Sobre la enfermera de la Unidad de Cirugía Urgente María Skuratóvich: se puede decir que esta joven mujer aporta mucho a la recuperación de pacientes

Simplemente María

Sobre la enfermera de la Unidad de Cirugía Urgente María Skuratóvich: se puede decir que esta joven mujer aporta mucho a la recuperación de pacientes
Sobre la enfermera de la Unidad de Cirugía Urgente – que trabaja en el Hospital Clínico No. 2 de la ciudad de Minsk, María Skuratóvich – también se puede decir que esta joven mujer aporta mucho a la recuperación de pacientes



En mi opinión, es una muchacha muy especial. Pues su materia favorita en 2011, cuando ingresó a la Escuela de Medicina de Minsk, fue la anatomía. En varias ocasiones oí hablar los estudiantes que la anatomía es la materia muy difícil para aprender. Pero es bien evidente que sin el conocimiento de la anatomía es imposible dedicarse a la medicina. Pero no cualquiera puede amarla...

Reitero que conocí a María Skuratóvich, mientras estaba internada en la Unidad de Cirugía Urgente del Hospital Clínico No. 2 de la ciudad de Minsk. Tengo venas muy finas, en que es muy difícil entrar, especialmente para los estudiantes pasantes con poca experiencia. Por la tanto, me gustaría contar sobre las habilidades de este enfermera de procedimiento. A mí me pareció una enfermera principiante, pero me hizo una inyección rápidamente y sin que yo sintiera un dolor. María hizo una elección bien consiente al ingresar en la Escuela de Medicina de Minsk para convertirse posteriormente en una enfermera de procedimiento. En otras palabras, María es una de aquellas jovencitas que se dedicó a la medicina por una vocación.

Además de eso, es una muchacha muy encantadora y bella que se parece mucho a la protagonista del popular cuento de hadas ruso, “Morozko”, a base del cual fue hecha la película con el mismo nombre que es parte del fondo de oro del cine soviético. Su voz suena como aguas de un arroyo, es atenta y amable... Las evaluaciones de este tipo oí también de dos pacientes de la Unidad de Cirugía Urgente y recuerdo ahora, como me sonreí, pues no sólo yo tenía estas asociaciones. Oí muchos epítetos para caracterizar a esta chica de cabello rubio que se presentó como “simplemente María”. Los pacientes la caracterizaban con las palabras: humilde, educada, atrevida respondiendo a otras enfermeras y que transmite mucha seguridad... Siempre yo quería decir algo agradable a María. Y ella respondía con mucha paciencia y la amabilidad a todas mis preguntas. Sus manos eran pequeños, pero muy hábiles y hacían sentirme muy confiada. Un movimiento preciso y la aguja de la jeringa pasa a la vena...

María comenzó a trabajar en la Unidad de Cirugía Urgente, una vez terminados los estudios en la Escuela de Medicina de Minsk, porque incluso estudiando, optó por la cirugía y en el futuro le gustaría ser una cirujana. En la unidad –donde está trabajando a esta altura– hay muchos especialistas de los que se puede aprender. Se trata de los cirujanos: el jefe de la Unidad de Cirugía Urgente, Sergei Alexándrov, Vladímir Korik, Norayr Melkonyán y otros... Y todos los demás médicos, cuenta María Skruratóvich, son muy buenos. Además de eso, María habla muy bien del personal auxiliar.


— ¿María, tal vez sabe que dijo Aristóteles: sólo los médicos con talento dan la importancia a un conocimiento preciso de la anatomía humana? ¿Y por eso te gustaba tanta esta materia?

— Por supuesto me agrada mucho el hecho de que pienso igual como Aristóteles, pero no conocía este aforismo. Probablemente es una cuestión de intuición. Soy acuario según el signo del zodiaco, y los acuarios, aseveran los expertos, ven su camino futuro gracias a la intuición. Además de eso, les encanta ayudar a las personas y no les agrada el trabajo aburrido y monótono (se sonríe)...

— ¿Resulta que usted eligió la medicina por vocación? Me imagino en la Unidad de Cirugía Urgente nadie se siente aburrido... ¿Entre sus parientes hay médicos?


— No hay. Y, tal vez, nunca hubiera. Mi relación con la medicina se desarrolló por sí mismo. Desde la infancia yo soñaba con ser médica. De todos modos, no me acuerdo si quería tener otra profesión: ser maestra o, por ejemplo, actriz. En este caso la gente dice que siempre sabía que iba a ser médica. Tal vez es una vocación, o una premonición de mi trayectoria profesional en la vida. Es probable que mi deseo se haya hecho más firme a los once años, cuando falleció mi madre. Por lo tanto, una vez terminada la escuela secundaria, presenté mis documentos en la Universidad Nacional Médica de Belarús. Pero no obtuve puntos suficientes y sin pensar mucho tomé la decisión de ingresar en la Escuela de Medicina de Minsk. Allí estudié durante tres años. El último año tenía pasantía en la Unidad de Cirugía Urgente, donde todos los días eran distintos. Este trabajo me absorbió por completo.

— ¿Sigue teniendo deseo de ingresar en la Universidad Nacional Médica de Belarús?

— Voy a probar hacerlo este año. Ahora asisto al curso de preparación. Me gustaría mucho estudiar aquí.

— ¿Con qué le atrae la profesión de la enfermera o la doctora?

— Me gusta mucho curar a las personas. Me siento bien, cuando un paciente comienza a sentirse mejor después de mis inyecciones. Y me alegro mucho, cuando él comienza a sonreír y confiar en mí. La confianza entre nosotros es una gran cosa. Pues no es ningún secreto que las personas se preocupan mucho por su salud. Y si uno no se siente bien, su estado de ánimo, por decirlo así, no es el mejor. Se trata de la desconfianza y la falta de confianza en la recuperación, la irritabilidad y el egocentrismo... Mi tarea es no sólo hacer bien una inyección o poner una jeringa, sino también escuchar al paciente para que él pueda descargarse hablando. Esto es especialmente necesario para las personas mayores. Así se establece la confianza entre nosotros.

— ¿Cuándo usted entra en el cuarto, qué dice a los pacientes? ¿Cómo la reciben? Tal vez, cada uno de diferente manera. Pues uno sufre de dolor, otro ya se recupera. Y usted tiene que tratar de ayudar a cada uno.

— Sí, todas las personas son diferentes. Alguien necesita una compasión, alguien quiere saber qué inyecciones se le ha prescrito el doctor, qué pastillas tiene que tomar, alguien se cierra en sí mismo... Trato de sonreír siempre. Pero la sonrisa debe ser contenida, pues a veces uno de los pacientes sufre un dolor tremendo. Entiendo que conmigo y con mis inyecciones entra la esperanza de que pronto el dolor desaparecerá. Muy a menudo a la Unidad de Cirugía Urgente vienen los pacientes que tienen un dolor fuerte, por lo que ellos no están alegres para nada. Entro en el cuarto y saludo a todos. Pongo inyección. Si alguien me hace pregunta, claro que le respondo con mucho gusto.

Cuando veo que mi respuesta no satisface por completo al paciente, trato de asegurarle, prometiendo hablar más tarde. También es importante prestar atención a la persona que se ha cerrado en sí misma. Nunca se sabe que está pasando en la mente de una u otra persona. Por lo tanto, primero debo entenderlo para que sea más fácil ayudar. La enfermera no debe verse demasiado alegre y mostrar que tiene prisa. Mi propio estado de ánimo, mi estrés, así como mi fatiga emocional no deben afectar a los pacientes...


En la sala de tratamiento

— ¿Según entiendo, es más fácil en su profesión encontrar un modo de aproximarse a cada uno de sus pacientes?

— Así es. No importa lo bien que haga mi trabajo, en cada caso se trata de un ser vivo. Y esto no es un mundo sencillo, sino tiene sus “corrientes subterráneas”. Además de eso, en el fondo cada persona enferma tiene remolinos que a veces ningunas inyecciones ayudan a aliviarlos. Normalmente los pacientes requieren de las enfermeras y los doctores que hagan un milagro, pero cuando ocurre es, la gente cree que así debería ser. Pero a veces es necesario guardar un silencio total con los pacientes, sobre todo, cuando ningunos argumentos son válidos.

— Tal vez hay personas, a las que uno quiere golpear...

— A veces me gustaría, pero no puedo (se ríe). En general, todas las personas son buenas, pero a veces los problemas de salud no les permiten mostrar su mejor lado. No se puede juzgar a una persona cuando no es adecuada. Los pacientes se comportan de manera diferente en situaciones críticas. Uno no pierde la dignidad y autocontrol y aguanta el dolor. Otro es caprichoso, exagera el dolor y requiere de una mayor atención. Además de eso, no debemos olvidar que todos tenemos sensibilidad muy diferente. Algunos al ver la sangre, que les toman de la vena, pueden perder el conocimiento. También hay personan escandalosas por su naturaleza. Pero yo tengo suerte con la gente buena.

— ¿Cómo comenzó su actividad laboral? ¿El concepto de salud y la realidad coincidieron? ¿No lamenta que ha escogido la medicina?


— En la Unidad de Cirugía Urgente estoy trabajando durante más de dos años. Cuando comencé, todo era maravilloso y me parecía que siempre trabajaba aquí. Fuimos un equipo médico muy unido. Todo fue como yo pensaba antes. Me gusta mucho cuando los colegas mayores aprecian mi trabajo bien hecho. Estoy feliz también por otras enfermeras, cuando aprecian su labor.

— ¿En seguida comenzó a trabajar de la enfermera de procedimiento?

— Al principio trabajé de la enfermera de guardia, y después de la enfermera de procedimiento.

— ¿Le agrada cuando la agradecen los pacientes?

— Claro que es muy agradable. Y cuando me regalan las flores y sonrisas también. Y cuando dicen buenas palabras. Todo esto recibo con mucha gratitud, y estoy convencida de que en realidad no debemos esperar nada de los pacientes. Pues me di cuenta de una cosa muy interesante en nuestra vida: cuanto menos uno espera que lo agradezca la gente, más gratitud llega.

— ¿Recuerda usted el momento cuándo hacía su primera inyección? ¿Todo salió bien al principio?

— Sí, todo salió muy fácil. Eso fue mientras tenía pasantía en la Unidad de Cirugía de Enfermedades Internas de nuestro hospital estudiando en la Escuela de Medicina de Minsk.

— ¿Me imagino, salvó a alguien?

— Es una situación bastante regular en nuestra unidad. En este caso es necesario actuar con rapidez para poder salvar a una persona. En este proceso toman parte todos los médicos –intensivistas cirujanos– y enfermeras…

— ¿Alguien de sus pacientes murió? Si es así, ¿qué sintió en este momento?

— Claro que sí. Pero en estos momentos no tenemos que sentir, sino actuar. Lo que trato de hacer siempre. Si uno no tiene inmunidad contra el sufrimiento de otras personas, entonces no podrá trabajar en la medicina. Pues la energía de sufrimiento es devastadora. Para ayudar al paciente, es necesario actuar rápidamente y no lamentar... Mi compasión por los pacientes debe expresarse en mis acciones correctas. Y reitero, también en mi habilidad de conversar con ellos. Me parece que Vladímir Békhterev dijo que si después de una conversación con el médico el paciente no se sintió mejor, entonces no fue buen médico.

— Los científicos han demostrado que el trabajo de un médico es una de las profesiones más nerviosas en el mundo, en particular los investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard y la Universidad de Michigan realizaron un análisis del estado mental de los médicos modernos. Resultó que cada año está creciendo el porcentaje de médicos que sufren de depresión. ¿Por qué, qué le parece?

— El trabajo de los médicos, en especial los cirujanos de los cuidados intensivos, está relacionado con un enorme estrés. Claro que otras profesiones también provocan un estrés. Creo que se necesita prepararse para los mismos con anticipación. Si uno ha elegido esta profesión de médico, debe buscar el remedio de escapar de las tensiones y dar cuenta de que la salud tuya está en tus propias manos.

— ¿Cuáles son las cualidades de la personas aptas para trabajar en la medicina?

— Se trata de las personas tranquilas, responsables y que pueden trabajar en equipo…

— ¿El moderno médico necesita tener algunas cualidades especiales? ¿Por ejemplo, la ambición?


— La ambición, como sabemos, es la locomotora del éxito. A menos que no pase a la vanidad. Sin embargo, si el médico no combina la práctica con la teoría, nunca llegará al desarrollo. Por lo tanto, me parece, un médico moderno debe ser capaz de combinar la práctica y la teoría.

— ¿Por qué le gusta la novela de televisión dedicada a los médicos?

— Me encanta la serie, “Doctor House”. El personaje principal, a pesar de ser una persona bastante rígida y ruda, es muy buen especialista de diagnóstico, que no sólo sabe trabajar en equipo, sino también enseña a hacerlo a los médicos más jóvenes.


FACTOS

  • El Hospital Clínico No. 2 es el más antigua institución de salud pública de las que existen en la capital de Belarús, Minsk (fue abierto en 1799), cumple con todas las exigencias de la atención médica de alta tecnología. Conocer la historia del hospital se puede leyendo el libro del reconocido escritor y etnógrafo belaruso, P.M. Shpilevsky, “Viaje por el Polesiye Belaruso”.

  • Las operaciones quirúrgicas están desarrollando activamente a partir del año 1870. En diferentes períodos, por diversas razones el hospital fue cerrado. En 1977, en el hospital –que ahora se encuentra en la calle Engels, 25 y ocupa dos modernos edificios conectados entre sí– fue abierta la Unidad de Cirugía de Emergencia para 60 camas.

  • A esta altura, el jefe de la Unidad es Sergei Alexándrov.

  • El personal de la Unidad de Cirugías de Emergencia trabaja en estrecha colaboración con el Departamento de Cirugía Militar de la Universidad Nacional Médica de Belarús encabezado por el coronel del servicio médico, profesor asociado, Vladímir Korik.

Valentina Zhdanóvich
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