En sus ochenta y cinco años el reconocido artista de Belarús, Leonid Dudarenko, sigue siendo creativamente activo

Código de Leonid Dudarenko

En sus ochenta y cinco años el reconocido artista de Belarús, Leonid Dudarenko, sigue siendo creativamente activo. Recientemente el artista ha celebrado su exposición individual a la que ha asistido un gran número de personas. Como siempre, han sonado muchas alabanzas al respecto de Leonid Dudarenko. A su vez, él –vestudo de su famoso saco rojo– aceptaba humildemente felicitaciones de muchos admiradores. Hace falta señalar que en la exposición fueron presentados en torno a cien obras, creadas en diferente tiempo. Tradicionalmente, de particular interés del público son los cuadros pintados durante sus viajes creativos.


En la apertura de exhibición personal

Las obras de Leonid Dudarenko se caracterizan, sobre todo, por su sinceridad y honestidad. Detrás de las mismas siempre está el autor con su actitud indiferente hacia el mundo, en general y la gente, en particular. No importa que pinta el señor Leonid –las calles de la ciudad, a los pescadores del norte, a los médicos o a los miembros de su familia– en todos sus cuadros se percibe la participación del mismo autor en el destino de sus personajes.

Al recibir la formación profesional en la Escuela de Artes de Minsk y en Instituto Nacional de Arte Teatral de Belarús, el artista en seguida mostró toda su independencia artística. A partir de 1967, Leonid Dudarenko está viajando mucho por diferentes lugares. Visitó Mongolia, Turkmenistán, Yakutia, Karelia, Georgia, Afganistán, así como el Lejano Oriente de la antigua Unión Soviética... Durante estos viajes fue creada la mayoría de sus mejores paisajes y retratos. Precisamente la comunicación viva con la gente y la habilidad de contar sobre sus personajes con ayuda del lenguaje de pintura llena sus numerosos trabajos con un gran sentido y la credibilidad.

Cabe destacar que Leonid Dudarenko trabaja principalmente en la naturaleza, pero al mismo tiempo de un cierto modo se pone abstraído de ella. El artista busca utilizar en su trabajo una variedad de posibilidades decorativas, a veces formales de la composición. Un rasgo característico de su pintura es la calidad gráfica definida.

Rocas, colinas, puentes y antiguos edificios aparecen en sus cuadros como si vivan sus propias vidas. Muchos de sus paisajes, sobre todo urbanos, por un lado, reflejan un motivo concreto, y por el otro, la imagen cobra alguna estructura rítmica muy bien pensada. Además de eso, en algunas de sus obras se escuchan ecos lejanos de post-impresionismo y el cubismo.



Por supuesto, un lugar importante en la obra de Leonid Dudarenko lo ocupan pinturas temáticas dedicadas a los problemas globales de la sociedad moderna. Estamos hablando de las pinturas como “Epílogo” (1988) y “Esto nunca debería suceder” (1986). En las mismas el artista combina las imágenes de la paz, la armonía y la tierra muerta, una vez sucedido el desastre imaginario, obligando de esta manera a sus admiradores a compartir sus sentimientos más profundos.

Es cierto, Leonid Dudarenko es un artista multifacético y que desde hace mucho tiempo está considerado el gran maestro de pinturas conceptuales, paisajes, retratos y naturaleza muerta. Una buena formación profesional y los conocimientos profundos se le han permitido expresarse como un artista de una estilística original, una visión de la vida y la comprensión del arte especiales.

Es importante subrayar que Leonid Dudarenko es el artista destacado y muy nacional. Al aprender durante sus estudios y las búsquedas independientes de autor de todo lo mejor de sus pedagogos y colegas, el artista de modo creativo tomó los métodos tradicionales de la escuela nacional de pintura utilizando y experimentando amplias posibilidades innovadoras.

El artista creó una gran cantidad de imágenes de género y tuvo el diapasón temático muy amplio. Cada uno de sus cuadros se caracteriza por un específico lenguaje pictórico, así como la perfección del dibujo y la integridad de composición.


Cabe señalar que las obras del artista siempre están llenas de la espiritualidad, así como de la verdad metafórica, lo que le permite mantener la individualidad creativa y no seguir las tendencias de la moda y el propósito del arte contemporáneo. Las actividades creativas de Leonid Dudarenko no se limitan nunca sólo con su trabajo en el taller. Él pertenece al grupo de aquellos artistas que buscan su inspiración en paisajes belarusos y en su participación en plein air internacional.

Las numerosas obras de Leonid Dudarenko permanecen en los museos de Belarús y en las colecciones y galerías nacionales y extranjeras. Todas pinturas creadas por el artista es una especie del Mundo de Masters con su propia visión filosófica del tiempo.

— ¿Cómo tomó la decisión de pintar? ¿Cómo se convirtió en el artista? ¿Qué influenció en este hecho?


— Nací en Molodechno: entonces era una pequeña ciudad situada cerca de la capital belarusa, Minsk. Mi infancia cayó a los años de guerra. En 1941, cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, yo tenía sólo nueve años. Mi padre murió en el frente. Nuestra casa fue quemada por alemanes. Tuve que ayudar a mi madre en todo para sobrevivir. Fue un momento difícil para toda nuestra familia. A pesar de todo en 1945 mi madre me mandó estudiar en la escuela de artes. Claro que al principio era muy difícil de estudiar. Pero tuve mucha suerte, porque justo después de la guerra en Molodechno fue abierta la escuela de artes. Lo hizo el artista muy talentoso. Lamentablemente, ahora no puedo recordar su nombre y apellido. Pero fue él quien creó la escuela e hizo todo lo necesario para mi desarrollo creativo. Fue un verdadero Maestro. Recuerdo que cuando ingresaba en la escuela, recibí una nota mala en matemáticas, pero en la pintura obtuve buena puntuación.


Diversidad de exposición

A veces el artista comienza a buscar maneras de convertirse en famoso. Por ejemplo, cuando Malévich pintó su famoso “Cuadrado Negro”, con eso dijo todo: se consideraba lo máximo en esta esfera. Pero los artistas una y otra vez tratan a través de algunos cuadrados y tiras de pasar a la historia. Aunque creo que el realismo en la pintura ha sido y será algo fundamental, especialmente en las obras de artistas belarusos. Aunque en cierto tiempo yo había estado fascinado por el arte abstracto. Yo creía que debíamos tratar el mundo de modo diferente. Pero cuando mi madre me preguntó: ¿Para quién estás haciendo esto? Le respondí: “Para la gente. Para que todos miren y se sientan más felices”. A su vez, ella hizo el siguiente comentario: “Te das cuenta de que las personas no lo entienden. ¿Para qué lo haces entonces?”. Comencé a pensar en ello. Y con los años me di cuenta de que había regresado otra vez a los fundamentos de realismo. Entendí que tenía que hacer buenas cosas realistas que realmente tocarían a la gente, así como a mí mismo, porque el artista no debe ser indiferente a lo que está sucediendo en el mundo de alrededor.

Tengo una serie de pinturas dedicadas al tema, “Guerra nuclear”, cuando Nikita Khruschov fue el dirigente de la antigua Unión Soviética y fue una amenaza de estallarse la tercera guerra mundial. He pintado muchos cuadros dedicados a este tema muy importante. Además de eso, mi colección está formada por un gran número de obras que reflejan la actitud del hombre hacia la vida y la naturaleza. Existe una expresión: las obras deben hablar por su autor. Cuando el artista cuenta mucho sobre su cuadro, eso significa que la obra ya no está terminada. El cuadro debe hablar por sí mismo. El artista tiene que terminar su trabajo y observar de al lado. Normalmente la gente se da cuenta de la obra buena o mala. Y cuando la pintura es regular, la gente pasa sin notarla. Ella no atrae nada de atención, pues es un vacío. Hay arte de salón, que se utiliza para decorar casas y apartamentos y no tiene nada que ver con un verdadero arte. Es hermoso, pero el verdadero arte debe hacer detenerse a una persona y pensar para qué vive, qué es necesario hacer y cómo uno debe actuar. Esa es la principal tarea del arte.

— Usted viajó mucho y vio muchas cosas interesantes. ¿Durante sus viajes creativos trataba de grabar un lugar específico o a una persona en particular? ¿O siempre hacía generalizaciones figurativas?

— Es cierto, viajé por la antigua Unión Soviética, en cuyo enorme territorio vivían centenas de nacionalidades. Lo más interesante que cada una de ellas tenía sus rasgos peculiares. Y aunque era un solo país, cada nacionalidad se distinguía no sólo por el idioma, sino también por su actitud hacia la vida y la naturaleza. Lo que fue muy interesante observar. Tengo una serie de retratos de personas de diferentes nacionalidades. Era muy interesante pintar retratos de la gente que no tenía la posibilidad de ver tele y utilizar otros objetos de la vida cotidiana. La comunicación con estas personas era muy agradable para mí. Vi tanta belleza alrededor, cuando estaba en el Círculo Polar Ártico, donde no había personas. Era muy interesante. Y cuando me proponían ir a París o al extremo Norte, siempre elegía ir a los lugares, donde no había civilización. Tuve mucha suerte de poder viajar, ver muchas cosas interesantes y trabajar mucho. Siempre creía que si hubiera pasado por algún lugar y no pinté ningún cuadro, el viaje sería hecho en vano.


“Novogrudok”

— ¿Cuándo fue el punto culminante de su creatividad? ¿O una vez comenzado, aún sigue?

— La trayectoria del artista no depende sólo del mismo. La trayectoria depende de la vida misma, del ambiente e incluso de la estructura estatal del país. Además de eso, para dedicarse al arte, es necesario poseer de mucha energía. Diría que a veces, cuando estoy trabajando sobre una pintura, mi espalda está mojada. Aunque utilizo un pincel, dentro de mi cuerpo está prendido un fuego. Yo no puedo trabajar sobre un cuadro más de cuatro horas. Pues gasto mucha energía y me siento muy cansado. Por lo tanto, creo que el mejor momento para crear es cuando la capacidad física y mental está en la misma onda, como se suele decir. A esta edad, cuando yo ya tengo más de ochenta años, tengo mucho en mi mente, pero ya no tengo suficientes fuerzas físicas. Me gustaría hacer muchas cosas, pero ya no tengo energía para ello. Los artistas jóvenes son muy afortunados, pues empiezan a aprender a pintar a partir de la edad muy temprana. Y a los veinticinco años ya se convierten en artistas maduros capaces de pintar buenos cuadros. Por lo tanto, el período desde veinticinco años hasta treinta o treinta y cinco años es el tiempo más productivo, es el mejor momento. Si un artista aprende lo básico, podrá hacer un montón de cosas. Dicen que antes los artistas pintaban hasta la vejez. Pero eran sus alumnos que les ayudaban a hacerlo. Pues es imposible físicamente. Los viejos maestros pintaban cuadros siendo ancianos, porque tenían a muchos alumnos que les ayudaban. Para hacer buena obra, se requieren muchos esfuerzos físicos. Recuerdo como Vitaly Tsvirkó, artista popular de Belarús, mezclando pinturas en un frasco de vidrio, pedía a sus discípulos que pintaran el cielo y la tierra... Y luego para él fue fácil pintar su cuadro en esta base. Se requiere mucha fuerza física para preparar el lienzo. Es un proceso muy largo. Parece que es fácil, pero no es así. Uno viene por la mañana a su estudio y trabaja todo el día. Por lo tanto, los artistas fuertes son los que no pierden mucho tiempo en vano en los primeros años. Unos se dan cuenta de que no han hecho mucho en la vida, pero ya es tarde.

— ¿Qué rasgos característicos tiene la escuela belarusa de la pintura?

— La escuela belarusa de la pintura fue formada durante la época soviética, cuando en 1918 Belarús se convirtió en una república, aunque dentro de la antigua Unión Soviética. Fue la Escuela de Artes de Vitsebsk, donde estudió el reconocido pintor belaruso de renombre internacional, Marc Chagall. Se puede decir que de la ciudad de Vitsebsk partió todo el arte belaruso. Muchos de nuestros artistas más distinguidos se graduaban de la Escuela de Artes de Vitsebsk y luego ingresaron en la Academia de Artes de San Petersburgo. A su vez, la escuela belarusa de la pintura fue creada a finales del siglo XIX, principios del siglo XX. Ella se desarrollaba a partir de un enfoque realista. Tuvimos una gran colección de pinturas de la familia Radziwill, pero durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Belarús fue ocupada por alemanes nazi, las mejores obras fueron llevadas a Alemania. Y hasta el momento se desconoce el paradero de esta colección de arte belaruso. Cuando después de la guerra fue tomada la decisión de crear el Museo Nacional de Bellas Artes, fueron traídas obras desde el exterior. Hace falta señalar que a esta altura tenemos nuestra propia Academia de Artes y nuestra propia escuela de artes. Está claro también que la influencia de las tendencias occidentales se pone cada vez más notoria: se hacen obras contingentes que no tienen nada que ver con el realismo. Pero todo depende de una persona, así como de sus visiones artísticas. Creo que si uno hubiera crecido en este país, no podría glorificar su tierra y a su pueblo tras formas abstractas.


Hay obras para mirar

— ¿Ama sus cuadros? ¿Permanecen en su estudio o forman parte de la colección de alguien? En pocas palabras, ¿cuál es su actitud hacia las obras que ha hecho usted?

— Debo confesar, amo todos mis trabajos, los trato de modo muy serio. Y me separo de ellos como si fueran mis hijos. Si la obra tiene éxito, trato de dejarla en mi casa. Pero la vida me obliga a vender mis pinturas. Mis cuadros permanecen en casi todos los museos de nuestro país. Para vivir, es necesario tener recursos, así que debo vender algo. Pero nunca trato de vender mis pinturas a la gente cualquiera. En mi opinión, hace falta venderlas sólo a los coleccionistas de aquí o en el extranjero. En general, el arte se crea para que lo vean. Si el artista está trabajando y nadie ve sus obras, eso dice que él es poco reconocido. Así que pinto mucho. Cuando tengo suficiente dinero, no vendo mis obras y ellas siguen permaneciendo en mi estudio.

— ¿Usted pinta cuadros en primer lugar para sí mismo o considera que ellos deben agradar a la gente?

— Yo pinto, digamos, lo que me importa y lo que me toca. Y por lo tanto, pocas personas necesitan mis obras. En mis obras trato de reflejar todo lo que me preocupa. Me cuesta mucho pintar por el encargo. Casi no hago trabajos así. Es muy difícil para mí, me cuesta mucho.

— ¿Le gusta nuestra naturaleza? ¿Hay motivos sublimes que vale la pena reflejar?

— Es verdad, Belarús tiene naturaleza muy rica. Cuando una vez, en otoño, me visitaron los artistas ucranianos, les invité a visitar el municipio de Logoysk ubicado cerca de la ciudad de Minsk. Al pasar por aquí ellos sólo exclamaron: pequeña Suiza. Tenemos muchos lugares hermosos. No me gustan paisajes planos. Pero en el municipio de Logoysk por todos lados se encuentran colinas. Y lo más importante que tenemos muchos bosques y lagos. Básicamente, yo pinto el otoño tardío, la primavera temprana y el invierno con su nieve limpia y fresca. En mi opinión, el paisaje belaruso es muy bonito. Resulta que en verano yo siempre me iba a la parte nórdica de la antigua Unión Soviética y por lo tanto, no podía captar imágenes veraniegas en Belarús. O el otoño o la primavera. En verano nunca he estado aquí.


— Muchas de las obras de los artistas belarusos, incluso suyas, permanecen en las colecciones de los coleccionistas europeos. ¿Deberíamos lamentarlo? ¿O eso se cree muy normal que están en otros países?

— Ni siquiera conozco el país, que no tiene mis trabajos. En China hay, en Mongolia también. Además de eso, tuve exposición en Japón. A su vez, en Moscú, los japoneses querían comprar todas las obras de mi exposición. Me parece genial que las pinturas de artistas belarusos permanecen en los Estados Unidos, en Inglaterra, en Italia... Es la promoción del arte de Belarús. A propósito, allí muchos coleccionistas ponen la inscripción que son las obras de artistas belarusos junto a su apellido. Para los admiradores extranjeros es muy importante saber de qué país es uno u otro artista. Cuando los coleccionistas vienen a Belarús, ellos no sólo miran, sino también ya saben qué géneros de arte tenemos. Pues ellos ya conocen nuestras obras. Muy a menudo el Ministerio de Cultura de Belarús organiza exposiciones en el exterior, en el marco de las cuales “viajan” también mis cuadros. Y los coleccionistas los compran. Lo único no sé negociar. Así que a veces mi esposa me regaña, dice que uno siempre debe conocer el valor de su propio arte. Recuerdo, cuando en Alemania regalé uno de mis trabajos a una persona, ella se puso tan contenta como si yo le diera un millón. Pues en el Occidente aprecian mucho el arte. Pero en nuestro país, no tanto. Nuestra gente puede poner sin problema en las paredes de su apartamento las fotografías en color y sentirse feliz. No necesita obras artísticas. Es por eso que hace falta promover la alta cultura.

— Usted conoce cómo todo era antes. ¿Qué le parece cómo es ahora el arte y la pintura? ¿Qué le parece la actitud hacia de artistas jóvenes hacia este proceso? ¿Es posible que haga algún consejo a ellos?

— Ne es grato dar consejos a la gente joven. Pues los jóvenes consideran ser más inteligentes que la generación más adulta. Esto siempre ha sido el gran problema de la juventud. Me refiero también, a mí. Uno siente que sabe de todo. El propósito de los pedagogos –que enseñan a los jóvenes– no sólo dar clases de bellas artes, sino también de la vida propia. Para que el artista conozca la realidad. El escritor ruso, Máximo Gorki, dijo que a veces podía darse el lujo de nombrar a sí mismo un artista. Cada uno debe entender, el artista es un creador. Y por lo tanto, tiene que vivir para algo. Debe plantear el problema. Ahora los jóvenes están soñando con lo que sólo alguien compre sus pinturas. Pero para que las adquieran, es necesario no hacer el arte de salón o el que se compra en el Occidente. A mi parecer, los jóvenes de hoy sólo piensan en ello. Pero la vida sigue en el banquillo. ¿Para qué pintar una imagen durante todo el año, que es muy probable no sea adquirida por nadie? Así que el joven artista hace lo que se vende. Será bien, si él tiene talento y puede también hacer algo creativo, que permanecería en su taller, donde casi no hay sus trabajos. Y si hay obras, están destinadas sólo para la venta. Es toda una tragedia. Cuando me visitaron los artistas del Occidente, me preguntaron sobre el modo en que vivíamos. Les dije que yo vivía de la creatividad. Ellos me contaron que en su país capitalista era imposible dedicarse al trabajo creativo. Si uno tenía una fábrica, su propia tienda o una parcela de la tierra que le permitía ganar el pan de la vida, entonces podría dedicarse al arte. Así que el trabajo creativo requiere dinero. Por lo tanto, a esta altura nuestros artistas jóvenes también creen que es necesario hacer plata. Y es toda una tragedia.


En la exhibición de las obras de Leonid Dudarenko

— ¿Qué le parece, el artista debe tener talento o con esfuerzo y experiencia de vida podría hacer realidad sus metas?

— En nuestro país hay muchos artistas jóvenes con mucho talento y muy capaces. ¿Qué se necesita en este caso? El famoso artista, Ilya Repin, se casó a la edad bastante adulta. Pues se dedicaba al arte y no le importaba mucho si iba a vender o no sus cuadros. Si el artista no depende de las condiciones de la vida y se dedica al arte, estoy seguro de que tendrá mucho éxito. El talento le ayudará a lograrlo. Y habrá dinero. Pero sólo al pasar algún tiempo, no de inmediato. El dinero vendrá más tarde. Para llegar a ser famoso, es necesario esforzarse mucho. Y entonces todo valdrá la pena. Al principio el famoso Picasso casi moría de hambre. Y algunos artistas jóvenes en nuestro país quieren que todo sea pronto, lo que no es posible. Hace falta esperar y seguir trabajando duro. A ver si la gente vea que realmente merece ser reconocido. A veces el artista con talento trabaja duro, pero no puede vender sus pinturas. No tenemos gente que sería capaz de revelar su talento y darle la oportunidad de crear y también promover su arte. En este caso él será de verdad digno de crear. Por supuesto, el Estado está interesado en el desarrollo de la gente talentosa. Pero, es imposible saber de antemano, si ella es capaz de continuar realizándose. Por lo tanto, el talento se pone obvio, cuando el artista hará varios trabajos muy buenos. Hace falta señalar que hay muy pocas personas con talento que durante los primeros años de su trayectoria llegan a hacer algo importante. Muchos de ellas manifiestan su talento sólo a partir de treinta o cuarenta años de edad.

— ¿Nunca dudaba que la profesión del artista es suya? ¿Nunca quería dejar todo y hacer algo más?


— Nunca. Creo que no he vivido mi vida en vano. Lo único que debo admitir: he hecho muy poco. Empecé a pintar a los treinta y tres años y había muchas distracciones. Perdí mucho tiempo en la obra pública. Fui el presidente de los consejos de artes y los comités de exposición. Me dediqué mucho tiempo a este trabajo. Sabe, ¿qué punto fuerte tuvo el artista popular de Belarús, Mikhail Savitsky? Venía a su estudio a las ocho de la mañana y dejaba de pintar a la seis de la tarde. Así es necesario trabajar. En este caso uno llega a hacer mucho. Claro que he hecho mucho, pero creo que podría hacer mucho más.


— ¿Tuvo usted también algunos fracasos?

— De vez en cuando pienso, por qué a veces me sale todo muy fácil y en otro momento no me sale nada de nada. Una vez mi vecino por el estudio, el artista muy talentoso, Nikolai Seleschuk, arrojó a la basura un marco. Le pregunté por qué lo había hecho y él me respondió: “Sabes, traté de poner la tela dos veces y no me salió nada”. Y él decidió que este marco no era adecuado. A veces algo pasa y no va el trabajo para nada. Muy a menudo todo depende del estado de ánimo. Por ejemplo, uno va al estudio y en el camino ve un episodio desagradable. Al venir al estudio, no puede comenzar a trabajar. Hace falta poner la música o leer algunas páginas del libro favorito para llegar a un estado de ánimo adecuado. Honoré de Balzac, por ejemplo, pedía atarlo a una silla para poder escribir. A veces lo más difícil es obligar a sí mismo.

— ¿Pero tal vez todos los momentos difíciles se olviden rápido y usted recuerda sólo el trabajo sobre las pinturas que tienen éxito?

— Tiene razón. Pasa así. Hubo casos en mi vida, cuando no tenía nada para comer. Pero al hacer algo bueno, me sentía muy bien.

— ¿La profesión del artista requiere de la inspiración?


— Sin la inspiración es imposible crear. No se puede pintar de modo mecánico. En este trabajo deben ser presentes obligatoriamente emociones muy variadas.

— En su opinión experta ¿quién es el artista?


— Lamentablemente, a veces se pierde la palabra “artista”. De vez en cuando paso por algún lugar y me dicen: tenemos al artista, que pinta carteles y lemas... En este caso, la palabra “artista” está utilizada en otros fines. El artista es un creador. A su vez, la persona –que tiene un pincel– no es necesariamente un artista. ¿Me entiende? Sólo una persona creativa puede ser el artista. Se trata de escritores, compositores y músicos. Ser artista es una gran cosa. Ahora hay mucha gente que pinta. Casi todo el mundo sabe hacerlo. En los tiempos remotos también en muchas familias nobles los hijos sabían tocar un instrumento musical, pintar y obligatoriamente aprendía de memoria poesías. Muchas personas pintaban, pero esto no significaba que eran artistas. Esa es la diferencia.

Víktor Mikhaílov
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