Impresionando París

Era imposible no prestar la atención a esta comunicación ofrecida por agencias de información. “En la capital francesa fue celebraba la exposición del artista belaruso, Víktor Alshevsky.
Era imposible no prestar la atención a esta comunicación ofrecida por agencias de información. “En la capital francesa fue celebraba la exposición del artista belaruso, Víktor Alshevsky.

El barnizado tuvo lugar en el club Cercle de l`Union Interalliee y reunió a altos ejecutivos del Gobierno y los representantes de la élite de negocios de Francia, así como a embajadores extranjeros. Hace falta señalar que este club fue fundado en 1917 y está situado en un edificio histórico de la mansión privada de Henri de Rothschild, que se encuentra cerca del Palacio del Elíseo. El presidente del club Cercle de l`Union Interalliee, Denis de Kergole, y el Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Belarús en Francia, Pável Latushko, presentaron las obras de Víktor Alshevsky a los socios del club y los representantes de la élite política y de negocios de París, que visitaron la exposición. Los invitados destacaron toda la originalidad de talento del moderno artista belaruso”.


Estos son líneas muy escasas de aquella comunicación, pero permite conocer las obras parte de la reciente exposición del artista belaruso. Por cierto, Víktor Alshevsky se exhibe mucho en el exterior. En París también estuvo presentando sus cuadros en varias ocasiones. Sin embargo, tiene mucha importancia el hecho de que él logró impresionar al público parisino bastante exigente. Aunque para el mismo artista no es muy importante.

Víktor Alshevsky pertenece a la generación de artistas, que entró en la vida activa y creativa en los años setenta del siglo pasado emprendiendo búsquedas de un nuevo lenguaje plástico. Su obra artística se basa en los mejores logros de la escuela de arte de Belarús: metaforismo, sinceridad espiritual y plasticidad de imágenes. El artista es libre en su interpretación la historia y con gran maestría combina en el mismo cuadro diferentes técnicas plásticas, reminiscencias del arte clásico y la estética de las últimas décadas. Viktor Alshevsky no tiene miedo de experimentos creativos y transforma libremente sus trabajos con ayuda de medios pictóricos novedosos y tradicionales, busca revelar la esencia del hombre y muestra su gran interés hacia el destino y el futuro...

Durante la última década, Víktor Alshevsky se convirtió en uno de los artistas más reconocidos de Belarús. Es cierto que él trabaja duro y exhibe con éxito sus obras. El reconocimiento –que se le llegó relativamente rápido– no le impide seguir trabajando, sino más bien, aumenta el grado de exigencia hacia sí mismo. Al mismo tiempo, Víktor Alshevsky sigue siendo parte de arte nacional belaruso: sus pinturas siempre se adaptan perfectamente a cualquier exposición que se celebra en conjunto con los demás artistas. Un interés considerable hacia su obra lo muestran los organizadores de exposiciones y galerías, así como los especialistas en arte de otros países.

Además de eso, vale la pena señalar que el artista prefiere en su obra no sólo presentar los sentimientos, sino el mismo juego de pensamientos, así como distintas esquemas intelectuales y experimentos muy inesperados. Él está variando el contenido de imágenes presentadas, es decir, su esencia y transmisión externa. No, eso no hace sus cuadros demasiado racionales. La sensibilidad de las imágenes –especialmente eso se nota en sus retratos, que tienen preservada la inmediatez de la percepción– atrae la atención del público intelectual y las masas hacia sus inolvidables pinturas. Estas mismas características bien distintivas garantizan un éxito continuo de las obras del artista fuera de Belarús.

“Hoy en día, la creatividad es impensable fuera de tendencias estéticas globales, artísticas y filosóficas, reflexiona el propio Víktor Alshevsky. La necesidad de una mayor apertura creativa se percibe a través del diálogo entre culturas”. Pero este proceso en sí contiene muchas sorpresas. Así, el círculo de artistas belarusos – que activamente participan en el proceso artístico internacional– no es tan amplio como podría ser. El análisis de proyectos de exposiciones internacionales de la última década nos lleva a la conclusión de que en estos proyectos toman parte principalmente los mismos artistas, entre los cuales siempre está Víktor Alshevsky.

Boris Zaborov (a la izquierda) y Viktór Alshevski (en el centro) encontraron en el lanzamiento de la exposición en París

Casi nadie va a negar que el artista siempre percibe muy agudamente el reconocimiento o no reconocimiento tanto en su propio país, como en el extranjero. Mientras tanto, el mercado europeo del arte – que ya han conquistado muchos artistas belarusos– tiene sus leyes específicas. Víktor Alshevsky ya había experimentado toda la versatilidad de los proyectos de la modernidad y la figuración realista del arte. Somos testigos de un movimiento global del moderno arte, su capacidad de sobrevivir en diferentes condiciones culturales, políticas y sociales. No cada artista –reconocido en Belarús– podría decir razonablemente que su obra es capaz de encajar en la ilimitada y, al mismo tiempo, la estructura rígida del mercado internacional, encontrar un equilibrio imaginativo y temático, que sería igualmente interesante en diferentes situaciones culturales.

Pero Víktor Alshevsky logra hoy en día convertirse en el representante del nuevo pensamiento artístico, que incluye una comprensión de imágenes generalizadas en la cultura mundial. Los temas de sus obras son los fragmentos de la historia y la modernidad, privados del suelo de la realidad sencilla, la icónicidad, que se lee a través de la inspiración de las imágenes y sirve de base de una filosofía muy peculiar del artista.

El camino hacia la expresión en las obras de Víktor Alshevsky no ha sido fácil. 

La época de cambios siempre complicaba la vida de los individuos, en particular, de las personas creativas.

Víktor Alshevsky no sólo tuvo que vivir en esta época, sino también buscar su credo artístico, su nicho en el arte, así como defender sus propias ideas artísticas. Sus primeros pasos de conocimiento de la vida el artista los hizo en el campo belaruso, en los lugares pintorescos de la provincia de Moguiliov. Víktor Alshevsky siempre se alimentaba de la sabiduría rural, el respeto por la naturaleza y todo lo creado por un hombre, lo que él pudo heredar de su madre. Hoy en día, cuando el artista toma un lapicero y un libro bien grueso, encuadernado en cuero, como si fuera diseñado para los siglos, escribe sus pensamientos, se acuerda de la calidez de las relaciones humanas en su infancia. Esta es la base, donde fueron formadas la persistencia y la seguridad en cada paso de su vida. La persistencia es cuando él tenía que cuatro veces ingresar en la facultad de arte monumental del Instituto del Arte Teatral de Belarús. La seguridad está en sus deseos y la perseverancia, tan inesperados para un joven que provenía del campo.

Como recordaba el artista popular de Belarús, catedrático, entonces el jefe de la cátedra de arte monumental y decorativa del instituto, Gavriíl Váshchenko: “Víktor Alshevsky en la juventud se destacaba por su gran dedicación y perseverancia. Para el artista, es un rasgo de carácter muy bueno. En la vida independiente, es sumamente importante poder encontrar fuerzas para trabajar a diario, así como su estilo, que luego será reconocido por todos. Pero los primeros pasos en esta dirección son siempre muy complejos y muy difíciles”.

Víktor Alshevsky tuvo suerte. Él vino a la cátedra no sólo en el momento de su apogeo. Se sumergió en la atmósfera de una libre creatividad. El arte monumental –que en su esencia creaba imágenes, que “volaban” por encima de la tierra– requería la generalidad, el destaque de lo más importante en la composición. Lo que cambiaba el pensamiento de los jóvenes artistas. Los graduados no sólo aprendían a manejar el arte de mosaicos, murales y vitrales, sino podían pensar con imágenes y prestaban mucha atención a una forma.

El artista, Víktor Alshevsky – el representante, como él mismo define su arte, de “la nueva realidad”– se formó durante muchos años. Pasó por la etapa de la formación de sí mismo como un maestro que sabía generalizar temas, que buscaba en las composiciones de muchas figuras el metaforismo del sonido general. Desde los primeros pasos en el arte él se llenaba con las ideas nacionales, al igual que sus amigos, jóvenes artistas, que identificaban Belarús con una comunidad histórica.

Además de eso, el artista siempre pintaba retratos. ¿Qué podría ser más específico que el retrato? El artista capta con precisión una esencia del hombre, sus hábitos, así como sus vivencias. Él parte de una impresión emocional, de una imagen, que debe excitar, tocar, así como llamar una atención. De aquí provienen figuras plásticas femeninas, cuellos de cisne, formas femeninas acentuadas y no escondidas debajo de la ropa. En las imágenes de mujeres en los cuadros de Víktor Alshevsky se percibe el fino velo de la poesía, que transmite a cada retrato algo misterioso y muy atractivo.

Al artista le encanta pintar también los retratos de hombres, para los cuales son más característicos la precisión, así como la aproximación al verdadero carácter de un guerrero. En este caso, siempre en el cuadro aparecen muchas brillantes manchas de color, se percibe la profesión del individuo y seguramente, su carácter. Una especial atención el artista presta en los ojos y la mirada de un hombre, la expresión de su cara y en las manos.

La trayectoria artística de Víktor Alshevsky siempre fue acompañada por el pensamiento dialéctico y artístico.

Él sentía gran interés hacia todo el mundo, hacia las personas con sus pensamientos y sus destinos, hacia sus experiencias personales, hacia los viajes y hacia el arte como tal. Parece que los tumultuosos acontecimientos en la vida del país no hayan pasado por el taller del artista y no hayan sido reflejados directamente en sus obras. Pero sin duda se ellos siempre eran base de sus reflexiones filosóficas.

Víktor Alshevsky siempre pintaba enormes lienzos, imágenes monumentales y composiciones con pocos detalles. Con el tiempo, estas preferencias estaban evolucionando cada vez más hacia icónico y metafórico, y al final se convirtieron en la propia filosofía del artista.

Hace falta señalar que la imagen más importante para él es un caballero encerrado en armadura. En algunas pinturas se percibe que debajo de la armadura del jinete no hay nada. O podría ser una poderosa fuerza invisible o su ilusión. Es probable, como subrayó la especialista en arte desde Alemania, Bárbara Eberhard, en su informe dedicado a obra creativa de Víktor Alshevsky, eso comprueba la incompatibilidad de sus deseos y capacidades.

Hoy en día, el propio artista define su obra como una “nueva realidad”. Los críticos occidentales lo alinean constantemente a los surrealistas. El mismo artista no se opone a esto, por ejemplo, una de sus pinturas está dedicada a Salvador Dalí, donde en el fondo rojo late el corazón del famoso maestro. Pero en este caso, no se trata de una definición de su estilo artístico. Externamente, nuestro tiempo de ninguna manera está presente en sus pinturas, pero en cada una de ellas se percibe un nervio complejo y pulsante de la modernidad. Y de eso es imposible huir a ningún lugar: a otra realidad, a otro espacio.

Podczas uroczystości otwarcia wystawy Wiktara Alszeŭskiego “Kwiaty dla Paryża”
En la ceremonia de la inauguración de la exposición de Víktor Alshevsky, “Flores para París”

En general, cada uno de sus cuadros es todo un misterio. El desierto y el viajero que lleva sobre sus hombros el templo. El centauro atrapado un instante antes de caer en un pozo sin fondo. Los guerreros desarmados que van a ciegas a través el río lleno de luz de la luna fría. Ícaro cayendo abajo, que simboliza una discordia entre los deseos del alma y las posibilidades del cuerpo. El reloj como el símbolo de tiempo y espacio. Las aves es la gente, el círculo es la vida, los caracoles son casas y los búhos es la sabiduría. Las formas y cosas unidas – que a primera vista no están relacionadas– se perciben como algo surrealista, como un mensaje codificado. El arte plástico no puede ser leído superficialmente, asevera el artista. A su vez, el cuadro no sólo es una copia de una forma externa. El artista deja claro que la percepción del significado de sus pinturas depende mucho de la imaginación del hombre mismo. Y con esto él empuja al público a creer que no hay que empobrecer su percepción del mundo y centrarse en los estereotipos, sino hace falta desatar su propia imaginación y confíar en sus instintos y sentimientos.

Víktor Alshevsky no sólo crea sus propias imágenes plásticas. Es su personal visión del mundo, así como de sus experiencias, a través de las cuales él como si haga un diagnóstico del tiempo. Su filosofía se basa en las experiencias personales que se han desarrollado durante sus viajes o leyendo y pensando mucho.

En los años noventa del siglo veinte, Víktor Alshevsky comienza su nueva etapa creativa. Se refiere a la historia del mundo, a partir de una serie de pinturas, “Cartas de tiempo”. Lo que el artista considera crucial para su trayectoria artística. Él saca del contexto del tiempo y de la situación arquitectónica las cúpulas y columnas, fachadas y portales, esfinges y pirámides, San Pietro y la Torre Inclinada de Pisa, obras arquitectónicas de Belarús, Rusia, Italia, Francia, Egipto... Víktor Alshevsky a menudo no centra su atención en la precisión absoluta de los objetos: los monumentos de la arquitectura se convierten para él en una parte del paisaje. Son huellas, signos de la actividad humana, ilusiones y nuevos fenómenos del tiempo y el espacio. A su vez, cada signo, figura y gesto tiene un hilo que lo une consigo mismo, con la definición de su propio lugar en el mundo y una filosofía de vida.

Y sin embargo, Víktor Alshevsky es realista. Tal vez alguien –que por primera vez ve sus obras– puede discutir con esta declaración. Pero esto es así. Por ejemplo, en la exhibición –celebrada en el Museo Nacional de Bellas Artes de Belarús– él presentó una gran cantidad de retratos hechos en diferentes tiempos. Son retratos de personas reales que él conocía muy bien. Pero en cada retrato junto con una similitud realista de una persona, hay algunos elementos que podrían ser llamados más bien símbolos. Es una forma de pintar, que durante tantos años profesa Víktor Alshevsky. El artista es capaz de unir en su cuadro una imagen de su contemporáneo con algún prototipo histórico y de este modo subrayar la conexión de tiempos. A menudo él pinta a sí mismo en armadura caballeresca. Pero también es una imagen con la que el propio artista se asocia. Además de eso, muy a menudo él no quiere en sus trabajos presentar algunos detalles secundarios. Pero lo que se refiere a lo más importante, en sus pinturas todo está expresado detalladamente y cuidadosamente.

Un caballero con la cara abierta así es la imagen de Víktor Alshevsky en la vida y la obra. Es cierto que en sus cuadros muy a menudo están presentadas las imágenes de caballeros. Y que en la mayoría de los casos no se ven sus caras, pues los cascos están bien cerrados. A primera vista, estos caballeros parecen ser objetos impersonales, individuos sin alma. Pero los atributos medievales ayudan al artista a transmitir sus pensamientos en cuanto al lugar del hombre en el mundo actual, y a veces se puede hablar de una tremenda soledad. Así es visión de la realidad.

Casi todas las obras de Víktor Alshevsky es un gran misterio. A primera vista, en el lienzo las siluetas y los objetos no están relacionados entre sí y por lo tanto, se perciben de modo surrealista, como una especie de mensaje en clave. Pero la veracidad de sus obras puede ver sólo una persona, que podría leer su contenido de una mayor profundidad. En el caso con las pinturas de Víktor Alshevsky el público siempre tiene un gran campo para la imaginación y para algunas personas es la posibilidad de reflexionar mucho. Eso les obliga a hacer el propio autor. Pues él cree que es imposible imponer a alguien su propia percepción del mundo y centrarse en estereotipos. Es sumamente importante dar rienda suelta a la fantasía, imaginación, intuición y sentimientos. Sólo de este modo los interesados pueden conocer el diverso mundo de la filosofía y el arte partes del mundo artístico de Víktor Alshevsky.

Sin duda alguna, Víktor Alshevsky toma el mundo de modo filosófico. Durante una conversación común, con frecuencia él comienza a hablar en tono filosófico: dialécticamente enlazando y explicando el significado de las cosas, así como una lógica de su origen. En una palabra, es el filósofo en la vida.

Aunque según la profesión es el artista. Pero no es un obstáculo, más bien al contrario: eso le ayuda en el arte a encontrar un camino bien pensado y presentándose a sí mismo como el autor, brillante y original, así como un emprendedor de un estilo novedoso, que lleva a cabo dignamente.

En varias ocasiones me reuní con Víktor Alshevsky en su estudio. En las paredes permanecen las imágenes. Algunas son muy grandes, que tienen gran simbolismo y otras son íntimas y cálidas: de cámara. Pero de cualquier modo, el artista, Víktor Alshevsky, es el representante del arte monumental de Belarús. Le encantan formas grandes, inserciones de oro, imágenes simbólicas, las más importantes de las cuales el mismo considera un caballero con armadura y su dama con un lirio blanco. Por lo general, él trata de salir del marco tradicional de la imagen, ahica rincones y divide el lienzo en varias partes y añade en la parte superior las cúpulas... Pero lo más importante, quizás, es que Víktor Alshevsky considera Belarús la parte de un mundo abierto, donde la gente está interesada en ver calles romanas, pirámides de Egipto, fiordos de Noruega, así como hermosas iglesias belarusas. Es la filosofía del gran artista.

Kolekcja obrazów dla wystawy w Paryżu
La colección de obras para la exposición en París

A su vez, nosotros tenemos una razón más para volver a París. La cosa es que hace poco aquí ha sido celebrada otra exposición de las reproducciones de obras de los modernos artistas belarusos, en el marco del proyecto de arte de Belarús, “Zabor”.

Se trata de una exposición que ha sido pasada de ciudad a ciudad. Como señaló el embajador de Belarús en Francia, Pável Latushko, este proyecto presentó al público francés bien exigente el arte plástico belaruso.

Muchas personas en el mundo conocen los nombres de Marc Chagall, Jaim Soutine, Michael Kikoin, Pinkhus Flint, quien a principios del siglo XX llegaron a París para conquistar la cumbre de Montparnasse y ser reconocidos en todo el mundo como artistas de la Escuela de París. Sin embargo, pocas personas conocen que todos estos maestros nacieron y se criaron en Belarús. A los artistas –cuyas obras habían sido presentadas en la reciente exposición– también se unió el origen geográfico: todos ellos nacieron y obtuvieron su formaron creativa en Belarús. Cien años más tarde gracias el proyecto de arte, “Zabor”, en París fueron presentadas las mejores obras de los modernos artistas de Belarús y apareció la oportunidad de conocer el moderno arte belaruso en el formato de recorrido artístico.

En total, las reproducciones de obras de ocho autores belarusos participaron en la parte parisina de proyecto. Los organizadores de la exposición trataron de mostrar a los vecinos de París, así como a los visitantes de la ciudad, el arte belaruso en toda su variedad de estilos y temas. Paseando por una calle bien tranquila Henri Martín, la gente tuvo la posibilidad de ver incluso las obras de realismo místico de Víktor Alshevsky.

Esta exposición result muy simbólica. Маrc Chagall y Jaim Soutine a principios del siglo XX conquistaron la capital del arte y un siglo más tarde los artistas belarusos volvieron a presentar el moderno arte belaruso en París.
P. S. Mientras se preparaba este artículo, la exposición de Víktor Alshevsky fue trasladada a la ciudad española de El Escorial que se encuentra a 40 kilómetros de Madrid.
Víktor Мikháilov
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