Maratón sinfónico

La Orquesta Nacional Sinfónica y Académica bajo la dirección del artista popular de Belarús, Alexander Anísimov, inauguró la temporada con la obra, “Maratón de la Sinfonía”
La Orquesta Nacional Sinfónica y Académica bajo la dirección del artista popular de Belarús, Alexander Anísimov, inauguró la temporada con la obra, “Maratón de la Sinfonía”, que encantó a los amantes de la música. Fueron celebrados dos conciertos al mismo tiempo, cada uno de los cuales tuvo un éxito taquillero: programa infantil bien original y programa clásico para adultos.


 Hace falta señalar que en nuestro tiempo, cuando nadie acuerda de la romántica del vuelo del primer astronauta soviético, Yuri Gagarin, el tema espacial –presentado en una obra infantil multimedia, “Ícaro en el borde del tiempo”– sonó inesperadamente e interesante. Una sorpresa aún mayor fue la aparición en el escenario de la Filarmónica Nacional de Belarús del físico teórico, miembro correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias de Belarús, Lev Tomílchik. El científico brevemente y con humor contó al público sobre la idea científica de la obra ofrecida. Es posible que los niños (a propósito, en la sala de espectadores estaban no sólo adolescentes, sino también chicos pequeños) no entendieron mucho de la intervención del reconocido científico, pero esto dio pocos minutos muy agradables a los representantes de la mayor generación.

El proyecto poco inusual está basado en el trabajo del científico y promotor de la ciencia, Brian Green, que inspiró a uno de los más grandes compositores contemporáneos, Philip Glass, a crear música mágica. Algún tiempo después, al texto y sonido fue añadido el video, filmado por cineastas vanguardistas de Gran Bretaña, Alan Holmes y Alan Taylor.

Los admiradores de la ficción espacial conocen muy bien el cuento sobre un niño que voló hacia el agujero negro y regresó después de miles de años. Así que en una versión musical lo aprovechan con más frecuencia en festivales científicos que incluso en las salas de conciertos. Sin embargo, asevera Alexander Anísimov, el espectáculo no es una clase de física, sino el arte puro:

— Por supuesto, se trata de una síntesis de la ciencia, la literatura, la música y el cine... Me encantan estas cosas, y nosotros en varias ocasiones ya hemos presentado al público los multiproyectos que unen diferentes géneros. En mi opinión, la obra, “Ícaro en el borde del tiempo”, resultó ser interesante para niños y adultos, como se pretendía.

El texto del autor en la traducción al idioma belaruso se lo leyó el popular showman y el presentador de televisión, Dmitry Kokhnó. La propuesta de colaborar con el maestro, Alexander Anísimov. en este formato inusual fue toda una sorpresa para él:

— Está claro que mi participación en este proyecto, por decirlo así, es bastante sorprendente. Cuando me llamó el señor Anísimov e invitó a ver el ensayo, yo sinceramente dicho estaba en shock. El mayor reto fue permanecer en el escenario junto con los músicos de la orquesta sinfónica. Eso fue todo un honor para mí.

La segunda parte del “Maratón de la Sinfonía” –que comprendía un programa clásico de la serie de conciertos No. 1 de Frederic Chopin y la cantata, “Carmina Burana”, de Carl Orff– sonaba mucho más familiar y no menos brillante por su interpretación. No es sorprendente que el público animado pidió al pianista, artista emérito de Rusia, Alexander Gindin, subir al escenario varias veces.

A parte me gustaría mencionar el uso de multimedia con fines educativos: cuando durante un concierto en la gran pantalla aparece el retrato del compositor y por turno los nombres de todas las partes de la obra interpretada, eso sin duda –en términos de mejorar el conocimiento del público– es un momento muy agradable.

Irina Ovsepyán
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