Cada ordenador tiene su propia “alma”

Volver a varias décadas atrás se puede utilizando la “máquina del tiempo” hecha por el estudiante del cuarto año de la facultad de redes y sistemas computarizados de la Universidad Nacional de Informática y Radioelectrónica de Belarús
Hoy en día, los colegiales cambian cada vez más a menudo los dispositivos electrónicos. Sin duda a ellos no les gustarían para nada los primeros ordenadores personales, pues lo consideraían una creación absurda. Pero, al parecer, en los tiempos no tan lejanos los mismos se consideraban todo un milagro de la tecnología. Volver a varias décadas atrás se puede utilizando la “máquina del tiempo” hecha por el estudiante del cuarto año de la facultad de redes y sistemas computarizados de la Universidad Nacional de Informática y Radioelectrónica de Belarús, Alexander Alexándrov, quien durante casi diez años recogió rarezas técnicas, que a esta altura se puede ver en la feria inaugurada en la universidad.

La idea de hacer computadoras se le vino a Alexander a los trece años de edad con la aparición de la primera más o menos moderna computadora personal. Entonces le vino también una sensación de igualdad de todos los nuevos modelos. Pero cada modelo tiene su propia “alma” y su historia. Así también apareció el criterio, según el cual comenzó a tomar forma una colección: la incompatibilidad con la moderna electrónica. El primer objeto de exposición era el ordenador “Byte”, que el estudiante tuvo en su casa, así como varios ordenadores, que le regalaron amigos y conocidos. Así empezó todo...

Pasado vivo


computer-soul2.pngUna pequeña aula estaba literalmente llena de las computadoras raras hechas en el período de los años de ochenta a noventa del siglo pasado. Junto con los equipos legendarios –“Nemiga”, “Byte” y “Electrónica”– están presentadas las consolas de juegos antiguos, computadoras portátiles, televisores, calculadoras programables y máquinas de escribir: en total, son más de un centenar de muestras de exposición. La más antigua de éstas tiene casi cuarenta años y la más reciente dieciocho. La mayoría aún funciona bien y podría ser utilizada para los juegos de niños.

Una parte de la colección permanece la ciudad natal de Alexander, en Brest, y otra en Minsk.

— Inicialmente, todos mis ordenadores –entonces hubo diez equipos– se encontraban en nuestro apartamento de Brest, recuerda el joven coleccionista. Pero los mismos ocupaban cada vez más espacio, y yo y mi padre nos vimos obligados a transformar un cuarto de nuestra casa en un almacén. Cuando me mudé a Minsk, por un tiempo tuve que alquilar un apartamento, dondde también tenía mis ordenadores. Más tarde me dieron una habitación en un albergue y tenía aún menos espacio. Me ayudó mucho la primera exposición celebrada en la Unión de Diseñadores hace un año y medio. Después de la exposición me ofrecieron un cuarto aislado, donde hasta el momento guardo mis computadoras.

La atmósfera de la primera década de los años noventa del siglo pasado está mantenida por las placas de soporte del techo y los discos de vinilo y la música, que reproduce la grabadora de cinta de carrete. Durante una conversación con Alexander la música para de sonar y la grabadora comienza a hacer un ruido: se acabó la cinta. Dentro de unos segundos la música vuelve a sonar y la сinta comienza a girar a la dirección contraria...

Por el hilo se saca el ovillo


computer-soul.pngEl valor de esta colección es muy grande. En primer lugar, pues cuenta con los ordenadores raros. Además de eso, también crece su respectivo costo en efectivo: actualmente cientos de objetos de exposición cuestan más de veinticinco mil dólares norteamericanos.

Hace falta señalar que la colección se está formando de diferentes modos: algo le regalan a Alexander los conocidos, algo compra el mismo y algo cambia. Además de eso, algunas piezas se le regala la gente extraña. Además de eso, ayudan mucho las ferias. Una vez, un hombre le trajo una máquina de escribir “muy inteligente”. A pesar de todos los pedidos, la máquina monstruosa no quiso imprimir un texto, sin embargo, el problema era insignificante.

Se planea crear un museo


Desde hace mucho Alexander elegió su futura profesión: su infancia él literalmente se la pasó frente al ordenador. El primer ordenador apareció en su casa, cuando el futuro colleccionista tuvo sólo tres años. Cabe destacar que el estudiante hasta el momento no ha elegido su futura carrera profesional: sus conocimientos se le permiten hacer programas de software. La esfera de interés de Alexander abarca casi todos los dispositivos electrónicos: desde televisores hasta los últimos avances en robótica. El entusiasta tampoco tiene la intención de dejar de coleccionar e incluso planea crear su propio museo de ordenadores.

Dmitri Semenchuk

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