La situación en cuanto a los jardines de infancia en Belarús es única: no hay colas, incluso en la ciudad de Minsk bien concurrida

Los jardines de infancia a pocos pasos

La situación en cuanto a los jardines de infancia en Belarús es única: no hay colas, incluso en la ciudad de Minsk bien concurrida


La principal razón de este fenómeno –incluso en los tristes años del colapso de la antigua Unión Soviética– en Belarús continuaban construyendo los jardines de infancia. Y ahora en Belarús anualmente entregan aproximadamente una docena de nuevas instalaciones de educación: modernas, con obras de juego, piscinas y canchas deportivas.



Por supuesto, en las nuevas urbanizaciones –donde la infraestructura social y educativa no se está desarrollando bien rápidamente– los padres jóvenes al principio tienen que llevar a sus hijos a los jardines de infancia en los barrios vecinos.

— El año pasado, los jardines de infancia trabajaron con una carga de 122 por ciento. Se trata de un problema de desarrollo activo en las grandes ciudades, dice la especialista del Departamento de Educación Preescolar, Secundaria y Especial del Comité de Educación del Gobierno de la Ciudad de Minsk, Elena Makarévich.

Sin embargo, la viceprimera ministra de Belarús, Natalia Kochánova, asegura de que la “sobrepoblación” es una buena señal:

— Lo que dice que la situación demográfica en el país próspera. Desde hace más de diez años en nuestro país se observa un crecimiento de la tasa de nacimiento.

A su vez, en las zonas rurales no todo es tan bien. Debido al número insignificante de chicos se cierran escuelas y jardines de infancia. A menudo, las instituciones de educación se cierran en uno de los pueblos y los padres se ven obligados a llevar a sus hijos a otra localidad más poblada.


Garantías para los más pequeños


El esquema de distribución de los niños por los jardines de infancia es bastante transparente e igual para todos. Es posible presentar una solicitud al servicio, “Una ventana”, para que acepten a un niño en el jardín de infancia incluso al día siguiente después de su nacimiento.

El Estado garantiza a cada pequeño ciudadano belaruso la oportunidad de asistir al jardín de infancia, que a veces no se encuentra junto a su casa, sino en un par de paradas. En Minsk, incluso hay un autobús especial, “Malyshok”, que lleva a los niños con sus padres al jardín de infancia, si está en otro barrio.

Los hermanas obligatoriamente tendrán puesto en el mismo jardín de infancia. Si el niño mayor ya está visitando una determinada institución, los hijos menores, cuando llega el momento, se lo acompañarán. Este es un logro muy obvio. Pero hasta hace pocos años aceptaban a los niños, donde había lugares.

A propósito


En nuestro país hay en torno a un medio millón de niños de edad preescolar. De ellos, en promedio a jardines de infancia y guarderías va alrededor del 75 por ciento: el tercio son los niños de hasta dos años, y prácticamente cien por ciento son los pequeños de cinco años de edad, que en un año van a comenzar a estudiar en la escuela.

A partir del año 2014, los padres en Belarús pagan sólo por la comida. Todos los demás servicios se los cubre el Estado. Los padres de los niños de la edad preescolar con discapacidades no pagan nada y la mitad del costo se la pagan las familias de acogida, así como las que tienen a tres o más hijos. El 30 por ciento menos aportan los padres, cuando tienen a dos hijos que van al jardín de infancia.



Madres se convierten en educadoras


Hace falta señalar que en Minsk, introducen nuevas formas de educación preescolar.

Como un experimento en las escuelas secundarias del barrio Pervomaysky de la ciudad de Minsk, fueron organizados varios grupos con salas de juegos y dormitorios para los niños preescolares. Ahora los pequeños tienen la posibilidad de aprender algo y jugar, y al mismo tiempo se acostumbran al nuevo ritmo de la vida.

La innovación, según los padres y profesionales, está justificada por completo. Aunque este enfoque no puede ser considerado una innovación. Las escuelas belarusas ya tuvieron algo similar, cuando a mediados de los años ochenta del siglo pasado, fue llevado a cabo el programa de aprendizaje destinado para los chicos a partir de seis años de edad. Entonces el orden del día de los pequeños de seis años no era muy diferente de la vida en el jardín de infancia. Si las escuelas estaban llenas, los primeros grados fueron organizados a base de las instituciones de educación preescolar. Así que todo nuevo es el viejo bien olvidado.

En los barrios minsqueños más poblados –Moscovsky y Frúnzensky– encontraron otra fórmula para luchar contra la escasez de plazas en jardines de infancia: fueron creados “grupos familiares”. Las madres con tres o más hijos comienzan a trabajar de educadoras en un tiempo parcial. Estas madres trabajan en su casa, donde atienden a un grupo de siete niños. Los llevan a las clases de música y participan en las fiestas de niños. Cabe destacar que estos “grupos familiares” tienen sus propias áreas para actividades al aire libre.

Los jardines de infancia privados –cuyo número, por ejemplo en toda la ciudad de Minsk llega a ocho– no resuelve el problema. Por lo general los jardines de infancia de este tipo se abren en zonas pobladas del centro de la ciudad. De los públicos ellos se diferencian por tener pequeños grupos e importante monto de la matrícula.

Pero las actividades con niños en todas las instituciones de educación preescolar se llevan a cabo según un solo programa, “Praleska” (campanilla de invierno — Aut.)

Germán Moskalenko
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