Los monumentos arquitectónicos de Suprasl y Biala Podlaska y el bosque reservado de Belovézhskaya Pushcha pueden convertirse en un imán del turismo transfronterizo entre Belarús y Polonia

Abriendo puertas de tesoro

Los monumentos arquitectónicos de Suprasl y Biala Podlaska y el bosque reservado de Belovézhskaya Pushcha pueden convertirse en un imán del turismo transfronterizo entre Belarús y Polonia


Este año, cuando el mundo entero celebra el 70° Aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, recordamos no sólo a los millones de personas que murieron en aquellos años, sino también calculamos las pérdidas de distintos pueblos: monumentos destruidos, bibliotecas quemadas, museos saqueados, pinturas y esculturas desaparecidas: toda una variedad de tesoros del pasado se convirtieron en cenizas o desaparecieron en las llamas y el humo de la guerra. Una de las pérdidas sufridas por sólo dos países vecinos –Belarús y Polonia– fue la destrucción por los ocupantes alemanes de la preciosa muestra de la arquitectura del siglo XVI: la Iglesia de la Anunciación en Suprasl.

Suprasl es una pequeña ciudad. En algún momento perteneció al Gran Ducado de Lituania, a la República Socialista Soviética de Bielorrusia, al Imperio Ruso y a la República de Polonia. A partir del año 1944 volvió a ser el territorio de Polonia. Pero a esta altura aquí están viven los belarusos, así como los ortodoxos de otras nacionalidades. Se trata de una localidad única para aprender las tradiciones de diferentes naciones europeas.

Recientemente la iglesia local ha sido restaurada. Así ha sido curada una de las heridas cicatrizadas de la guerra pasada. Pero lamentablemente dejó su rastro muy triste. Además del templo que fue volado, la humanidad perdió también frescos de mucho valor. De ellos se quedaron sólo algunas partes recogidas por los científicos después de un estudio de las ruinas. Ahora estas antiguas piezas muy bellas son aún más valiosas.

La iglesia en la ciudad de Suprasl, a pesar de que se encuentra en el territorio de Polonia, ha sido incluida en todos los estudios sobre la historia del arte medieval de Belarús. Y no es nada casual. Los rastros de este centro de la espiritualidad y el arte provienen desde muy lejos refiriendo incluso a las tierras belarusas.

Desde hace mucho soñé con ver con mis propios ojos esta obra maestra de muchos siglos. Y aquí estoy frente a los altos muros del templo restaurado en nuestro tiempo, pero que repite en detalle la obra original construida en el estilo gótico hace casi medio milenio atrás.

Las iglesias ortodoxas similares a la de Suprasl se conservaron muy bien las localidades belarusas, como Synkóvichi y Muróvantsy. Además de eso, hace falta señalar que similares iglesias sobrevivieron en Vilnius, capital de Lituania. Se trata de la Iglesia de la Santísima Trinidad, la Iglesia de San Nicolás y de la Iglesia de la Santa Virgen. Todas ellas fueron construidas en el siglo XVI en el estilo gótico y representan un ejemplo único de la arquitectura. Pues el estilo gótico es el estilo europeo occidental característico a las iglesias católicas. Ahora son las iglesias ortodoxas construidas en el estilo gótico. Sin embargo, este hecho no sorprende a nadie. Porque Belarús y los países vecinos, como Polonia y Lituania, se encuentran en el límite de dos civilizaciones: Europa Occidental y Oriental, el catolicismo y la ortodoxia. Aquí muchos de los fenómenos se cruzan, incluyendo estilos arquitectónicos.

Cabe destacar que la iglesia gótica en su interior está pintada según las tradiciones de los maestros serbios representantes del arte bizantino. Los primeros habitantes aquí fueron los monjes procedentes de la ciudad ucraniana de Kíev y de la localidad griega de Athos. Con ellos este monasterio se hizo un gran ejemplo de una verdadera fraternidad internacional.

Toda la importancia del monasterio en el pasado y el presente la comprueba el hecho de que aquí en 1582 estuvo el patriarca serbio, Gabriel. A propósito, el mismo dio el derecho al monasterio de llevar el título de laura. En 1589, por este lugar de mucha espiritualidad pasó el patriarca de Constantinopla, Jeremías. Además de eso, en 2012, aquí estuvo el patriarca de Moscú y de toda Rusia, Kirill.

También aquí estuvo una gran biblioteca, donde permaneció el antiguo manuscrito eslavo creado en el siglo XI: el Código de Suprasl, hallado en 1823 por Mikhail Bobrovski. En los años de 1838 a 1839 el señor Bobrovski envió el manuscrito al filólogo esloveno, Erneyu Kopitar, para que él lo publicara. La parte de la rareza única de la colección de Kopitar fue entregada a la Biblioteca Nacional de Varsovia y a la biblioteca universitaria de la ciudad de Ljubljana. A su vez, la segunda parte se encontró en Varsovia, y de allí en noviembre de 1939 fue llevada a la ciudad alemana de Berlín y fue devuelta a la capital de Polonia en 1941 y en 1944 desapareció y sólo en 1967 la pieza valiosa fue hallada en los Estados Unidos y devuelta a la Biblioteca Nacional de Varsovia. En 1856, unas cuantas hojas del famoso manuscrito fueron encontrados en la ciudad rusa de San Petersburgo, donde permanecen hasta el momento. Es sumamente importante que hace poco el Código de Suprasl ha sido incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.


En algún momento en la iglesia permanecieron otras reliquias religiosas igualmente valiosas. Pero aproximadamente en el año 1915 las mismas fueron llevadas a Rusia y también desaparecieron durante las guerras mundiales.

En el período de 1693 a 1803 en el monasterio se encontraba una imprenta, que publicó en torno a 500 libros, no sólo religiosos sino también laicos, en el idioma polaco, eslavo antiguo, belaruso antiguo, latino y lituano.

Así la ciudad de Supraśl durante varios siglos expandió su influencia mucho más allá de Polonia y Belarús.

Recorriendo las calles de la ciudad la gente interesada tiene la posibilidad de conocer un montón de datos interesantes. De la iglesia ortodoxa el camino conduce hacia la antigua iglesia protestante, detrás de la cual se encuentra la iglesia católica. Además de eso, se preservaron muchas casas privadas que tienen cien años o incluso más. El restaurante de la cocina belarusa, “Prynuka” –situado en uno de los hoteles– es un testimonio que aquí todavía siguen viviendo los belarusos. Además de eso, en el pueblo se encuentra el restaurante, “Comida Tártara”. Lo que no es casual para nada. Desde hace medio milenio, por allí cerca vive la comunidad tártara.

Otra localidad –ubicada junto a la frontera con Belarús– recuerda sobre los lazos históricos y culturales entre nuestro país y Polonia. Es la ciudad de Biala Podlaska. Aquí se encuentra el Consulado de Belarús. A su vez, a los viajeros tal vez se los interesen las evidencias del pasado. Los antiguos cementerios católicos, ortodoxos y judíos testimonian que los nativos de estas tierras son polacos, belarusos y judios. Además de eso, hasta nuestros días se mantienen: la iglesia ortodoxa, varias iglesias católicas, algunas de las cuales han sobrevivido desde el principio del siglo XVII. En el mismo centro de la ciudad se encuentra el monumento a José Ignacio Krashevsky, oriundo del pueblo belaruso de Pruzany. A pesar de eso, toda su vida el gran escritor polaco vivió en Lituania, Ucrania y Polonia. En la ciudad de Biala Podlaska José Ignacio Krashevsky estudió en los años de 1822 a 1826: en la escuela, que en aquel momento llevaba el alto rango de la Academia de Biala Podlaska.

No muy lejos de la academia se encuentran obras antiguas. Son las fortificaciones del antiguo castillo de la familia Radziwill, el godo de magnates, que está considerado el más famoso en la historia de Belarús. Lamentablemente, hasta nuestros días no se haya conservado el palacio de los magnates, pero sobrevivió la puerta, la torre, así como se preservaron algunas obras y una capilla. La famosa obra fue construida en siglo XVII. Las residencias belarusas de la familia Radziwill en Mir y Nesvizh fueron insertadas en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. La residencia en Biala Podlaska es más modesta, pero vale la pena para que los amantes del pasado la visiten.

Las ricas tradiciones culturales de la zona fronteriza belaruso-polaca contribuyen al desarrollo del turismo transfronterizo.

Viajando de Suprasl a Biala Podlaska, ustedes pasarán a través de la reserva forestal: el bosque de Knyshyn. Y un poco más lejos está Belovézhskaya Pushcha, otro objeto de esta región insertado en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Les aconsejo venir aquí en el camino hacia Belarús. Este antiguo bosque también une Polonia y Belarús, ya que se encuentra en el territorio de los dos países. Anteriormente los turistas polacos no podían llegar fácilmente al territorio belaruso de Belovézhskaya Pushcha. Ahora ellos tienen esta gran oportunidad. Recientemente, el presidente de Belarús ha firmado un decreto, según el cual en el puesto de control fronterizo, “Perarov” (“Bialovieza”), estará libre entrada y salida. A partir de ahora los turistas extranjeros podrán a través de este punto de control entrar en Belovézhskaya Pushcha para un máximo de 72 horas (tres días). Lo que, según dice Vadím Karmazin, director del departamento de turismo del ministerio de Deporte y Turismo de Belarús, es un gesto amable por parte belarusa para todos los que quieran descubrir nuestro país. Belovézhskaya Pushcha es una de las tarjetas de visita de Belarús y está insertada en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. En el futuro, si el plan de recibimiento de turistas sin visado aquí será desarrollado con éxito, será analizada también la posibilidad de una visitada facilitada de otras regiones del país. Lo que significa que tarde o temprano las ciudades cercanas para muchos habitantes belarusos — Supraśl y Biala Podlaska, por un lado, y las localidades mencionadas en la historia polaca –Ruzhany, Mereszovschina y Volkovysk, por otro lado– se abrirán más ampliamente entre sí.

Víktar Andreey
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