La película de la reconocida directora de cine, Galina Adamóvich, “Belarús. Historia documental”, podría ser considerada como un corto manual de cine

Es muy interesante seguir el destino

La película de la reconocida directora de cine, Galina Adamóvich, “Belarús. Historia documental”, podría ser considerada como un corto manual de cine


Una de las mejores escenas en la película es la historia sobre los remores de Mozyr, entrenador de la selección belarusa de remo y piragüismo, Vladímir Shantaróvich. Su equipo gana con facilidad
a sus rivales de Alemania y Hungría, donde el remo es el deporte nacional. Cómo lo hacen
es un misterio que ha tratado de revelar también Galina Adamóvich


Se diferencia mucho del “cine rígido”, lo que es característico para la realización de documentales, cuando se trata de contratos públicos. Es cierto que la película ha sido grabada en los estudios cinematográficos, “Belarusfilm”, por el encargo del Ministerio de Cultura de Belarús en víspera de las elecciones presidenciales. La cinta salió bastante verdadera. Belarús y sus ciudadanos fueron presentados como lo son. Como los captó la cámara de cine: sin ninguna propaganda. Vi como el público agradecía a la directora de cine por una actitud positiva y un calor que causaba la película.

Hace falta señalar que es bien característico para las cintas grabadas por Galina Adamóvich, que nunca se dedica a los géneros aburridos. La directora de cine mostró cómo había cambiado el país durante un cuarto de siglo.

La élite del pueblo


— Me imagino que no fue fácil mostrar durante 52 minutos un gran número de acontecimientos que tuvieron lugar en diferentes ámbitos de la vida en Belarús. ¿Con qué empezó?

— La principal cuestión fue en qué centrarnos en la grabación de la película. Pues entre muchos eventos positivos había algunos que es difícil de recordar: la explosión en el metro, así como el accidente en Nemiga. Por lo tanto, pensamos durante mucho tiempo. Luego la viceministra de Cultura, Irina Driga, propuso hablar con el editor jefe del periódico, “Soviétskaya Belarús”, Pável Yakubóvich. Durante esta reunión analizamos la estructura de la futura cinta. Así se cristalizó la idea.

Es la película, que refleja todo lo que han visto los documentalistas con sus propios ojos. Así que de los kilómetros de la cinta Stanislav Gaiduk, Víktor Aslyuk, Mikhail Zhdanovsky, Yury Gorulev, Nikolai Knyázev y Sergey Katera tuvieron que elegir los acontecimientos más importantes e interesantes.

La película es subjetiva, y es mi elección consciente. Creo que cada uno de mis colegas, si decide grabar el cine de este tipo, haría todo a su manera. He tratado de elegir las imágenes, que contaría sobre importantes avances.

— ¿Cómo se dio cuenta de su tarea?

— En lo ideal en este tipo de películas debería trabajar un grupo de periodistas que estudie a las personas y analice la situación. A su vez, yo he cumplido con un papel de la autora de guion, directora de cine y presentadora. He tenido que entender rápidamente a quién vamos a grabar en la planta de energía nuclear, cómo vamos a organizar la grabación en la unidad de cirugía cardíaca, qué complejo agrícola en las provincias de Grodno y Brest vamos a elegir. Al final todo esto ya se ha hecho una pasión, he tenido un placer de comunicarme con muchas personas con muy buena energía, que son verdaderos representantes de la élite de la sociedad belarusa.

Las personas con la energía nuclear


— ¿Cuál etapa del rodaje se le pareció más interesante?

— Lo más interesante para mí era trabajar en la central nuclear de Ostrovets, pues la actitud hacia la construcción de la planta es distinta. Conozco muy bien el municipio de Ostrovets, situado en la provincia de Grodno, donde está pasando la frontera con Lituania. Aquí fueron grabadas muchas películas. Es una zona muy hermosa de Belarús, y a mí tampoco me agrada la idea de que justo aquí será construida una planta de energía nuclear. En la memoria de todos los belarusos está presente la tragedia de Chernóbyl. ¿No sería mejor evitar la construcción de las centrales nucleares? Pero cuando he empezado a estudiar el tema, cuando he comenzado a leer, cuántas centrales nucleares operan con éxito en el mundo –por ejemplo, en los Estados Unidos o en Francia– me he dado cuenta de que hay que tratar de evitar perjuicios.

Cuando hemos llegado a la estación, ya han sido terminadas muchas etapas de construcción que nadie había grabado antes. Es un problema de nuestro tiempo: en la época soviética obligatoriamente sería grabada la película documental sobre una obra de este tipo. Y ahora no. Los periodistas de televisión vienen y hacen de una a dos preguntas y presentan el reportaje de unos quince minutos y es todo. Pero si no está grabado nada, entonces no hay nada.

En Ostrovets no sólo se está construyendo la primera planta de energía nuclear belarusa, sino se está creando la industria de energía nuclear de Belarús. Y permíteme decirle, cuando uno ve, cómo cinco mil hombres trabajan durante el día y la noche, uno comienza a sentir su gran energía, lo que sin ninguna duda debe ser grabado. Para que en quince o veinte años los interesados puedan saber cómo fue todo.

— ¿Por lo tanto, la grabación de la película se la obligó a cambiar su actitud hacia muchas cosas? Hacia la misma energía nuclear...

— Cuando el ingeniero jefe de la central nuclear de Ostrovets, Anatoly Bondar –a propósito procedente de la pequeña ciudad de Pétrikov, en Polesye– dice que los reactores son seguros, y da el ejemplo de Francia, donde operan 58 reactores, no tengo ninguna razón para no creerle. ¿Por qué entonces no pueden operar aquí? ¿Tenemos especialistas malos? El mismo Anatoly Bondar trabajó en el Instituto de Investigación Científica de Minsk en un pequeño reactor. Luego tuvo lugar la catástrofe en la planta de energía nuclear de Chernóbyl. Cuando fueron creados nuevos reactores de agua, Anatoly se fue (tres años antes del accidente de Chernóbyl) a trabajar a la central nuclear de Balakovo situada en el río Volga. Al obtener la ciudadanía rusa, comenzó a representar la empresa, “Rosatom”, en la construcción de las plantas de energía nuclear en Irán, India y China. Recientemente, ha sido invitado ya como un experto ruso a manejar las obras de construcción en Belarús. Es un especialista muy bueno...

Seguramente son patriotas


— ¿Qué está pasando con el cine documental belaruso?

— Estamos grabando las películas cortas de trece minutos, en la que no hay suficiente tiempo para contar historia. A la gente se le encanta seguir el destino de otras personas, para verlo en el desarrollo, por lo tanto, grabamos películas cortometrajes lamentablemente bastante inútiles. Creo que ni siquiera 52 minutos son suficientes para un documental, cuando uno quiere contar una historia bien interesante.

Una de las mejores escenas en la película es la historia sobre los remeros de Mozyr, entrenador de la selección belarusa de remo y piragüismo, Vladímir Shantaróvich. Su equipo gana con facilidad a sus rivales de Alemania y Hungría, donde el remo es el deporte nacional. Cómo lo hacen es un misterio que ha tratado de revelar también Galina Adamóvich.

— Su película tiene aspecto patriótico. ¿Qué actitud tiene usted al concepto de “patriotismo” en la realización de documentales?

— Los intelectuales deben oponer a las autoridades. Se trata de una buena costumbre. Pero se sabe que es más fácil criticar que hacer algo.

Lo mismo se puede decir en cuanto al espacio cósmico. Nos reíamos mucho, cuando falló el primer satélite belaruso. Belarús no es ninguna potencia espacial... Pero cuando conocí al académico, Sergei Zhdanok, y escuché su historia sobre cómo fue todo, cuando supe qué duro había trabajado mucha gente, por ejemplo, los ingenieros de la empresa belarusa, “Peleng”, que crearon el telescopio óptico-electrónico para nuestro compañero, lo tomé muy en serio.

Y hoy en día, cuando el director de la empresa, “Sistemas de Información Geográfica”, de la Academia Nacional de Ciencias de Belarús, Sergei Zolotoy –precisamente él es responsable del segundo satélite que vuela y el lanzamiento del tercer, dice: “Vamos a mostrar a nosotros mismos”– no tengo ninguna razón para no creerle.

DOSIER

Galina Adamóvich es la autora de más de una veintena de películas documentales, la mayoría de las cuales fue galardonada con premios nacionales y extranjeros. La película, “Dios mío” (2005), ganó el premio por el mejor documental corto en Karlovy Vary. A su vez, la cinta, “Zavedenka” (2007), fue nombrada una de las mejores películas nacionales en Belarús.

Nina Katáeva
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