El reconocido artista belaruso celebró el aniversario número 60 con la presentación de la exposición individual

El espacio y el tiempo de Vladímir Máslenikov

El reconocido artista belaruso celebró el aniversario número 60 con la presentación de la exposición individual


Con importante asistencia la exposición fue inaugurada en la Galería de Artes Mikhail Savitsky en Minsk. Al artista fueron dirigidas muchas palabras cálidas para resaltar su personalidad creativa, obra educativa y rasgos humanos. En la exposición están presentadas más de 70 cuadros, que representan una especie de la retrospectiva de los trabajos del artista a través del espacio y el tiempo. Se trata de los retratos pintados en los años ochenta, los paisajes de los años noventa del siglo pasado y principios del año 2000. Sin embargo, una gran parte de la exposición está dedicada a las obras creadas en los últimos años. En la exposición están dominando los paisajes. El artista tiene su estilo de pintar paisajes, que se caracteriza por la aspiración de pintar imágenes de los espacios naturales sin fin. Muy a menudo, estos panoramas pintorescos se combinan con los ríos, en los que se adivinan las peculiaridades de los ríos Dviná Occidental, Dnieper, Neman y Bereziná. Con sus curvas y vueltas los ríos atraen a los admiradores y llevan a las lejanías misteriosas y desconocidas de nuestro país. Vladímir Máslenikov también es reconocido como el retratista de mucho talento. En este género, él se demostró como un observador y buen psicólogo. El artista representa a las personas que conoce bien y ama. Siempre busca en sus modelos las mejores cualidades. Su galería de retratos se actualiza continuamente con nuevas imágenes muy hermosas de nuestros contemporáneos.


Vladímir Máslenikov (a la derecha) junto con el artista, Nikalai Apiyok

Además de eso, mirando las obras presentadas en la exposición, se puede decir que Vladímir Máslenikov celebró su aniversario al pintar los autorretratos, separados por la distancia del tiempo y en el espacio de sus paisajes. El año 1976, él fue estudiante, el año 1996, fue el docente y el año 2016 ya es el catedrático. Durante cinco años Vladímir Máslenikov dirige uno de los principales departamentos de la Academia Nacional de Artes de Belarús. De hecho, hoy en día él determina lo que es bueno en la pintura. El maestro no está en contra de todos los “ismos”. Pero como el artista él es fiel sólo al realismo.

Entre cuadros tempranos se destaca el retrato del director de teatro, Valery Masliuk, de los recientes, el retrato del entrenador de fútbol, Eduard Maloféev. Todos son amigos del artista, a quien es cada vez más cercano se pone el otro género. Desde la edad muy temprana él pasaba mucho tiempo en las orillas del río Dnieper con su padre, el clásico de la pintura del paisaje, Pável Máslenikov. El artista admitió que el cuaderno de bocetos incluso ahora se encuentra en el maletero de su coche.

En el instituto lo enseñaba a pintar paisajes Víktor Gromyko. Hoy en día, es el artista popular más antiguo, aún es de los tiempos de la República Socialista Soviética de Bielorrusia. Aquí se puede observar una línea invisible entre el protagonista de este artículo y el hombre, cuyo nombre lleva la galería. El maestro del artista Máslenikov es el compañero de estudios del artista popular de Belarús, Mikhail Savitsky.

A propósito, es la décima exposición individual de Vladímir Máslenikov... Es verdad que por primera vez el catedrático no sigue su principio: en la exposición están presentadas sólo nuevas obras. Los cuadros más antiguos fueron traídos del Museo de Artes Pável Máslenikov de Moguiliov.

Es cierto, el artista, Vladímir Máslenikov, percibe la naturaleza belarusa como una fuente de inspiración creativa.

El apellido de los Máslenikovy es ampliamente conocido en los círculos de artistas belarusos y en el medio de los amantes de la pintura. El impulso a eso lo dio, sin duda, Pável Máslenikov, que recibió el título de artista popular de Belarús. Pero hoy en día su hijo es un sucesor de las tradiciones artísticas de su padre. Por supuesto, Vladímir tiene su propia personalidad creativa, sus obras son bien reconocibles. Aunque no se puede alejarse del concepto de la “dinastía”, especialmente porque en la familia hay también nuevos sucesores del legado artístico de Pável Máslenikov. Pero de eso vamos a hablar más adelante.

Por supuesto, Vladímir Máslenikov pertenece a la generación de artistas belarusos, cuya obra absorbió las mejores tradiciones de la escuela nacional de pintura. Cada una de sus pinturas está llenada de armonía de color, la paleta de pintura del maestro está bien contenida y sigue la armonía tranquila de la naturaleza belarusa.

Hace falta señalar que la belleza del mundo está presente en todas sus obras: ya que se trate de retratos o paisajes épicos.

Desde hace más de treinta años, Vladímir Máslenikov con pinceles y pinturas está explorando conocidos y desconocidos espacios de nuestro país. Él está buscando y encuentra nuevos motivos, pues desde hace mucho entendió que la tierra natal es capaz de hacer admirarlo con sus paisajes naturales. El artista ha desarrollado su propio estilo de pintar los paisajes, en que está dominado la imagen sin fin del espacio natural. Este maestro, sin duda, de mucho talento tiene muchos hallazgos individuales, por eso para él es cada vez más fácil descubrir las perspectivas creativas inesperadas. La idea del espacio infinito, codificada en las soluciones de paisaje de Vladímir Máslenikov, comprende una introducción al plano del cielo alto, que cautiva con su enorme tamaño. Además de eso, el artista tiene composiciones simbólicas, donde en el cielo se elevan montañas muy altas con nubes oscuras o llenas del sol que sobresalen a través de la neblina turbia. Este elemento figurativo da la apariencia de la tierra nativa en su pintoresca visión de una gran importancia y expresividad que corresponden a su belleza natural, la limpieza y originalidad.


Impresiones después de la exposición del homenajeado expresidos en modos diferentes

De la conversación con Vladímir Máslenikov en el estudio del artista:

— ¿Qué fue decisivo para su elección de profesión? ¿Cuándo pasó eso?

— El decisivo fue el hecho de que mi padre era un artista. ¿Y cuándo pasó? A los cuatro años, todavía no sabía pintar, pero dije que iba a ser un artista y un conductor. Y pasó así: me convertí en un artista y un conductor aficionado muy ávido. Manejo el coche a partir de los trece años.

— Es cierto que es difícil estar a la luz de una estrella como el artista popular de Belarús, Pável Máslenikov. Sin embargo, usted es el artista, Vladímir Máslenikov. ¿Cómo logra tener su propio estilo de la pintura bien reconocible? ¿Cómo logra ser el artista original?

— Para empezar, es muy difícil. Sobre todo cuando uno es un joven artista que acaba de terminar de estudiar. Casi la mitad de mi vida tenía que demostrar que no sólo ha sido el hijo de Pável Máslenikov, sino también me represento algo. Por lo tanto, cuando me gradué del instituto, los primeros años no quería participar en las exposiciones de paisajes. Exponía principalmente retratos, para que no me compararan con mi padre. Luego, poco a poco, comencé a pintar paisajes, pues era algo cercano para mí. Pero también seguía pintar retratos.

— ¿Qué admiraba en el trabajo creador de su padre?

— Siempre me admiraba su laboriosidad. Él trabajaba duro toda su vida. Me llevaba por todos lados. Así me vino el amor a los paisajes. Recorrimos juntos toda Belarús. Si íbamos a Crimea, llevábamos necesariamente lienzos, cartón y cajas de pinturas. Una vez, recuerdo, nos fuimos a Gurzufe: toda la gente en la playa, y nosotros en las montañas haciendo bocetos. Hacíamos cuatro bocetos al día. Me acostumbré a este modo de la vida y ahora no voy a ningún lugar sin caballete. Cuando yo y mi esposa nos fuimos a Crimea, siendo todavía jóvenes, también, llevé el caballete, aunque nadie me pidió hacerlo.

— Usted pinta mucho la naturaleza belarusa. ¿Siente esta cercanía hacia nuestra tierra? ¿Digamos así, quiere expresar sus sentimientos en los cuadros? ¿O simplemente pinta lo que le gusta?


— Actualmente, casi no salgo de Belarús y paso tiempo con mi familia en nuestra casa de campo. Sin embargo, en nuestro país hay lugares maravillosos y muy diversos: llanuras, lagos y colinas... Cada estado de la naturaleza –nieve, lluvia y sol– son lindos. Quiero mucho mi tierra natal.


Fue muy populoso en la exposición

Vladímir Máslenikov percibe la naturaleza belarusa, como la fuente de las ideas creativas, donde domina un deseo de elevarse y sentir armonía de la realidad. Esta es la esencia del pensamiento creativo del autor. Ella se justifica con una constante renovación de las técnicas de pintura. Por ejemplo, la consonancia colorida de los motivos de la tierra natal está enfatizada con el estado de la floración en primavera y verano, cuando los colores brillantes renacen en el sol dorado y los campos verdes, y se sumergen en un cielo azul profundo. Vladímir Máslenikov es uno de los pocos modernos artistas belarusos, que domina a la perfección la tradición de usar colores cálidos y fríos y con mucha habilidad logra transmitir el espacio, el brillo de los rayos del sol en los árboles, en los campos de cereales y en el espejo vivo de la superficie del agua. Por lo tanto, sus paisajes afirmativas de la vida en su estado figurativo y el color siempre son tan cercanos y suaves. Ellos educan de forma natural un sentido de lo más hermoso.

Además de los paisajes sin fin, el artista a menudo se dedica a los motivos más tranquilos de rincones y sendas forestales, bosques de abedules. Estas imágenes están llenas de un estado interno muy especial. Se puede nombrarlas “islas” de impresiones naturales, que permanecen a menudo en la memoria desde la infancia muy temprana. Estos motivos pintorescos están demandados por los contemporáneos, muchos de los cuales a menudo están separados de la naturaleza: viven en un ambiente monótono de la ciudad. Este problema se lo percibe muy bien el artista y trata de ampliar el alcance de la posible “realidad de hormigón” y devolver, gracias a su talento creativo, sentimientos y emociones de sus muchos admiradores al ambiente verde de la naturaleza.

— ¿Le gusta pintar cuadros grandes o el tamaño no lo importa?


— Pinto obras de diferentes tamaños. Pero por alguna razón me gustan más los grandes lienzos. Normalmente en su mayoría mis historias son épicas: paisajes son panorámicos y distantes, que comprenden un gran formato.

— ¿Su padre vio sus trabajos? ¿Hubo una especie de intercambio creativo de opiniones o las orientaciones? ¿Cómo fue?


— Mi padre fue muy parco en elogios. Él creía que si yo me gradué del instituto, eso no quería decir que ya me convertí en un artista profesional. De todos modos debía ganar experiencia. E incluso cuando empecé a obtener mi primer éxito, mi padre –estábamos trabajando en el mismo estudio– no se metía en mi trabajo. Si bien no le pedía nada. Era una persona de carácter fuerte, pero se comportaba con suavidad. Su alabanza siempre era algo alegórica. Por ejemplo, al visitar la exposición, él podría decir: “Mis jóvenes dijeron (los jóvenes son artista de su generación): “Pável, tu hijo es diferente de otros artistas”. Esto significaba el mayor elogio.

— ¿Debe haber sido muy agradable oírlo?

— Por supuesto. Sobre todo, conociendo el carácter del padre, me daba cuenta de que era un elogio. Trataba con mucho respeto a mi padre, para mí el mejor elogio era de él. Si decía eso él, entonces era hecho bien. Ahora mi opinión es muy importante para mis hijos. Cuando el mayor (Pável Máslenikov — Aut.) estudiaba en la Academia Nacional de Artes de Belarús, llegué para ver sus pinturas y le dije: “Has crecido mucho”. Pero le pusieron calificaciones no muy altas. Entonces él me dijo: “Por primera vez he oído de ti que mis obras son buenas. En la escuela de las artes ponían buenas calificaciones, y tú me regañabas todo el tiempo”.

— Ahora también su hijo toma el mismo camino. Así que la dinastía de los artistas Máslenikovy sigue creciendo. ¿Pero por qué su hijo también es pintor?


— Es más, mi hijo menor, Alexei, ahora aprende la profesión de diseñador. Además de eso, mi nuera es también artista. En cuanto a mi hijo, Pável, cuando tenía cinco años, yo no podía sacarlo de mi estudio.

Probablemente, todo que ya haya estaba predeterminado. Una cosa más. En este oficio yo le puedo sugerir algo. Claro que por el momento no le sale todo bien. En la infancia yo decía que iba a ser un artista, pero no estaba seguro de lo que era. Mi padre todavía estaba trabajando en el teatro como director artístico, por lo tanto, se puede decir que yo crecía en el teatro de ópera. Cuando tienes ejemplo de este tipo, eso influye mucho.


Veranillo del membrillo. 2015

— Cuando pintaba su padre, era un tiempo, ahora es otro. ¿Si se está cambiando el proceso creativo?

— Tal vez. Si tomamos los últimos treinta años, ahora hay más posibilidades para la creación artística. Soy realista, pero creo que es bueno cuando hay una gran cantidad de géneros. Está muy bien que no somos iguales.

— ¿Ahora es el tiempo favorable para la creatividad?

— En la época soviética eran pedidos estatales. A algunos eso les gustaba. Y ahora todo es muy diferente. Unos artistas están demandados, otros no mucho. Para mí este tiempo es más favorable. El Estado me apoya y mis obras se venden. Es bueno cuando los cuadros están demandado.

— ¿Se preocupa por las condiciones del mercado? ¿Cuándo pinta el cuadro, quiere que guste? ¿O pinta sólo lo que le da la gana?


— Tengo suerte: lo que yo quiero pintar, gusta a los demás. Es la felicidad.

— ¿Cuál es el credo del artista, Vladímir Máslenikov?

— La verdad de la vida.

— Claro que usted es un artista que tiene compromiso con artes visuales realistas. ¿Cuál es su esencia?

— Estoy pintado de lo natural. He pintado cientos de bocetos en diferentes partes de Belarús. Como pequeñas arroyos ellos se reúnen en un gran río, así los bocetos es la base para el trabajo sobre un gran paisaje compuesto que refleja la belleza de la madre naturaleza. Lo más importante es que el resultado sea así: la gente mira la obra y quiere volver a la orilla de este río. Tuve un caso. Pinté un paisaje sin copiar nada natural y le di el nombre, “Lagos de Lepel” (región situada en la provincia de Vítebsk — Aut.) Vino el conductor que llevaba los cuadros a las exposiciones de pintura, y me preguntó: “¿Dónde es?” Le respondí: “Lagos de Lepel”. “Exactamente. Voy a pescar allí”, dijo. Pero era un lugar imaginario por mí.

En la pintura debe ser reconocible el estado. De ahí proviene también el deseo de ir por el campo imaginario. Trato de transmitir a mis admiradores mis sentimientos personales y la percepción emocional de la naturaleza a través de mis obras.

— ¿Y es fácil de hacerlo?

— De diferente manera. A veces sucede que el trabajo sale muy rápido, a veces sufro, cambio. Pero a veces puedo sufrir y en resultado no lograr nada. Esto sucede, pero muy raras veces.

— ¿En su opinión, hoy en día una forma realista no pierde sus posiciones? Se sabe que en Europa, la pintura está propensa más a las formas abstractas. ¿Qué le parece, debemos estar orgullosos de que tenemos una escuela de la pintura realista y que existe los artistas que trabajan muy profesionalmente en este campo?

— Creo que podemos estar orgullosos de esto. Aunque, en verdad, la pintura realista poco a poco pierde sus posiciones. Los jóvenes son cada vez menos dominan este arte. Incluso si alguien se dedica, lo hace en un nivel bajo. Pero a mí no me gusta apartar diciendo que es el realismo o no. Lo principal ser profesional. Debe existir el arte profesional y competitivo. Y no importa en qué género uno trabaja.

A mi estudio una vez vinieron los italianos. ¡Qué escuela de pintura en su momento hubo en Italia! Ahora no hay nada. Pero nosotros tenemos. También la Academia Nacional de Artes de Belarús cuenta con una escuela preparatoria muy buena.

— Para usted es más fácil evaluarla debido a que muchos años se dedica al trabajo educativo y puede ver quién está creciendo, quién sustituirá a los artistas mayores. ¿Cómo será el día de mañana en las artes plásticas de Belarús?


— Creo que es necesario educar a una persona. Cómo va a trabajar, cuando se convertirá en un profesional, es su propio asunto, pero ella tiene que obtener una formación profesional. Debe poder hacer de todo. Es necesario dedicarse a otros géneros no sólo por qué sabes hacerlo, sino que tu formación te ayuda a llegar a ello y te permite trabajar en este género.

— ¿Y cuál es su actitud hacia la participación en las exposiciones?

— Me gradué del instituto del arte teatral y luego tomé parte de casi todas las exposiciones nacionales: de grupo y personales, que ya había celebrado al menos cinco. Hago exposiciones de modo constante, y creo que es necesario para ver a sí mismo y comparar con los demás. A veces el trabajo es bueno, pero en la exposición parece ser de poco interés. O viceversa. Las exposiciones se necesitan para evaluar a sí mismo de manera realista y objetiva.

— ¿Teniendo en cuenta la forma de desarrollo de artes plásticas, cuál sería su día de la mañana? ¿Este proceso no se interrumpirá?

— Creo que todo va a estar bien. La generación más vieja dice, éramos distintos, no como los jóvenes de hoy. En realidad, los jóvenes siempre son los mismos. Soy un optimista.

— ¿Es autocrítico?

— Muy autocrítico e incluso eso a veces me impide crear.

— ¿Qué considera importante en su obra?


— Desarrollarme en la misma dirección, en la que estoy trabajando. No hay límite a la perfección. Me gustaría seguir haciendo paisajes, y tal vez las naturalezas muertas. Estoy tratando de probarme en diferentes géneros. Me encanta pintar retratos: diferentes imágenes, diferentes personajes.

— ¿Puede pintar un retrato de cualquier persona?

— Sí. Pero por lo general, pinto a las personas que me gustan. En la mayoría de los casos pinto los retratos de mis familiares: padre, madre, hijos, hermana. Si a mí me interesa una persona no sólo espiritualmente, sino también tiene faciales interesantes, en este caso es más interesante pintarla.


Mi Belarús. 2008

Vladímir Máslenikov se mostró como un psicólogo muy observador y sutil en el género del retrato. Hace retratos de las personas que conoce bien y logra descubrir en ellas las mejores cualidades humanas. Su galería de retratos se actualiza constantemente con nuevas imágenes de los contemporáneos que desean ver su pintoresca reencarnación, confiando en el talento del artista.

— ¿Conoce usted que es el fracaso creativo o estancamiento?

— Claro que a veces ocurren fracasos. Pero todo es relativo. Puedo considerar un trabajo sin éxito, y el público ni siquiera se dará cuenta de esto. Y viceversa. ¿Un estancamiento? Sólo hace falta trabajar, eso es todo. Como se suele decir, si esperas la inspiración, simplemente podrá no llegar nunca. Hay que venir al estudio, tomar el pincel en la mano y la inspiración no tardará a venir.

— Hay un museo en Moguiliov que lleva el nombre de su padre. ¿Goza de popularidad? ¿Las muestras presentadas dan la oportunidad de aprender más sobre el artista, Pável Máslenikov?

— Es un Museo Provincial de Bellas Artes Pável Máslenikov en la ciudad de Moguiliov. Allí hay muchas obras de mi padre. Hay un salón, donde se encuentra la galería del artista popular de Belarús, Pável Máslenikov. Allí están tres salas y un cuarto conmemorativo. Se trata de fondos muy importantes. Pues el padre mismo entregó allí muchas de sus obras. Después de su muerte, yo doné más de cuarenta pinturas, bocetos de escenografía y el vestuario: en total, un montón de cosas. Creo que allí permanecen mejores trabajos suyos. Pues él entregó al museo casi toda su exposición dedicada a su aniversario número ochenta. Todas son obras emblemáticas. Anteriormente él exhibía sus cuadros en Minsk y luego tomó la decisión de donar todo a la ciudad de Moguiliov. Inicialmente, fue abierta la galería y luego, cuando él murió, su nombre fue otorgado al museo. Voy allí cada año. Allí se celebra plan aire internacional de la pintura en los que participan artistas de todas partes de la Comunidad de Estados Independientes y del extranjero. Se ofrecen los recorridos para los alumnos. Todos se quedan impresionados. Además de eso, incluso se celebran las exposiciones rodantes y se dan conferencias. Se lleva a cabo un trabajo muy importante. Hace falta señalar que el edificio del museo es muy interesante, construido en el siglo pasado. Fue restaurado y reparado. También allí permanecen más de cuarenta de mis cuadros.

Las búsquedas pintorescas le permiten encontrar respuestas a preguntas también filosóficas relacionadas con criterios de la creatividad. No es exagerado decir que hoy en día, Vladímir Máslenikov es uno de los maestros belarusos más impresionantes del moderno paisaje. El autor de los cuadros, “Espacios abiertos de Belarús”, “Lejanías de Pólotsk” y “La región de los lagos”, está trabajando sobre el ciclo épico dedicado a la naturaleza belarusa. Él está en la plenitud de sus fuerzas creativas, y cada nueva obra suya trae nuevas páginas pictóricas al bagaje artístico del maestro.

— ¿Hoy en día, el artista puede con sus pinturas ganar el pan? Como usted ha dicho, antes había pedidos de Estado, ahora ya no existen. ¿Eso es mejor o peor para un artista?

— Cuando había pedidos, se adquirían muy pocos cuadros fuera de los mismos. Actualmente, no hay pedidos, pero, por ejemplo, me compran más pinturas que antes: instituciones y ciudadanos comunes en galerías. Si el artista no vende sus obras, no podrá mantener a su familia y simplemente no tendrá como adquirir materiales para pintar una nueva obra y no podrá pagar por su estudio.

— ¿Logra seguir el proceso artístico en otros países?

— Puedo sólo hacerlo participando en plan aire que se celebra en nuestro país. Los artistas de diferentes países trabajan en diferentes géneros de la pintura moderna. Sin embargo, las tradiciones de la escuela realista siguen siendo más influyentes en Belarús, Rusia y Ucrania. Los artistas belarusos representan con dignidad la escuela realista y muestran un alto nivel profesional.

Por lo tanto, por algo estamos hablando tanto sobre los paisajes de Vladímir Máslenikov. Los paisajes –que él ha pintado y pinta hoy en día– son novelas poéticas dedicadas a nuestra tierra natal, pintadas con mucha habilidad y el gusto artístico impecable. Entre ellos son particularmente destacados los que promueven un sentido sorprendentemente agudo la vida de la naturaleza y sus diferentes estados.

Los paisajes de Vladímir Máslenikov no es sólo un tema favorito del artista, sino también es la plena expresión de su personalidad creadora, así como sus búsquedas y logros. Es algo poético, que cautiva con su arte al conocedor, así como a los admiradores comunes. Sus paisajes son verdaderos, llenos de un lirismo sobrio, tienen mucho sentido figurado. Los cuadros del artista son reconocibles de inmediato, sin firma, por el carácter especial de la pintura, en la que se combina armoniosamente la exactitud del reflejo con la poesía profunda, la veracidad de la imagen y la hermosura del colorido. Y lo más importante es su colorido nacional que impregna todos los trabajos de Vladímir Máslenikov.


Avenida de primavera. 2005

El artista conoce muy bien la naturaleza nativa, ve en la misma muchas cosas maravillosas, que no necesita ir muy lejos. La riqueza inagotable de motivos, estados, sutiles relaciones pictóricas él descubre en afueras de Minsk, así como en la provincia de Moguiliov. Y cada vez se trata de algo nuevo que enriquece a los admiradores y los hace mirar más atentamente al mundo alrededor y amarlo más fuertemente.

— ¿Usted no impone su estilo a otras personas?

— No, en absoluto. No quiero que todos pinten como yo. Durante la última década he visto en diferentes lugares un gran número de copias de mis obras. ¿Para qué imponer mi estilo? Por el contrario, el artista debe tratar de encontrar su propio nicho. Insto a todos a hacer su trabajo y tratar de mejorar y avanzar en su género creativo. Cuánto más diversos son artistas, mejor para el arte.

— A menudo, en los trabajos tempranos se puede ver más detalles interesantes que en sus obras posteriores. ¿Cómo fue en su caso? ¿Cuándo era más joven, su percepción era distinta, no?

— Cuando estudiante, mi manera de pintar fue diferente. En algún momento me gustaba mucho Renato Guttuso e incluso copiaba sus composiciones y su estilo en general. Entonces yo todo hacía menos conscientemente. Estaba buscando... Además de eso, me gustaba Chiurlionis y yo también copiaba sus obras. Pero he llegado a lo que estoy haciendo hoy. Con los años he mejorado mucho. Si analizamos mis cuadros pintados hace 30 años atrás, mis obras actuales son mucho más interesantes. Incomparable. Creo que he escogido un camino correcto. Todo pasó sin ningún tipo de saltos, de manera progresiva.

Hay diferencia entre los bocetos. Hay bocetos que no dan nada a la mente, ni al corazón, en ellos dominan la aleatoriedad en la selección de motivos y la negligencia deliberada de la forma. Los bocetos de Vladímir Máslenikov son distintos. Ellos proporcionan una gran cultura pictórica del maestro e inconfundible agudeza de su visión.

— ¿No cansó de pintar?

— No, para nada. Para mí es todo un placer. Creo que yo soy un hombre feliz. Al igual que muchos artistas que se dedican a su oficio favorito. A ellos les gusta eso e incluso a veces se les pagan por ello. Cuando me canso, entonces en verano voy a mi casa de campo. Allí también, tengo un estudio. Además de eso, hago intervalos, a veces durante una semana entera no tomo el pincel. No soy un pescador, tampoco un cazador, mi manía son coches. Si no conduzco una semana, no me siento bien.

— ¿En su obra hay una imagen colectiva?

— Sí, por supuesto. Creo que en los formatos grandes, como tengo yo, no puede ser un trabajo a lo natural. Es la imagen compuesta, por ejemplo, esta (muestra la pintura colgada en el estudio). Se llama, “Mi Belarús”. Es una imagen grande con nuestros espacios abiertos, lagos. En casi todas obras mías se puede ver el agua: lagos, bosques y lejanías. Es nuestra naturaleza.


Familia. 2016

— ¿Es probable que la exposición individual es de gran responsabilidad?

— La exposición individual es necesario hacerla no de forma espontánea. Normalmente, planeo su concepto durante un año. Debo saber en qué sala será celebrada, qué obras serán expuestas. Deben ser presentados cuadros diferentes y que estén en armonía entre sí. En una palabra, la exposición personal es un proceso muy complicado y debe ser abordado de manera creativa.

Hace falta señalar que es muy interesante la manera de transmitir el espacio y el tiempo en los paisajes de Vladímir Máslenikov. Casi siempre se afirma enérgicamente el primer plano y detrás del mismo se abren espacios abiertos y lejanías. El artista suele encontrar en la naturaleza las características únicas y peculiaridades nacionales. Sin embargo, hablando sobre las pinturas del artista, Vladímir Máslenikov, vemos una y otra vez al brillante colorido nacional, que tienen todas sus obras.


Vladímir Máslenikov nació en Minsk en 1956. En 1980. se graduó del instituto de arte teatral de Belarús. Está trabajando en la pintura de caballete en el género del paisaje, retrato, naturaleza muerta. Es miembro de la Unión de Artistas de Belarús desde 1989. De 1996 a 2014, participó en 18 concursos de pintura internacionales. Celebró nueve exposiciones individuales. A partir del año 2011, ocupa el cargo del director del departamento de pintura de la Academia Nacional de Artes de Belarús, es el catedrático. En 2012, fue galardonado con una medalla de Francisco Skaryna. Sus obras permanecen en el Museo Nacional de Bellas Artes de Belarús, los fondos de la Unión de Artistas de Belarús, el Museo de Arte Moderno, el Museo Provincial de Artes Máslenikov de Moguiliov, el Museo Nacional de la Gran Guerra Patria, el Museo Provincia de Etnografía Territorial de Gómel, así como en colecciones y galerías privadas en Rusia, Belarús, Italia, Alemania, EE.UU., Israel, Francia, Suiza, Reino Unido y China.

Veniamín Mikhéev
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