Hace cuarenta años de los cedros en Belarús se habló con una gran tristeza.

Сedros de Vetka

Hasta ahora, el pueblo belaruso de Vetka –ubicado en la provincia de Gómel– en los círculos más amplios ha sido conocido como el centro de los viejos creyentes. Sin embargo, en las últimas décadas, el centro municipal obtiene otra marca conocida de la capital belarusa de cedro siberiano. Pues precisamente aquí no sólo se puede ver una pequeña taiga la única en el país, sino también recoger piñones.


Hace cuarenta años de los cedros en Belarús se habló con una gran tristeza. No crecen y eso es todo. Incluso si alguien veí a un pino de taiga entre las bellezas locales, sus frutos nunca eran vistos, porque en Belarús el cedro no daba frutos. Este hecho científicamente comprobado en los años setenta del siglo pasadoaportó a la decisión del siberiano, Gennady Vasílievich Asánov, de desafiarlo. Para aquel entonces él ya se fue de la provincia rusa de Kémerovo, donde trabajó como minero y se instaló con su familia en la provincia belarusa de Gómel, en la tierra natal de su esposa.

El famoso jubilado me recibe en su casa en Vetka, ubicada en la calle Yanka Kupala. Cerezas, manzanas, uvas. Pero me gustaría preguntar sobre los cedros. El dueño de la casa camina por su patio y trata de pacificar a su guardián a cuatro patas, que busca una pelea. Sin embargo, antes de mostrarme cedros, Gennady Vasílievich me ofrece sentarse en una mesa para tomar té y me sirve varios platos. Sin notar mi resistencia, trata de convencerme:

— Tiene que probar la miel casera de nueva cosecha, así como los pepinos de mi huerta. Es muy rico. Todos los apicultores así comen la miel.

No me quedaba la otra. Comencé a comer el pepino con miel, y el dueño me contaba lentamente, como fue todo. Una vez leí una información sobre los cedros, que en Belarús no daban frutos, y lo puse en duda. Encontró el número telefónico del instituto de ingeniería forestal de Moscú, donde el área de cedros ocupaba 35 hectáreas. Habló de sus dudas y pidió material para sembrar. Pronto le llegó el paquete con diferentes tipos de piñones: siberianos, coreanos, etc. Losto mí puso en el terreno de su jardín:

— Entonces vivía y trabajaba en el pueblo de Marino, municipio deDobrush. Puse las semillas en el terreno de mi jardín y dentro de algún tiempo salieron los brotes. Eso fue en 1977. Comencé a notar que si ponerlas en el suelo con la punta, sería una buena cosecha. Al principio, hasta que no salieran un poco, era necesario sacar toda la hierba mala para que no cubriera los brotes. Sin hacerlo, ellos en seguida se morirían. Pues eran muy débiles. Así que durante cinco años mis cedros crecieron mucho. En 1982 dije a los silvicultores de Vetka: “Tengo cedros pequeños y hace falta plantarlos en un sitio bien seguro”. Ellos me ayudaron mucho.

Así una islita de taiga emigró a las afueras del pueblo Pobuzhye ubicado en el municipio de Vetka. Los cedros –plantados en los suelos arenales– fueron rodeados de arbustos para proteger de animales y bárbaros. GennadyAsánov regularmente venía allí con una azada para sacar el exceso de césped, que podría tapar cedros. Y cuando los árboles se adaptaron en un nuevo lugar, ya no necesitaban más ayuda. Pero luego sucedió la catástrofe en la central nuclear de Chernóbyl. Sin embargo, los cedros siguieron creciendo. Me gustaría contar una cosamás. Hace un par de años ocurrió un milagro: recibimos la primera cosecha. El siberiano, Gennady Asánov, se pone muy entusiasta, recordándolo:

— Cuanto ví brotes, sólo pude pronunciar: “¡Buenos días, paisanos!” Según los científicos, los cedros comienzan a dar frutos dentro de 60 ó 70 años. Y en este caso pasaron solamente 33 años. Nunca pensé que lograría verlo. Parece que era un premio por mi trabajo muy tenaz.

Es una lástima que usted haya tardado para ver la cosecha de este año: los piñones fueron sacados un poco antes de lo habitual.

— ¿Esperaba hasta que cayeran?

Gennady Vasílievich comienza a sonreír, ofreciendo el otro pepino. Pruébelo más, es muy sabroso:

— Es una gran altura. Nuestros árboles ya tienen casi 17 metros y en el bosque llegan a tener incluso más de 40 metros. Cuando el fruto cae al suelo, se rompe. Cuando era joven, recogía frutos, subiendo a los árboles y desde allí me movía por las ramas.

Soy tímida y no podría de ningún modo subir al cedro. Pero el vicedirector de la economía forestal de Vetka, Iván Gorélikov, me contó cómo se puede hacerlo fácilmente:

— ¿Para qué subirlo así? Actualmente utilizamos la plataforma aérea. Con este fin inventamos un dispositivo especial parecido a un gancho.

— ¿Es como de piratas?

— Exactamente.

— Por el momento, la cosecha no es muy grande. Es un poco más de dos kilogramos. A esta altura, se toman medidas muy importantes con el fin de ampliar las plantaciones de cedro en Pobuzhye, en el jardín botánico y el bosque de la escuela de la economía forestal de Stolbunsky. A propósito, del cuido de su vivero tambiénse ocupa Gennady Vasílievich. Al poner zapatillas de casa, me invita a pasar al rincón más alejado de su jardín. Por allí están dos cajas, y en las mismas están guardados los diminutos brotes de palmitas:

— En una caja está la tierra adquirida en una tienda, y en la otra de aquella huerta, donde crecen pepinos. Se sienten igual de bien.

Así que el logro más importante es que los cedros tienen ahora raíces belarusas. Hace falta señalar que Gennady Vasílievich a mí me regaló también dos сonos con la instrucción como sacar cáscara a lo ancho. Si hubiera tenido más piñones, sigue contando el señor Asánov, podría hacer panqueques. Dijo que tiene una receta muy rica. Hay que moler los piñones secos hasta que sea un polvo, añadir la harina, el huevo, una pisca de la sal y meter toda esta mezcla en el horno. Es la receta, que él conoce desde su infancia. Salen los panqueques muy sabrosos.

Así que en otoño pienso ir por los arbolitos jóvenes y luego plantarlos cerca de mi casa. Es muy probable que pronto tengamos muchos cedros. En este caso voy a preparar los panqueques con piñones y los ofreceré a probar.

Violetta Dranyuk
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