Justo así a lo lejos de su país, en Belarús están acostumbrándose ahora los emigrantes de Ucrania, Siria, Yemen, Afganistán

Belarus hospitalaria

Los conflictos militares que se encienden más a menudo en diferentes rincones del mundo obligan a la gente a abandonar sus casas natales. El camino hacia la vida habitual para muchos se mide a veces con miles de kilómetros. Justo así a lo lejos de su país, en Belarús están acostumbrándose ahora los emigrantes de Ucrania, Siria, Yemen, Afganistán. De momento centenas de familias encontraron un refugio en el sudeste del país.

La provincia de Gómel a causa de la geografía resultó ser la más cercana para los ciudadanos de Ucrania que decidieron abandonar la zona de conflicto militar en Donbass. Dos años seguidos a través de esta región del sudeste de Belarús pasa un flujo infinito de los emigrantes ucranianos. Los jóvenes, ancianos, familias con niños se establecen en las regiones fronterizas. En el nuevo lugar lo principal es el techo y el trabajo.


Refugiado de Ukrania, Vladímir Stájov
La agrociudad Urítskoye es una población grande adonde inicialmente se dirigieron las familias de las provincias de Donétsk y Lugansk. En la población hay dos grandes empresas agrícolas donde junto con el trabajo se ofrecía también la vivienda. En una de ellas — “Combinado “Vostok”, S.A. — están arreglando su vida casi 15 familias ucranianas. El director del combinado, Dmitri Korzh, comparte las impresiones acumuladas durante el último año:

— Puedo decir que llegó la gente que quiere trabajar y ganar dinero. Es consciente y responsable. No hay ningunas pretensiones. En cambio, hay ciertas ventajas. Se trasladó de Górlovka un joven con su esposa. Le colocamos al cargo de agente comercial. Su conocimiento de idiomas extranjeros nos ayuda mucho en los contactos con los socios extranjeros. Sirvió también la experiencia de su trabajo en los medios mediáticos. Ahora publicamos nuestro propio periódico “Vostóchnye védomosti”.

La vicedirectora de la empresa, Natalia Samofálova, comenta mi deseo de conocer al agente comercial de Górlovka, Vladímir Stájov. Él y su esposa son unos de los primeros emigrantes en Belarús. Natalia Samofálova anticipa el conocimiento:

— Son jóvenes muy positivos. A pesar de sufrir mucho antes siempre están de buen humor. Por eso se incorporaron fácilmente al colectivo, les sale todo poco a poco. Y nuestra gente claro que les apoya. Todos entienden que ellos estaban obligados a abandonar su país.

En realidad, al principio aparece una sonrisa y luego Vladímir. Está dispuesto para hablar sobre cualquier tema excepto la guerra. En Urítskoye llegó no casualmente. Los parientes de su esposa viven aquí. Por eso cuando en su país comenzaron los acontecimientos trágicos ellos decidieron partir a Belarús. Vladímir enseñaba el inglés, trabajaba en las compañías comerciales, se dedicaba al periodismo:

— Si decir la verdad, entonces hasta ahora no puedo creer que todo salió con tal facilidad, aunque abrigaba el temor de que en un país ajeno podrían haber muchas dificultades. Pero me registré en el servicio migratorio de Belarús. Y ya tengo un trabajo normal — la empresa me colocó y dio crédito, un techo — me dieron la vivienda de servicio, un pasatiempo para el alma — el periódico y la música. Se abrieron las posibilidades y tengo ganas de aprovecharlas con dignidad, para merecer la confianza. La actitud de la gente es buena, todos intentan ayudar.   

La nueva casa a miles de kilómetros


Para las primeras familias sirias que llegaron a vivir en Belarús en febrero de este año el punto de referencia se hizo el centro de residencia temporal, adaptación social y rehabilitación de los refugiados del Centro de Asistencia Social a la Familia y Niños de la ciudad de Gómel. Precisamente aquí 14 ciudadanos de un estado del Próximo Oriente comenzaron la vida desde cero.

Unos meses tardó la formalización de los papeles necesarios, la habituación, el estudio del ruso en los cursillos. Todo este tiempo les ayudaban los colaboradores del centro. Les acompañan incluso ahora en varios asuntos cotidianos. Pero ahora las familias tienen su propia vivienda. Aquí ya se puede hablar de otro recurso. Más detalladamente lo comentó durante su visita a Gómel el representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Jean-Yves Bouchardy:

— Los pisos fueron comprados en el marco del proyecto conjunto del Gobierno de Belarús y el ACNUR. Además, pagamos a estas familias una prestación mensual, ofrecemos la asistencia jurídica, ayudamos a encontrar trabajo y adaptarse. Tal práctica se extenderá en otras regiones de Belarús. Según los últimos datos, de momento cerca de 100 ciudadanos sirios pidieron refugio en la República de Belarús.

Los edificios de muchos pisos donde viven tres familias sirias están ubicados en la microrregión de casas nuevas. Cerca está una policlínica infantil, grandes centros comerciales, escuela, Palacio de Hielo, Palacio de Deportes Acuáticos. El lugar es realmente confortable. Acordamos encontrarnos cerca de la entrada con los jefes de dos familias sirias. Ya sé que ambos hablan el ruso bastante bien. Sin embargo preciso:

— Aprendió el idioma durante medio año de la vida en Gómel?

Resulta que Muhamed Ceco que llegó de Siria con su esposa y dos niños antes visitaba Moscú:

— Trabajaba allí durante un momento. Por eso hablo el ruso a nivel básico. Cuando propusieron establecerse en Belarús nos pusimos de acuerdo. Es que en nuestro país se desarrolla la guerra. Teníamos una casa, tienda — no se quedó nada. Somos kurdos. Así que es poco probable que hubiéramos sobrevivido. Hace dos años nos trasladamos a Líbano. Luego a Belarús. Su compañero de traslado Cebat Haisam que tiene esposa y dos niños también habla el ruso. En Járkov (Ucrania) estudiaba la farmacia. Dice que cuando después de la huída de Siria surgió la variante belarusa, entonces no pensaban mucho. En general, imaginaban bien adonde van:

— Entiendo a la gente local y puedo explicarme. Para mi esposa y niños claro que es más difícil. Por eso inmediatamente se apuntaron a los cursillos del ruso en una de las universidades locales.


Refugiados de Siria, Imad y Saza Ahmad, tienen cuatro hijos

La tercera familia que es numerosa tiene más dificultades en este sentido. Imad y Saza Ahmad tienen cuatro hijos. Están esperando su quinto bebé que será el primero en nacer en Belarús. Nadie de la familia habla el ruso. Sin embargo, me hice invitar a su casa. Los niños en seguida salen de las habitaciones. Los menores están dispuestos a platicar. Pregunto desde el umbral:

— ¿Qué tal?

Me responden en coro detrás de la espalda de su papá:

— ¡Bien!

Me recibe la dueña de la casa: una joven con cabeza cubierta. Muestra el piso espacioso. Imad sonríe:

— La casa es buena, las habitaciones son grandes. Lo más difícil es el idioma. Claro que poco a poco vamos aprendiéndolo. Ya puedo pronunciar los nombres de los platos.  

Imad es cocinero. Con el trabajo tuvo suerte casi inmediatamente. Su compatriota que hace mucho se trasladó a Belarús tiene en Gómel su restaurante. Le propuso una plaza vacante:

— No sólo encontré un trabajo. Tengo la ocupación que sé y que me gusta.

En el restaurante no ocultan: Imad es una excepción. Es no sólo responsable, consciente, amistoso sino profesional. Cocina tan bien que ya tiene sus clientes:

— Piden los platos en su interpretación.

En Gómel los sirios ya se aclimataron. Encuentran el parecido con su Patria. Dicen que el verano es como en Siria. Quizás unos cinco grados menos. Pero en lo que toca al invierno:

— Allá el frío también puede alcanzar menos 5 grados. La nieve claro que es una gran rareza. Pero no pasa nada, a esto también nos habituaremos.


El jefe de la familia, Ahmed Al-Fidii con su hija

De Yemen a las raíces belarusas

En los últimos años el centro de residencia temporal, adaptación social y rehabilitación de los refugiados de la ciudad de Gómel no está vacío. Aquí estaba mucha gente de diferentes rincones del mundo que buscaba la vida tranquila. Me familiarizan con la vida que espera a los migrantes forzados en el punto de emigrantes.

Las habitaciones espaciosas — pisos, muebles necesarios, camas nido. Los servicios sanitarios en la planta. Se ofrece también el pasatiempo. Cuentan los colaboradores del centro:   

— Los emigrantes llegan en familias. Hay muchos niños. Por eso disponemos de diferentes tipos de entretenimiento. Por ejemplo, hay clases de arte decorativo-aplicado. Nuestros vecinos muestran qué pueden hacer. Les enseñamos el arte popular belaruso.

Seguimos el pasillo. Cerca de una de las habitaciones encontramos a los nuevos habitantes de Yemen. Llegaron a Belarús hace dos semanas. El jefe de la familia Ahmed Al-Fidii levanta en brazos a su pequeña hija:

— Tenemos cuatro hijos. Por ellos abandonamos la casa. La guerra se acercó mucho. Los fuegos, explosiones. Tomamos la decisión de salvarnos. Pero Belarús la elegimos no por casualidad. Mi esposa es de aquí.

No logramos conocer a la esposa. Es el tiempo para llevar a los hijos a los cursillos del ruso. Los niños tienen que subir el nivel de conocimientos para ir a la escuela el 1º de septiembre:

— Decidimos no aplazarlo. Es importante que los niños se adapten para el nuevo ambiente lo más pronto posible, traben amistades. Desde los primeros días de la llegada estamos buscando el trabajo. Somos médicos. Soy cirujano, trabajaba en una clínica. Será necesario certificar mi calificación médica según lo exige la legislación belarusa. Espero que todo nos salga bien aquí.

Violetta Draliuk
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