Entre el pasado y el futuro

Los museos de Minsk y Berlín buscan puntos de contacto

Los museos de Minsk y Berlín buscan puntos de contacto

Algo más de mil kilómetros separan Minsk y Berlín. Entre Belarús y Alemania se encuentra sólo Polonia. Pero sólo a mediados de este mes de mayo, el arqueólogo alemán y experto en la cultura escita, presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano de Berlín, Hermann Parzinger, visitó la capital de Belarús por primera vez. Aunque él ya visitó países vecinos. En particular, con Rusia se están llevando a cabo varios proyectos científicos. Según el visitante, la visita a Belarús cerró una brecha hasta ahora desconocida en el centro de Europa. El país desconocido Belarús –la así llamado tierra incognita– se abrió al hombre que dirie una red de museos más importantes, principales centros de investigación científica, donde hasta nuestros días están preservados los monumentos culturales de las épocas del antiguo Egipto y Grecia.

Las experiencias de Berlín, en la preservación del patrimonio cultural podría ser interesantes para Belarús y Minsk, pues en el país durante la Segunda Guerra Mundial fueron destruidos muchos monumentos arquitectónicos. El Dr. Parzinger recuerda que en aquella época también las ciudades alemanas han sufrido daños importantes. Fueron destruidos edificios situados en la Isla de los Museos en Berlín, cuya restauración fue iniciada solamente cincuentra años más tarde. A esta altura, se están llevando a cabo las obras de reconstrucción del Palacio de Berlín. Su destino es lamentable. Durante la guerra fue dañado y luego demolido. Y ahora el mismo debe resucitar como el pájaro Fénix.


En Minsk, en los últimos años también han sido recuperados algunos edificios perdidos: el hotel “Europa” destruido en 1941, el ayuntamiento demolido en el siglo XIX, la Iglesia del Espíritu Santo explotada en 1936: todas estas obras se encuentran en la Plaza de Svoboda (en el idioma belaruso la Plaza de la Libertad — Aut.), en el casco histórico de la ciudad. Nos reunimos con Hermann Parzinger en la galería del Héroe de Belarús, el artista belaruso, Mikhail Savitsky, para conversar sobre el pasado y futuro de las capitales de los dos países europeos.

— ¿Qué le trajo a Minsk?

— Vine aquí por la invitación del instituto Goethe. Conozco bastante bien muchos países eslavos: desde Eslovenia hasta Rusia. Pero Belarús es aquel fragmento del continente europeo, que yo he descubierto inesperadamente y sólo ahora. Aunque la historia demuestra que los antepasados de los belarusos eran no sólo los eslavos, sino también los representantes de otras naciones, incluso los alemanes. Tenemos mucho en común. Pero debemos trabajar más duro para conocernos mejor.

— En el pasado, el destino de Belarús y Alemania han cruzado en varias ocasiones. ¿Si se reflejó este hecho en los fondos de los museos de Berlín?

— La Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano de Berlín está formada por 16 museos, una biblioteca con 12 millones de volúmenes, el Archivo Nacional secreto de Prusia con 38 millones de kilómetros de documentos y otras instituciones. Tratamos de conservar el patrimonio de Prusia, que dejó de existir después de la Segunda Guerra Mundial. Teniendo en cuenta las relaciones entre Belarús y Alemania en el pasado, entre los objetos expuestos se puede ver cosas interesantes de nuestra historia.

— Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, algunos edificios de exposición en la Isla de los Museos en Berlín se quedaron vacíos y otros en ruinas. A esta altura, están restaurados. ¿Qué sigue?

— Cuando llegué por primera vez a Berlín, todavía habían ruinas. Y no podía entender, por qué a lo largo de medio siglo los edificios no han sido restaurados. Luego me dí cuenta de que esto no era una tarea fácil. Me gustaría recordarles que las obras de restauración fueron llevadas a cabo con la participación del Estado. Era un proyecto sumamente importante para Alemania, que demoró quince años. Y en próximos quince o veinte años pensamos reconstruir el Palacio de Berlín. Lo que tiene mucha importancia para nosotros, pues aquí están centradas las tradiciones de la nación, su ciencia y el arte. Cada año la Isla de los Museos la visitan tres millones 500 personas. Lo que comprueba que el trabajo realizado tiene mucha importancia para nuestra ciudad y toda nuestra sociedad.

— En Berlín, está la Isla de los Museos, a su vez, en Minsk, junto al Museo Nacional de Bellas Artes, se está creando el Barrio de los Museos. Además de eso, se analizando el tema muy importante: qué aspecto tendrá esta parte de la ciudad. ¿Cómo ve usted las perspectivas de desarrollo de estas áreas y, en particular, del Palacio de Berlín?

— Son importantes centros culturales de la capital. El territorio del Palacio de Berlín es la parte más antigua de la ciudad, donde se inició el actual Berlín. Fue un gran error de demolerlo. Pues durante la guerra él fue dañado, pero no fue destruido por completo. Aún en los años de 1946 a 1949 aquí se encontraban diferentes instituciones. Entonces las autoridades de la República Democrática de Alemania tomaron la decisión bárbara de estallar el monumento de la arquitectura barroca. Ahora aquí se están llevando a cabo las obras de excavación. Las bodegas del palacio –que se han conservado desde el siglo XV– estarán disponibles para el acceso de turistas. Sólo pensamos restaurar las fachadas. El resto será nuevo. En los pasillos serán puestas las obras del arte de América, Asia y Rusia, que ahora están almacenadas en las bóvedas. Es más, la exposición se diferenciará fundamentalmente de cómo que “han sido presentadas” estas cosas hace cien años. Entonces ellas fueron tomadas como “trofeos” de las colonias. A esta altura, nuestro objetivo más importante es revelar el significado de cada elemento y hacer todo lo posible para que los visitantes puedan entender lo que significaba cada cosa para su propietario, ya que detrás de muchos artefactos etnográficos está escondido un significado profundo. Hoy en día, el museo no sólo debe ser un depósito de antigüedades. Él debe adaptarse a las realidades de su tiempo. Después de hablar con los expertos belarusos, me he convencido de que ustedes lo entienden y hay gente que sigue las tendencias mundiales más importantes.

— Después de la guerra, muchos monumentos arquitectónicos dañados por los bombardeos fueron demolidos: en Berlín, así como en Minsk. ¿Cómo determinar hoy en día, qué obras destruidas deben ser recuperadas y qué no?

— En realidad, en Alemania hubo un montón de destrucciones. Sobrevivieron sólo dos ciudades antiguas: Wiesbaden y Heidelberg: Porque los estadounidenses decidieron hacer de las mismas las bases principales de sus tropas. La ciudad de Frankfurt –que antes de la guerra se consideraba una ciudad medieval más grande de Europa– fue casi completamente destruída. Muchas personas, una vez terminada la guerra, creían que el futuro será mejor que el pasado. Por lo tanto, ellos eran indiferentes a la conservación y restauración del patrimonio arquitectónico. Estaban de moda las casas bien espaciosas. Los edificios históricos fueron demolidos... Desgraciadamente, eso fue característico no sólo para los países del campo socialista, sino también para las naciones de Europa Occidental. Sólo la ciudad de Munich y algunas otras localidades fueron recuperadas en su forma original, pues las autoridades han tomado esta decisión de principio. Ahora, como yo lo veo, la mayoría de las personas promueven el proceso de la restauración de obras emblemáticas de la ciudad. Sólo tenemos que buscar a los inversionistas.

— ¿Qué impresión le dejó el casco histórico de Minsk?

— Es pequeño, pero su estado muestra que los belarusos aprecian su legado cultural e histórico. Este hecho nos une mucho.

Informe de la revista, “Беларусь. Belarus”:

Hermann Parzinger nació en 1959 en Munich. En el período de 2003 a 2008 ocupó el cargo del director del Instituto Arqueológico de Alemania. A partir del año 2008 fue el presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano de Berlín. Es el autor y coautor de más de 20 monografías y más de 230 artículos científicos sobre la arqueología, que abarcan el período entre la edad de piedra y la edad de hierro.

Participó en las obras de excavación en Europa y Asia. Ganó la fama mundial por descubrir en julio de 2001 la tumba de un rey escita en el túmulo en el territorio de Tuva, del cual fueron extraídos en torno a seis mil artículos de oro. Es el descubrimiento hecho en el verano de 2006 en las nieves eternas de Altai del guerrero congelado momificado escita cubierto de tatuajes y en la ropa conservada.

En 2009, Hermann Parzinger recibió de manos del antiguo presidente de la Federación de Rusia, Dmitry Medvédev, la Orden de la Amistad por sus destacados logros científicos y la participación activa en el desarrollo de las relaciones científicas y culturales alemano-rusas. En 2011, fue galardonado con la Orden Alemana Pour le Mérite, en 2012 con la Gran Cruz de los oficiales “por sus servicios a Alemania”.

En su tiempo libre, el científico alemán practica judo, es el poseedor de un cinturón negro, ha participado en los campeonatos europeos y mundiales. Es un campeón muchas veces de Berlín (la última vez, en 2010).

Víktar Kórbut

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