Es difícil de imaginar la ciudad de Minsk sin las áreas forestales y parques

Vecindad muy armoniosa

Es difícil de imaginar la ciudad de Minsk sin las áreas forestales y parques, que fácilmente podrían ser nombrados islas de tranquilidad, donde uno puede apartarse del interminable bullicio de la metrópoli.
Es difícil de imaginar la ciudad de Minsk sin las áreas forestales y parques, que fácilmente podrían ser nombrados islas de tranquilidad, donde uno puede apartarse del interminable bullicio de la metrópoli. El bosque en sus diferentes barrios –Zeliony Lug, Stepyanka, Slepyanka, Uruchiye, Lóshitsa, Drazhnya y Drozdy– es un fenómeno común, al igual que muchas zonas de parque de la ciudad


En la ciudad de Minsk hay muchas zonas verdes apreciadas mucho por los vecinos. Vale la pena acordar del bosque relicto, “Dubrava”, que se encuentra en la zona cercana a los barrios Kurasóvshchyna y Brilévichi. El bosque –ubicado en las afueras de Minsk, en la parte suroeste de la ciudad– ocupa el área de 24 hectáreas. Los vecinos del pueblo más cercano, Shchomyslitsa, cuentan que en este bosque paseaban sus ancestros. Aquí los robles de cien años de diámetro de tronco de un metro crecen junto a pinos, abetos y alerces. A su vez, un complejo natural de robles lleva el nombre “Dubrava” por las plantaciones de robles ingleses. Hace falta señalar que a principios del siglo XX, estas tierras pertenecieron al godo principesco de los Hutten-Chápskiye. Ellos fueron primeros que plantaron este árbol en el bosque. A su vez, en los años treinta del siglo pasado, fueron plantadas otras especies bien raras: roble nórdico, nogal de Manchuria, terciopelo, abeto de Douglas, etc.

Los naturalistas científicos han estudiado el “comportamiento” de estos árboles en nuestras latitudes. Según los expertos, a esta altura, en el bosque crecen alrededor de 80 especies raras de árboles y en general aquí se puede ver 480 especies de diferentes plantas. Algunas de ellas incluso están insertadas en el Libro Rojo. En 1986, “Dubrava” fue declarada el monumento natural de importancia nacional. A partir de entonces la misma está bajo la protección de la Universidad Nacional de Belarús.

Es sumamente importante que el Estado se ocupa de la protección de las zonas verdes de la ciudad para las mismas no de conviertan en un rehén de la indiferencia humana. Cada año se están llevando a cabo las obras de limpieza de la zona forestal de la ciudad. Gracias a estas actividades los árboles perennes no se convierten en un basurero cubierto de malezas, o digamos, no se queman durante sequías, desapareciendo por completo del mapa natural de la ciudad de Minsk. Por ejemplo, este otoño, justo a principios del mes de septiembre, por la iniciativa de las autoridades municipales de Minsk y del comité forestal de la ciudad de Minsk fue celebrado el “subotnik”. Fueron limpiadas todas las áreas verdes de la capital: unas cuatro hectáreas. Nosotros también apoyamos esta importante acción, al recoger basura en el claro del bosque de Slepyanka, ubicado junto al edifico, donde vivimos.


La perspectiva agrada

Este otoño fue soleado y bastante cálido. Por lo tanto, muy a menudo paseábamos por el bosque con toda la familia. Admirábamos mariposas, hilo araña plateado del primer “verano indio”, respirábamos el aroma de pinos y hojas caídas, así como nos sentábamos para prender el fuego y pasar un rato bien agradable al aire libre. 

Después de uno de nuestros paseos me acordé de cómo siendo pequeña, una vez me puse muy mal, pues mis padres, pensando pasar el fin de semana fuera de la ciudad, me dijeron, que no se podía prender el fuego en el bosque en el suelo. Me preocupé mucho, pensando en que del bosque dejaría tener el encanto sin círculos de carbón negro aparecidos tras quemar hierba. Por alguna razón, aunque ahora a mí me parece extraño, ellos me gustaban mucho. Ni hablar de lo fascinante que era poner ramitas en el fuego y ver las lenguas de fuego de colores. Pero mi preocupación fue vana: mi padre compró una pequeña parrilla. A su vez, grandes barbacoas públicas –puestas en el suelo por la gente hábil, así como pérgolas de madera hechas en el estilo tradicional– sólo agregaron al bosque su encanto especial. Más tarde, al crecer, me di cuenta de que la decisión de prohibir prender el fuego en el suelo, fue muy apropiada. Tras esta prohibición, la relación entre el hombre y la naturaleza en la ciudad pasaba sin ningún tipo de problemas. Es más, esta decisión fue al beneficio de los bosques en general.

Me agrada mucho el hecho de que tenemos suerte de vivir en el barrio Slepyanka lleno de pinos y abetos, tilos y abedules, serbales y alisos... Es un doble placer, pues el bosque ante que todo mejora el estado de ánimo y la salud de mis hijos. Es un hecho conocido que las plantas verdes emiten phytoncidеs, que curan el cuerpo, como los antibióticos, lo limpian y eliminan todo tipo de bacterias. Lo supe al leer mucho en Internet sobre este tema. Además de eso, siempre pienso en el futuro. Mis pensamientos son más o menos así: si las agujas de pino permanecen más de un siglo, y cada cuarto árbol en el país, según las estadísticas, es un tilo, gracias a la preocupación de las autoridades en cuanto a la protección de los bosques, nuestros nietos y bisnietos tendrán la posibilidad de mejorar su salud en un bosque de pinos y en la temporada de frío tomar té de tilo. ¡Qué les parece esta perspectiva tan maravillosa!


Un poco de ensayo y hechos

Cada mañana en otoño yo observo, como en la hora de amanecer muy gris por encima del agua está la neblina. Me parece que ella sabe de todo, pero nada contará a nadie. ¿Tal vez mi bosque sea su mejor compañero? ¿O las gaviotas? Me gusta pensarlo así también sobre la neblina, las aves y sobre el bosque, que se extiende a lo largo del canal acuático en la calle Filimónov en Minsk. En algún lugar leí que incluso los objetos sin vida pueden respirar y sentir, ni hablar de la naturaleza viva. Hay algo muy importante en esta teoría. Por alguna razón decimos que el sol se ha despertado, las nubes han fruncido las cejas, la leche ha huido, la tristeza se ha ido, el bosque permanece sombrío... Es decir, para nosotros es habitual hablar de diferentes estados mentales, acontecimientos y objetos como de los seres vivos. En mi opinión, es muy comprensible: pues el mundo alrededor nosotros lo sentimos a través de nosotros mismos y le damos aquellas cualidades que tenemos nosotros mismos. Me parece que la vida sería aburrida, si no supiéramos cómo pensar con imaginación y fantasear. Pero si todo está bien con las imágenes de la naturaleza, a mí me resulta muy difícil imaginar lo que “piensan” los coches de “ojos saltones”, mientras hacen colas en los atascos de tráfico en la arteria de transporte más importante de Minsk: avenida Nezavísimosti. Sus “ojos” brillan de xenón vivo indiferente. O, por ejemplo, a mí también me cuesta imaginar que susurran los rascacielos. En varias ocasiones he escuchado cómo los vecinos de las ciudades se quejan que los edificios de muchas viviendas achican el espacio y que los paisajes naturales vistas desde las ventanas son grises.


Yo tengo mucha suerte. Desde la ventana de mi departamento se abre un panorama muy diferente, Puedo observar las neblinas del amanecer, que bajan justo en el agua del canal. Al salir de mi edificio, en cinco minutos me encuentro en el bosque.

Al bosque no le importa, en que día o año estamos. Él es como si fuera uno de los vecinos más antiguos de nuestra gran ciudad, hace suspiros junto a mi casa. En seguida, al abrir la puerta del balcón, uno siente el soplo del aire fresco. Mi bosque es mi vecino que nunca sale de su hogar. Lo aman todos: desde los más pequeños hasta los más adultos. Y aunque no todos saben expresar este amor y cuidarlo, el bosque se les recibe a todos con gran hospitalidad sin decir palabras y ofrece a cualquiera su mundo desinteresadamente y con generosidad. Él incluso acepta un triste rastro de vida humana, la basura dejada después de descansar.

Sumergiéndome en el mundo de la naturaleza, siempre me gustaría descansar, alejarme de las preocupaciones y soñar. Y a veces me encanta trabajar en un ambiente relajado sobre un artículo para el próximo número de la revista. O el día libre, llevando conmigo un termo con té, con impaciencia ver como mi esposo prepara carne en la parrilla, disfrutando de su olor incomparable. Me parece que el mismo agrada incluso al bosque.

Mi bosque... Es el gran amigo de la salud, el filtro ecológico natural, que permanece siempre junto a nosotros, en el mismo centro de la ciudad, cerca de la Biblioteca Nacional. Aquí los autores de obras de ficción, podrían escribir sus mejores historias sobre el futuro.


Me gusta pensar que el bosque de Slepyanka es sólo un pequeño pedazo de enormes zonas verdes de nuestro país, cuya área durante los últimos cinco años se ha triplicado. A propósito, en los últimos sesenta años, la cobertura forestal en Belarús se duplicó y según los datos –ofrecidos amablemente por el Fondo Forestal de Belarús– llegó a ser nueve millones y 500 mil hectáreas. Además de eso, las áreas verdes siguen creciendo. Y justo en nuestros ojos se está cambiando el paisaje natural del país. Por ejemplo, no hace mucho tiempo, la empresa, “Belorusneft”, organizó una acción bajo el título, “¡Elige la estación de combustible verde!” Cada participante de la acción tuvo la oportunidad no sólo sentar las “bases” del futuro bosque, sino seguir el destino de su propio árbol en Internet. Fueron pocas personas que desearon ayudar a la naturaleza y en resultado en el lugar –donde anteriormente estuvo un basurero grande, junto a la ciudad de Minsk– apareció una zona verde de una hectárea y medio. Es agradable saber que esta acción no fue la única. En muchos parques por todo el país se están plantado árboles y en resultado en el mapa ecológico de Belarús aparecerán nuevas zonas verdes.


Excursión a la historia junto con los alces y caracoles silvestres

En nuestro tiempo agitado, los chicos –que viven en las ciudades– se han acostumbrado esconderse jugando detrás de las ruedas de los coches aparcados en los patios y dibujar con tiza en concreto. Yo misma nací en la capital belarusa y soy una “niña del asfalto”. Por lo tanto, me alegro mucho de que tengo la posibilidad de esconderme del calor de julio o el viento de noviembre en el bosque de Slepyanka. Claro que no se puede llamarlo prístino. Pero los senderos –que pasan entre los árboles– comprueban que no sólo a mí me encanta pasear por este rincón de calma y serenidad. En general, nuestro barrio se lo llaman el campo debido a la abundancia de árboles. A su vez, la zona verde se extiende hasta la autopista más ancha que anilla nuestra ciudad.

Paisajos forestales en Slepyanka

La primera mención en la historia sobre estos lugares se puede encontrarla en los documentos del siglo XVI. Más tarde, aquí había un campo de entrenamiento militar. Los testigos dicen que nuestros padres siendo pequeños jugaban con los cascos encontrados en el bosque, en los se guardaban mangas oxidadas. Es cierto que la historia del bosque tiene muchos misterios. Es difícil imaginar que en el terreno, donde hoy en día los chicos con mucho gusto recogen “erizos de conos”, como los llama mi hija, y al mismo tiempo con placer presionan botoncitos de los teléfonos móviles, antes caminaba la gente, que ni imaginaba que es un celular e IPad.

Nuestro bosque agrada no sólo a mis hijos. Un día, paseando por allí con uno de mis hijos, fui testigo de la invasión de caracoles. Al principio yo quería utilizarlos para que con su ayuda enseñar a mi hijo a contar. Pero cuando el número superó la cifra veinte, decidí presentar un espectáculo con la participación de estos seres bien hermosos... Nuestros caracoles competían en las corridas y se relacionaban entre sí en “los círculos de los mismos intereses”. Al mismo tiempo, pensaba también, que sería genial que mi hijo conozca el medio ambiente, utilizando los caracoles y sin acudir a la ayuda de los clips de vídeo. Aunque claro, la red global tiene sus ventajas: en Internet he leído la información muy interesante sobre uno de mis cuadros más favoritos, “Mañana en el bosque de pino”, de Shishkin, lo que recuerdo muy a menudo, paseando por el bosque.

Pero no sólo los caracoles– lo escuché una vez en las noticias– se ponían activos en nuestras zonas verdes. A veces los alces asustados aparecían en el camino. Es todo un problema para automovilistas y policías de tránsito. Así que se puede decir que en Minsk hay su pequeño bosque. Afortunadamente, ninguna persona –con las que he tenido que hablar sobre las áreas verdes en la ciudad– nunca se ha chocado con animales en un sendero bien estrechito.


Rasgos de la ciudad en la imagen forestal

Hay un encanto especial en los bosques silvestres y en los bosques plantados por los vecinos de la zona. Los senderos, “sombreros” hechos de los antiguos periódicos olvidados por alguien, bancos hechos rápidamente, ganchos para hamacas hechas de ramas que sobresalen del tronco de un árbol... Y el Ferrocarril de los Niños, donde pasan pequeños trenes. El Ferrocarril de los Niños aparece de nada detrás del follaje espeso y con una cinta finita corre a la profundidad del bosque, debajo del puente, por el cual pasan autos. Es una especie de la fusión entre la naturaleza y la civilización.

Ferrocaríl de los Ñiños en Minsk

“El pequeño Ferrocarril de Belarús”, estamos leyendo en el sitio http://www.minsk.rw.by/: a menudo así lo llaman los empleados. Aquí todo es verdadero, excepto el título: vagones diésel, normas del movimiento, maquinistas, guías, jefes de estaciones, y por supuesto, pasajeros. Del Ferrocarril de Belarús verdadero el de niños se diferencia por el ancho entre rieles de 750 mm, es decir, casi dos veces más estrecho que el Ferrocarril de Belarús “de adultos”, así como por el largo del trayecto: sólo cuatro kilómetros 500 metros. En el resto es exactamente igual que el Ferrocarril Nacional de Belarús. De hecho aquí se está formando el futuro personal de la sección de Minsk del Ferrocarril de Belarús. A esta altura, el Ferrocarril de los Niños es una institución que combina en sí las funciones de la verdadera empresa ferroviaria, de la institución educativa de la formación profesional y la educación adicional de los niños. La fecha de la inauguración del Ferrocarril de los Niños es del 9 de julio de 1955. Su largo total es de cuatro kilómetros 500 metros. El largo del trayecto principal llega a tres kilómetros 79 metros.

Ferrocaríl de los Ñiños en Minsk

Hace falta señalar que a los chicos se les agradan mucho visitar la estación ferroviaria, “Sosnovy Bor”, y tratar de mirar entre los troncos de abedules como se acercan lentamente los vagones del tren eléctrico.

Claro que dentro de algún tiempo el encanto del bosque silvestre desaparecerá por completo. La economía forestal y de parque de la ciudad de Minsk planea convertir el área del bosque vírgen en diferentes zonas verdes: un lugar para el descanso confortable y civilizado con fuentes y senderos. Recuerdo el Jardín Botánico de Minsk. A propósito, el mismo ocupa el tercer lugar en Europa por su área: noventa y seis hectáreas de paisaje natural. A mí me parece una gran idea que en cada barrio aparezcan sus pequeños jardines botánicos. Además de eso, las autoridades municipales tienen previsto crear más zonas ecológicas para que los minsqueños andan en bicicletas... Pero no se sabe, cuando sería... Por lo tanto, a mí y a mi familia nos apetece mucho pasear por nuestro bosque, donde de rama a rama saltan tetas, ardillas, está golpeando el pájaro carpintero y pasa el tren de niños.

Hay mucho que hacer en bosque

Siguiendo el tren, nos despediremos e iremos a recoger “erizos de conos”. Contaremos bellotas, enterramos castañas en hojas secas para que en primavera den brotes y jugaremos con bayas de serbal: “¿Quién va a lanzar más lejos?” Haremos de ramas de abedul un palo para pescar, pondremos en su punta una hoja amarillenta de roble y vamos a pescar un pez dorado. Para agradar a todo el mundo, en otoño hay muchas de éstas, que nadan en el agua: hojas de arce, álamo, abedul... Y luego cansados y muy felices regresaremos a casa.

¡Hasta pronto, el bosque! ¡Nos reuniremos de nuevo! Tal vez mañana.

Alisa Krasovska
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