1962. Pero el joven pintor, graduado del Instituto Súrikov de Moscú, encontró su propio enfoque original en la materialización de este tema. Rechazó la representación de numerosos detalles característicos para la pintura sentimental de los años 50, diferentes “cositas”, ficus, armarios y estantes a favor de una composición simple sin fanfarrias ni embellecimiento.

En un piso nuevo y vacío en el suelo recién pintado está sentada una pareja joven. No hay nada: ni mesa, ni silla, paredes vacías. Los desposados tienen sólo las maletas en otro rincón de la habitación. No hay ninguna descripción minuciosa: sólo el espacio vacío y dos personas. Por eso la pintura se hace realmente “intemporal”, la habitación vacía borra la actualidad de la fecha concreta: todo lo representado aquí había, hay y habrá siempre. Es una llave especial para los sufrimientos, sentimientos, alegría de la gente que entra por primera vez en su casa nueva, bonita y segura.

A través de esta simplicidad del lienzo que se parece a un fotograma el espectador atento puede imaginar qué puede pasar en el siguiente momento, ver el día de mañana lleno de esperanzas y fe, los pensamientos y sueños de la futura vida. Ya se oyen los pasos cansados por la escalera después del trabajo, el ruido del martillo y perforadora que enojan a los vecinos, el toque de las copas con motivo del estreno, las risas y lloros de los niños, y posiblemente de los nietos… Se oye toda la gama de la vida cotidiana. La vida, juventud y amor están por delante.

El artista monumental y expresivo, Mai Dántsig elige para una escena doméstica una composición extraordinaria y muy actual. Él pone a sus héroes no en el centro del lienzo sino arriba a la derecha, y el suelo ocupa la mayor parte del lienzo, incluso la central. De ese modo el artista cambia esencialmente el ángulo de visión y las figuras pintadas prácticamente a tamaño natural comienzan a percibirse como si estuvieran en el límite de lo real y lo imaginado. Con todo eso el pintor logró alcanzar un momento fortuito en la composición de la vitalidad irrepetible. Es interesante la elección de colores. Aquí domina el color rojo intensivo — el favorito de Mai Dántsig. El blanco casi cegador, las manchas de color amarillo brillante completan el colorido emocional de la pintura.

Hace falta mencionar que el artista casi pagó por su innovación, por este “minimalismo material”, por los ritmos espinosos de la composición. Mai Dántsig comentó así esta historia: “Cuando el lienzo lo vieron los representantes del comité de exposición, ordenaron quitarlo de la exhibición urgentemente. Me acusaron de la difamación contra la realidad soviética: “¿Dónde vio usted a la gente descalza que no tiene ningunas cosas e incluso triste?”. Querían tomar la obra”. Pero el talento del artista se manifestó no sólo en el arte sino también en la capacidad de encontrar una solución adecuada para un problema complejo. Por la noche Mai Vólfovich “pulió” la composición añadiendo en una esquina los zapatos de charol en el suelo y al día siguiente su cuadro pasó la censura. Pero luego el artista cubrió con pintura los zapatos reconstituyendo la variante original del cuadro. Para la pintura publicaron una buena reseña.


La exposición de una sola pintura

El cuadro “Nuevos habitantes” se convirtió para muchos años en un gran éxito creativo del joven artista. Se exponía en la Exposición Nacional de Arte en Moscú inmediatamente después de su creación. En el camino artístico de Mai Dántsig había un cuento convincente y veraz más sobre la época y su gente. La idea de la composición nació como una síntesis de las impresiones del viaje a la tierra virgen. “Lo que vi allí en la tierra virgen — recordaba el pintor — me impresionó tanto que me pareció imposible permanecer allí sólo un mes como pensaba antes. Estuve allí tres meses, pero este período tampoco me pareció suficiente para un trabajo serio, trabajo bueno”.

El resultado de este viaje se hizo también la pintura “En la cantina” expuesta en Minsk en 1963. En ella también se reflejó el interés del artista hacia el tema que se puede llamar “El hombre que construye su futuro”.

De hecho, este tema durante muchos años fue la principal en el arte de Dántsig. Lo evidencian los nombres de sus obras: “Al encuentro de la vida” (1958, diploma), “El desarrollo de nuevos barrios” (1960), “El Minsk antiguo y nuevo” (1960), “El despertar de Minsk” (1960). Son novelas muy poéticas que reflejan la aspiración al futuro propia para aquel tiempo y personalmente para el autor, el deseo de pintar un “simple hombre” fuera de la jerarquía social — héroe del “estilo severo”. De hecho, las obras mencionadas pintadas al mismo tiempo que el lienzo “Nuevos habitantes” son autorretratos y junto con otros documentos hacen posible añadir algunos rasgos al “retrato del pintor en el contexto del tiempo”.

En realidad Mai Dántsig penetró en el arte en los años 1950-1960. Fue el período de deshielo de Jruschiov que trajo a la vanguardia del arte a los jóvenes artistas, fundadores del así llamado “estilo severo”. Como contrapeso al énfasis de las obras pseudoideológicas, en contra de los cánones y tradiciones del realismo social los pintores aspiraban a reflejar la vida de sus contemporáneos sin embellecimiento ni pompa. Surgió el culto de la pintura “severa”, la representación “severa” de la “verdad” sin compromiso de la persona. Entre sus devotos estaba también Mai Dántsig.

Él nació en Minsk en 1930. A su padre, profesor de educación física, le gustaba el arte, él incluso asistía al taller del famoso artista belaruso Yákov Krúguer. Por lo tanto, siempre aspiraba a que su hijo dominara una profesión artística. Antes de la guerra el futuro pintor durante unos años iba a la escuela de música. Sin embargo, la Gran Guerra Patria introdujo sus correctivos. La familia Dántsig logró evacuarse casi milagrosamente. El artista recuerda cómo comenzó la guerra: “La ciudad ardía, nos bombardeaban todo el tiempo. Los padres decidieron irse. El padre puso su mejor traje de boston. No tomamos nada de las cosas. Cuando mi padre, madre, hermana y yo llegamos a la estación Továrnaya, allí había una multitud de gente. Los trenes ya no circulaban. Las esperanzas estaban esfumándose. De repente de lejos apareció una locomotora con cuatro vagones de mercancías. Iba al vapor. La gente se echó sobre los carriles. La locomotora se paró, se abrieron las puertas — allí estaban los soldados heridos. Y de pronto oímos un grito de un vagón de mercancías: “¡Dántsig!”. Un antiguo alumno llamó a mi padre. Apenas logramos subir al escalón del tren que aceleraba su velocidad”. Ya después de la guerra Dántsig recibió la formación profesional en la Escuela de Arte de Minsk bajo la dirección de Vitali Tsvirkó, en 1958 se graduó del Instituto Súrikov de Moscú.

La obra creativa de Mai Vólfovich Dán­tsig se convirtió en una página brillante y un evento notable en la pintura belarusa. Sus composiciones de muchas figuras expresivas y ambiciosas (el maestro prefiere grandes formatos de museo), las imágenes de su favorito Minsk, los retratos de las personalidades de la cultura caracterizan una época artística y provocan el interés permanente de los amantes del arte.


La exposición permanente del Museo Nacional de Bellas Artes. A la izquierda en la pared — una obra de Mai Dántsig

En la exposición permanente del Museo Nacional de Bellas Artes los visitantes y habitantes de la capital pueden ver su famoso bodegón “Sobre la Gran Guerra Patria”. En octubre del año pasado en el museo se celebró una gran exposición retrospectiva.

Hoy en día los coleccionistas están dispuestos a pagar mucho dinero por los lienzos de Mai Dántsig. En Internet las obras del artista participan en las subastas virtuales. Uno de los últimos eventos importantes se hizo la aparición del cuadro monumental de Mai Dántsig “El mundo salvado se acuerda” en la exposición “El patrimonio de la Segunda Guerra Mundial en el arte ruso” en la famosa Galería Charles Saatchi. En una amplia forma épico-alegórica el pintor plasmó el rescate por las tropas soviéticas de las obras maestras de la colección de la Galería de Dresde. Entre ellas estaba “Madonna Sixtina” de Rafael. En el cuadro del maestro belaruso se reproduce un momento de la “liberación” de “Madonna” de un túnel-depósito. Ubicada en el centro de la composición la Madonna Sixtina representa alegóricamente toda la cultura y la civilización mundial, y los soldados heridos y lasos simbolizan el alto precio pagado por detener la ofensiva del fascismo.

Veniamín Mijéev
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