Como festejaron el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945

El día deseado

Como festejaron el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945


El 8 de mayo de 1945, según la hora de Berlín y el 9 de mayo de 1945, según la hora de Moscú, los líderes alemanes firmaron el acto de la capitulación de Alemania. Así terminó la Segunda Guerra Mundial en Europa. En Belarús en seguida supieron de este acontecimiento muy importante. Cómo fue todo y qué sentían las personas el Día de la Gran Victoria, podemos conocer hoy en día, analizando documentos de archivo. A veces los antiguos papeles amarillentos transmiten con precisión el ambiente de aquel tiempo.



“Los rumores de que los soldados y oficiales alemanes nazi se rindieron al Ejército Rojo y a las tropas de nuestros aliados, comenzaron a sonar el 8 de mayo. Grandes grupos de personas se reunieron en las calles para escuchar transmisoras de radio, esperando ansiosamente la noticia sobre la victoria definitiva sobre la Alemania nazi”, escribió hace 70 años uno de los dirigentes de la ciudad de Minsk, A.D. Molochko. Cuando el 9 de mayo la radio transmitió una noticia alegre sobre la victoria, a las calles de la ciudad salió mucha gente. Incluso las personas extrañas se felicitaban mutuamente por la victoria, se besaban y lloraban de alegría”.

A las 10 de la mañana la gente con banderas, pancartas y carteles, acompañada del sonido de orquestas musicales, se acercó a la Plaza de Lenin en la ciudad de Minsk. Según las fuentes de archivo, 55 mil personas participaron en la manifestación festiva. Lo que era casi la mitad de la población capitalina en aquel entonces. Los que no vinieron al centro de la ciudad, conocieron sobre la victoria tras leer octavillas pegadas en edificios: “A partir de las 8 de la mañana en la ciudad comenzaron a repartir octavillas, donde fue puesto el acto de la capitulación de las fuerzas armadas alemanas. La señora –que vivía en la calle Revolucionaria, al leerlo, dijo: “Ahora sí, creo que la guerra ha terminado”.


Los festejos se celebraban en toda la ciudad. En la tarde y en la noche en la Plaza de la Libertad, en el Parque Maxim Gorky, tocaban orquestas musicales y la gente bailaba. El documento de entonces de manera sucinta informaba: “El Día de la Victoria del 9 de mayo de 1945 se convirtió en el día de festejos públicos, en los que participaron todos los trabajadores de la ciudad de Minsk”.

Para imaginar cómo entonces se veía la ciudad, no es necesario buscar antiguas fotografías. Pues se han conservado muy bien los edificios y el entorno, lo que permite fácilmente pasar a hace 70 años atrás. La Plaza de Lenin de entonces ahora es la Plaza de la Independencia. La verdad es que entonces la misma no era tan grande como hoy, ocupando sólo el territorio en frente de la Casa de Gobierno. El Parque Maxim Gorky, la Plaza de la Libertad y la calle Revolucionaria sobrevivieron casi sin cambios hasta nuestros días.


Hace falta señalar que con un acto inusual sorprendieron a los vecinos de Minsk los empleados de la Academia Nacional de Ciencias de Belarús. “El Día de la Gran Victoria, cuando fue anunciada la capitulación de Alemania, ellos plantaron 800 árboles”, se dice en un documento de archivo. La noticia sobre este caso llegó al primer ministro de Belarús de aquel entonces, Pantaleón Ponomarenko, que dijo al respecto: “¡Qué acto tan noble!”

A propósito, en mayo respondiendo a la invitación de Pantaleón Ponomarenko a Minsk desde Leningrado (ahora es la ciudad rusa de San Petersburgo — Aut.) vino el arquitecto, Joseph Langbard. Es el autor de las obras arquitectónicas más importantes de la capital de Belarús de antes de la guerra: la Casa del Gobierno, la Casa del Ejército Rojo (ahora la casa de los oficiales de distrito), el Teatro Nacional de la Ópera y Ballet Bolshoi y la Academia Nacional de Ciencias de Belarús. Las obras sobrevivieron los tiempos de la ocupación. Una vez terminada la guerra, al arquitecto fue ofrecido el puesto de director creativo del taller de arquitectura y planificación del Gobierno de la ciudad de Minsk.


De hecho, se le propusieron llevar a cabo la recuperación de las obras que él había diseñado. Por lo tanto, todo lo que él creó antes de la guerra, fue cuidadosamente restaurado y sigue adornando hoy en día la capital belarusa, Minsk. Estas obras maestras de la arquitectura son incluso los símbolos de la fuerza de la ciudad y de sus habitantes, la verdadera victoria de la paz sobre la guerra, de la vida sobre la muerte, de la fuerza creativa sobre la destructiva.

Al celebrar el Día de la Gran Victoria, Belarús empezó a prepararse para otra fecha muy importante: el primer aniversario de la liberación de la ocupación nazi. Ahora esta fecha coincide con una fiesta nacional: el Día de la Independencia. En mayo de 1945, fue aprobada una resolución de considerar el “día del 3 de julio el día de la liberación de la capital de Belarús –la ciudad de Minsk– y celebrarlo como una popular fiesta nacional de la liberación del pueblo belaruso de los invasores alemanes nazis”. En todas las ciudades tuvieron lugar mítines y conciertos. Además de eso, en Minsk, el 1° de julio en el Parque Maxim Gorky fue celebrada una fiesta deportiva. A su vez, el 3 de julio, fue inaugurada una exposición de obras de artistas belarusos, que habían devueltas de la galería de Tretiakov de Moscú. A su vez, en la Casa del Ejército Rojo tuvo lugar una sesión solemne del consejo municipal de la ciudad de Minsk. El embajador de la antigua Unión Soviética en los Estados Unidos, oriundo de Belarús, Andrei Gromyko, envió a los dirigentes de Belarús un telegrama que decía: “Junto con el pueblo belaruso comparto su gran alegría tras la liberación de la ocupación alemana nazi y el retorno a una vida de la paz y de trabajo creativo”. Además de eso, su felicitación con motivo de la Gran Victoria la envió el canciller australiano, Herbert Evatt: “En nombre de Australia y el pueblo australiano felicito a la gran República de Belarús con el aniversario de la liberación de los alemanes nazis. Felicito de todo el corazón al pueblo de la República con motivo de una gran fiesta del 3 de julio. Estoy seguro de que en el futuro nuestros dos países estarán estrechamente vinculados”.


Belarús estaba entrando en una nueva era: época de la paz y el trabajo creativo que dura hasta nuestros días.

El 9 de mayo de 1946, los belarusos celebraron el primer aniversario de la Gran Victoria. Por primera vez después de la guerra, los vecinos de Minsk pudieron disfrutar de los verdaderos fuegos artificiales. A las diez y media de la noche las ruinas –que aún permanecían alrededor de la Plaza de la Libertad– fueron iluminadas en todos los colores de arco iris. Cómo era todo, me contó Piotr Goncharov, que hace 69 años atrás era el jefe del departamento del movimiento guerrillero del Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial de Belarús. Entonces el museo se encontraba en la Casa de los Sindicaros, edificio de tres pisos, que sobrevivió hasta nuestros días. Precisamente en este lugar estaba el puesto de mando de donde fueron lanzados fuegos artificiales.


Víktar Kórbut
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