El pintor Víktor Alshevski aspira a adelantar el tiempo

Así es el mundo paralelo

El pintor Víktor Alshevski aspira a adelantar el tiempo


En el taller del pintor están los grandes lienzos. Algunas obras ya están terminadas y tienen los cuadros de color dorado-plateado. Una de ellas por ejemplo, “Liga de Campeones” ocupa toda la pared. Cerca de otra pared están algunos lienzos sólo empastados. También son grandes. Aquí hay obras terminadas, pero sin cuadros. Al lado está un caballete con un lienzo que el pintor está creando ahora. Pues, a menudo Víktor Alshevski vuelve a las pinturas ya comenzadas. Así que el proceso creativo frecuentemente es imprevisible y original, y el tiempo es una categoría poco concreta. Reflejando lo visto en sus obras él a menudo se adelanta como si profetice algo. Pero las paralelas con el pasado casi siempre están presentes en las pinturas de Alshevski. Esto se refiere al ciclo de obras “La ciudad”, donde la arquitectura de Minsk está reforzada con las imágenes del pasado, la crónica de acontecimientos clave.


Víktor Alshevski pertenece a aquella generación de los pintores que entró en la vida creativa activa en los años 70 con las búsquedas de un nuevo lenguaje plástico. Su obra se basa en el carácter metafórico, la sinceridad espiritual, la plasticidad de figuras. El pintor es libre en interpretar el argumento, combina virtuosamente en una obra diferentes técnicas plásticas, reminiscencias del arte clásico y estética de las últimas décadas. No teme a experimentar, transforma libremente sus obras con ayuda de nuevos y tradicionales medios de expresión, aspira a revelar la esencia del hombre, reflejar su interés por los problemas del destino y el futuro…

En la última década Víktor Alshevski se convirtió en uno de los pintores más famosos de Belarús. Se expone mucho y con éxito. El reconocimiento llegado relativamente rápido no le molesta en su trabajo, sino es más probable que suba la autoexigencia. Con todo eso Alshevski no está aparte de otros pintores belarusos — sus cuadros siempre se incorporan de una manera orgánica a cualquier exposición. Un gran interés por sus obras lo muestran los supervisores de las galerías y los especialistas en arte de otros países.

Hace falta mencionar que el pintor en su obra tiene predilección no sólo por los sentimientos sino el juego del pensamiento, los esquemas intelectuales, los experimentos inesperados. Varía el contenido de la imagen, el sentido y su transmisión exterior. No, esto no hace sus lienzos demasiado racionales. La sensibilidad de las formas, especialmente las de retrato, que conservan la naturalidad viva de la percepción atrae a sus lienzos a los intelectuales y los espectadores de masas. La misma circunstancia garantiza al pintor el éxito constante fuera de Belarús.


“La creatividad hoy en día es imposible sin las tendencias estéticas, artísticas, filosóficas. La necesidad de la mayor apertura creativa se percibe a través del diálogo mutuo entre las culturas”, opina Víktor Alshevski. Pero este proceso incluye muchas sorpresas. Así, el grupo de pintores belarusos que participan activamente en los procesos artísticos mundiales no es tan numeroso como podría ser. El análisis de las exposiciones internacionales de la última década lleva a la conclusión que en estos proyectos participan más a menudo los mismos pintores entre los cuales siempre está Alshevski.

Es dudoso que alguien vaya a desmentir la suposición de que el pintor siempre perciba de modo fuerte el reconocimiento o no reconocimiento tanto en su país como en el extranjero. Mientras tanto, el mercado de arte europeo tiene sus leyes específicas. Experimentaba la universalidad de proyectos del modernismo, el carácter metafórico realista del arte. Observamos el movimiento global del arte contemporáneo, su capacidad de conservarse en diferentes condiciones culturales, políticas, sociales. No cada pintor famoso en Belarús puede declarar de modo argumentado que su obra puede entrar en los límites del mercado ilimitados y al mismo tiempo duros, encontrar el equilibrio figurativo y temático que se lea igualmente interesante en distintas situaciones culturales.

Hoy en día Víktor Alshevski logró hacerse representante del nuevo pensamiento artístico que incluye las imágenes generalizadas de la filosofía del pintor. Los temas de sus obras son fragmentos de la historia y la contemporaneidad arrancados del terreno de la realidad recta, el simbolismo que se lee a través de la espiritualidad de las imágenes y sirve de base para la filosofía particular del pintor.


El camino hacia la expresión de Alshevski tanto como de otros representantes de su generación no era fácil. La base del primer conocimiento artístico de la vida de esta generación se basaba en las antiguas prioridades, el academismo del pensamiento artístico. No todos de esta cohorte lograron encontrar la visión original de autor y la plástica del lenguaje artístico correspondiente a los requisitos contemporáneos. Aquellos quienes al fin y al cabo se portaron como creadores interesantes y extraordinarios estaban pasando un largo camino de lucha contra los estereotipos sociales.

La época de cambios siempre dificultaba la vida de las personas, especialmente creativas. Alshevski tuvo que no sólo vivir en tal época sino buscar su propio credo creativo, lugar en el arte, defender nuevas ideas artísticas. Los primeros pasos del conocimiento de la vida Víktor los hizo en la aldea, en los rincones pintorescos de la provincia de Moguiliov. Le siempre inspiraba la sabiduría rural y el respeto de la naturaleza y todo lo creado por el hombre que le pudo dar su madre. Hoy en día cuando el pintor toma un bolígrafo y apunta sus pensamientos en una libreta cubierta de cuero, muy gruesa como si orientada para los siglos, él recuerda el calor de las relaciones humanas en la niñez. Es aquel fundamento en que se basaban la perseverancia y la seguridad de cada su paso de la vida. La perseverancia — cuando tuvo que ingresar cuatro veces en el Instituto de Artes en la Facultad de Artes Monumentales. La seguridad — en sus deseos y tenacidad inesperados para un joven de la aldea.

El pintor Alshevski según sus mismas palabras — representante de una “nueva realidad” — se formaba durante varios años. Para él era una etapa de presentación a sí mismo como maestro que sabe generalizar el tema, que busca en las composiciones de muchas figuras el carácter metafórico del sonido general. Desde los primeros pasos en el arte él vivía de las ideas nacionales, tanto como sus amigos, jóvenes pintores, que identificaban a Belarús como una comunidad históricamente formada en el mundo.


Con todo eso siempre tenía afición por los retratos. ¿Qué podría ser más exacto que un retrato? El pintor capta exactamente el ente de la persona, sus hábitos, experiencia. Parte de una impresión emocional, una imagen que debe conmover, llegar al alma, atraer la atención. De eso vienen las figuras femeninas vivas y plásticas, los cuellos de cisne, las formas femeninas resaltadas y no ocultas. En las imágenes femeninas de los lienzos de Alshevski hay un matiz fino de lo poético que da el misterio y el atractivo a cada retrato.

Al pintor le gusta también hacer retratos de los hombres. Pero en ellos hay más exactitud, se siente más el carácter de un guerrero. Aquí siempre hay muchas manchas de colores, referencia de la profesión, huellas de la actividad y el carácter. La atención particular el pintor la presta a la mirada de la persona, sus ojos, el semblante, las manos.

La vida y obra de Víktor Alshevski siempre estaban acompañadas por la dialéctica del pensamiento y las ideas creativas. Le interesaba todo el mundo, la gente con sus pensamientos y destinos, las afecciones del alma, los viajes y el mismo arte. Parece que los acontecimientos tumultuosos en la vida del país no se detuvieron en el taller del pintor. No encontraban en su obra un reflejo directo. Pero sin duda se convertían en la base de reflexiones filosóficas.


Él siempre tenía una inclinación por los cuadros enormes, imágenes monumentales, composiciones no sobrecargadas de los detalles. Con el tiempo estas preferencias se desarrollaban cada vez más hacia lo emblemático y metafórico, y al fin y al cabo se convirtieron en la propia filosofía del pintor.

El símbolo más significativo para él es un caballero cubierto con la armadura. En algunos lienzos debajo de la armadura de los cojinetes se siente la vaciedad. Esto puede ser una fuerza poderosa invisible o su ilusión. Probablemente, como subrayó la especialista en arte alemana Barbara Eberhard en su reseña de la obra de Víktor Alshevski, esto habla de la incompatibilidad de los deseos y las posibilidades.

Hoy en día, el maestro determina su trabajo como “nueva realidad”. Los críticos occidentales siempre le adscriben a los surrealistas. El mismo pintor no se opone a esto, uno de sus cuadros lo dedicó a Salvador Dalí, donde en un fondo rojo está palpitando el corazón del famoso maestro. Pero la cuestión no consiste en el nombre de la corriente artística. Externamente nuestro tiempo no está presente en sus pinturas de ningún modo, pero en cada una de ellas está un complejo nervio pulsante de la contemporaneidad. Y de esto no se puede ocultarse en ningún lugar, ninguna otra realidad, ningún otro espacio.


En general, cada su lienzo es un enigma. Un desierto y un viajante que lleva sobre sus espaldas una iglesia. Un centauro lazado un minuto antes de caer a un foso sin fondo. Unos guerreros desarmados caminando lentamente a ciegas a través de un río inundado de luz lunar. Ícaro cayendo abajo que simboliza el desacuerdo entre los deseos del alma y las posibilidades del cuerpo. Un reloj como símbolo del tiempo y el espacio, aves — la gente, círculo — el huso de la vida, conchas — las casas, lechuzas — la sabiduría. Las figuras y las cosas reunidas pero no conexas a primera vista se perciben de modo irreal, como un mensaje cifrado. Las artes figurativas no pueden percibirse superficialmente, considera el pintor. Y un cuadro es no una simple copia de la forma exterior. El pintor da a entender que la percepción del sentido de sus lienzos depende en mucho de la imaginación de la misma persona. Con eso empuja al espectador a la idea de que no hace falta empobrecer su percepción del mundo, concentrarse en los estereotipos, sino es necesario dar la libertad a su propia fantasía, confiarse en su intuición y sentimientos.

Hoy en día Víktor Alshevski no simplemente crea una imagen artística. Es su propia concepción del mundo, su experiencia a través de que él hace el diagnóstico al tiempo. Su filosofía se basa en las impresiones personales formadas durante los viajes, gracias a lo leído y lo pensado.

En los años noventa, comienza una nueva etapa creativa de Víktor Alshevski. Se refiere a la historia del mundo, se basa en una serie hermosa “Cartas del tiempo”. Lo que el maestro considera calificativo para la historia lo saca del contexto del tiempo y de la situación arquitectónica. Las cúpulas y las columnas, las fachadas y los portales, las esfinges y las pirámides, la Plaza de San Pedro y la Torre de Pisa, la arquitectura de Belarús, Rusia, Italia, Francia, Egipto... Alshevski a menudo no centra la atención en la precisión absoluta o el reconocimiento, para él los monumentos no se convierten en una parte del paisaje — son huellas, signos de la actividad humana, ilusiones y nuevos fenómenos del tiempo y el espacio. Y cada signo, figura, gesto se convierte en un hilo que lo une con él mismo, con la fijación de su propio lugar en el mundo, con la filosofía de la vida.


Sin embargo, Víktor Alshevski es realista. Posiblemente alguien al familiarizarse por primera vez con su obra puede discutirlo. Pero es así. Por ejemplo, en la exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes había una gran cantidad de retratos pintados en diferente tiempo. Son retratos de las personas reales que conocía bien el autor. Pero en cada retrato junto con el parecido realista de la persona hay algunos elementos que se puede llamar como símbolos. Es la forma de pintar que durante tantos años confiesa Víktor Alshevski. Puede unir en un lienzo la imagen de un coetáneo con un prototipo histórico, subrayando con eso la conexión de los tiempos. A menudo él pinta a sí mismo vestido de armadura caballeresca. Pero es también una imagen con la que el pintor se une personalmente. Sí, a menudo él se niega en su obra a algunos detalles secundarios. Pero lo principal siempre está pintado muy detallada y minuciosamente.

Un caballero a cara descubierta — así parece Víktor Alshevski en la obra y la vida. Sí, a menudo en sus obras están presentes las imágenes de los caballeros. La mayoría de ellos no tiene caras, los yelmos están cerrados herméticamente. A primera vista estos caballeros parecen a los objetos despersonalizados, personas sin alma. Pero precisamente los accesorios medievales ayudan al pintor a expresar sus pensamientos sobre el lugar del hombre en el mundo contemporáneo, a veces su soledad entre los coetáneos. Es también su manera de ver la realidad.

Casi cada pintura de Víktor Alshevski es un misterio. A primera vista en el lienzo las siluetas y objetos no unidos entre sí se perciben irrealmente, como un mensaje cifrado. Pero la verdad de sus obras la podrá ver sólo el que pueda leer más a fondo su contenido. El espectador cerca de las pinturas de Alshevski siempre tiene un gran campo para la imaginación: para algunas reflexiones personales. A esto provoca el autor. Él considera imposible imponer a alguien sólo su propia percepción del mundo y centrarse en los estereotipos. Hace falta dar rienda suelta a la fantasía, intuición, sentimientos. Es la única manera de entrar en el mundo diverso de la filosofía y la creatividad.


Sin dudar, Víktor Alshevski mira al mundo filosóficamente. Ya en una conversación habitual él a menudo pasa a un tono filosófico: vincula dialécticamente y explica el significado de las cosas, la lógica de su origen. En una palabra, es filósofo de vida. Aunque es pintor de profesión. Pero quita lo valiente, más bien al revés: estos dos lados ayudan en el arte a seguir un camino consciente, presentando a sí mismo como autor de modo vivo y original, y dedicarse a un nuevo asunto con dignidad.

Me entrevisté varias veces con Víktor Alshevski en su taller. En las paredes están las pinturas. Algunas son muy grandes y simbólicas, otras son de casa y calurosas. No obstante, el pintor Alshevski es un gran monumentalista. Le gustan grandes formas, adiciones de oro, símbolos, principalmente el caballero cubierto con la armadura y su dama con un lirio blanco. Como regla, intenta salir de los límites tradicionales del cuadro, corta los ángulos, divide el lienzo en unas partes, añade las cúpulas arriba… Pero lo más principal es que Víktor Alshevski considere a Belarús como una parte del mundo abierto, donde la gente está interesada en las calles romanas, las pirámides egipcias, los fiordos noruegos y las iglesias belarusas. Así es la filosofía del pintor.

Para él la búsqueda de su propia expresividad figurativa ya hace mucho se convirtió en la base de la creatividad. El pintor es libre en interpretar los argumentos, combina virtuosamente en una sola obra diferentes técnicas plásticas, reminiscencias del arte clásico y estética de las últimas décadas. No teme a los experimentos creativos, transforma libremente sus obras con ayuda de medios nuevos y tradicionales. Víktor Alshevski aspira a revelar la esencia del hombre, mostrar su interés por los problemas del presente y el futuro. El maestro levanta el velo de un mundo fantasmagórico y su propio “yo”, centra la atención en los signos en que se esconde su actitud personal hacia la comprensión de los valores eternos de la vida.


No es extraño que las obras de Víktor Alshevski sean pegajosas. Las dimensiones grandes, imágenes monumentales, atención a los detalles simbólicos, deseo de ir más allá del plano tradicional del cuadro, crear una cosa espacial — todo eso le caracteriza como a una fuerte personalidad creativa. Eso evidencia también la individualidad del estilo artístico de Alshevski, su comprensión filosófica de la vida, su interpretación fina y penetrante, la amplitud de ideas artísticas del pintor y la madurez de su maestría profesional.

“El arte hoy en día es inconcebible fuera de las tendencias mundiales estéticas, creativas, filosóficas. La necesidad de mayor apertura creativa se percibe a través del diálogo entre las culturas”, opina Víktor Alshevski.

Por supuesto, Víktor Alshevski logró convertirse en un representante del nuevo pensamiento artístico que incluye en su comprensión las imágenes generalizadas de la cultura mundial. Los temas de sus obras son fragmentos de la historia y la contemporaneidad apartados de la realidad recta, el simbolismo que se lee a través de la espiritualidad de las imágenes y sirve de base para aquella misma filosofía original del pintor.


Los primeros pasos del conocimiento de la vida Víktor los hizo en la aldea, en los lugares pintorescos de la provincia de Moguiliov. Su patria chica es la región de Belynichi. Son los mismos lugares donde nació el famoso pintor belaruso Vitold Bialynitski-Biruliá — uno de los fundadores más destacados de la corriente realista en las artes plásticas de Belarús. Víktor Alshevski aprecia el hecho que el destino le prescribió tal parentesco geográfico y espiritual con el gran maestro de la pintura nacional. Se esforzaba por ser un buen seguidor de su famoso compatriota. Y esto Víktor Alshevski lo alcanzó.

En su colección “Leyendas de nuestra civilización” hay cincuenta lienzos pintorescos. Tan gran proyecto Víktor Alshevski lo realizó por primera vez hace unos años. No es sorprendente que el proyecto comenzara en la patria chica del pintor. Es también una parte de la civilización. Posiblemente no es tan material, histórica, pero lo que es más principal es espiritual. La exposición se celebró con éxito en las ciudades regionales de Belynichi, Shklov, Kríchev, Osipóvichi, Bobruisk, fue presentada también en el centro provincial. La concepción de “Leyendas de nuestra civilización” como la veía el mismo autor son leyendas de las ciudades pequeñas y grandes de la Patria y quizás de toda la civilización. Pero en primer lugar, aquel proyecto fue dedicado a la región natal rica en su historia, personas interesantes, belleza espiritual. La sensación de la conexión espiritual con la patria chica daba fuerzas creativas al pintor. Logró revelar lo que agitaba a la gente simple de los rincones perdidos que vinieron entonces para familiarizarse con sus obras.

Luego había un proyecto “Fragmentos de la Torre de Babel” en que el pintor también intentaba expresar las aspiraciones del hombre al conocimiento. La civilización según su opinión, es la unidad de culturas originales. No es casual que en las obras de Víktor Alshevski se vean cerca las torres de un antiguo castillo belaruso en Mir y los contornos de las pirámides egipcias. El maestro viajaba mucho, por eso llevó a su lienzo todo lo visto una vez. Pero él obligatoriamente reaprecia lo reflejado en su alma, lo recordado, lo que no le suelta desde la niñez. A pesar de todo, las imágenes simbólicas de la historia belarusa siempre encuentran en sus obras un digno lugar entre la historia universal.


Se recuerda una exposición más en el Museo Nacional de Bellas Artes. Era un proyecto creativo del pintor formado por siete cuadros pintorescos dedicados a Minsk. Cada obra tenía su propio argumento y daba al espectador la posibilidad de participar allí en la exposición en la comprensión filosófica y la percepción de lo visto. En sus obras Víktor Alshevski reproducía con gran exactitud la mezcla en la arquitectura belarusa de relieves ornamentales con formas geométricas. Esto según la opinión del maestro, fue capaz de crear la impresión de símbolos inconfundibles de la cultura nacional. El nombre y la idea principal de la exposición Víktor Alshevski los explicaba entonces de modo siguiente: “Bélaya Rus es limpia, original. Bélaya no es por falta de la historia y cultura del pueblo. La particularidad de la mancha blanca consiste en la espiritualidad, resistencia a la violencia y la destrucción. La fuerza del espíritu del pueblo belaruso está en el renacimiento, cuando varias veces Minsk y todo el país se levantaban de las cenizas en la imagen del ave Fénix”.

El proyecto de Víktor Alshevski “Una mancha blanca en el centro de Europa” interpretaba claramente la profundidad de los pensamientos del autor y revelaba la imagen de toda la época a través de los símbolos arquitectónicos más conocidos de Minsk, completándolos con los ritmos vivos de los argumentos de la vida de los coetáneos. El sentido del proyecto creativo y en cierto grado innovativo “Una mancha blanca en el centro de Europa” se podría expresarlo de otra manera: es el arte y la realidad en el contexto de la formación de la mitología contemporánea. No es un secreto que en la actualidad el progreso tecnológico en cierto grado aisló la conciencia del hombre al convertirlo en un rehén de su individualismo hipertrófico. Con todo eso en el último siglo la construcción de artes gráficas clásicas se somete a la destrucción: los proyectos creativos ya son de masas donde el espectador es actor y coautor de lo que pasa. La vida cotidiana se convirtió en una nueva forma de la automanifestación creativa. Sí, el arte dejó de vivir sólo en el espacio cerrado de las galerías y los museos, abrió las puertas y salió a las calles, plazas y estadios de las metrópolis. Este proceso forma una constante búsqueda de la verdad, provoca el conflicto de tradiciones, efectos de representación, nuevos descubrimientos y pensamientos filosóficos.

Es necesario destacar una vez más que el proyecto creativo “Una mancha blanca en el centro de Europa” fue dedicado precisamente a una ciudad hermosa en el centro de Europa — Minsk. El proyecto plasmaba también la idea del autor de que la historia multisecular de la tierra belarusa siempre estaba llena de grandes acontecimientos y tradiciones culturales.


— Nos admiramos de San Petersburgo y Moscú, París y Londres, Roma y Barcelona… Pero volviendo de los viajes no dejo de sorprenderme con la belleza incomparable de nuestro Minsk cubierto en diferente tiempo de la nieve blanca, follaje otoñal o verdura de mayo. Y continuando la creación de la colección de obras dedicadas a esta ciudad quisiera que otros la conozcan y tanto como yo la admiran.

Así es la filosofía del pintor. Por lo demás, es un objetivo bastante real. Es un buen objetivo para el cual vale la pena crear.

Víktor Alshevski (de una conversación en el taller):

— Creo que pronto haré una exposición de obras (unos 20 lienzos) dedicadas al período soviético de la arquitectura de nuestra avenida principal de Minsk — avenida Nezavísimosti. Si tomar el tema de “Torre de Babel”, entonces seguiré desarrollándolo…

Además, habrá un ciclo de obras “Museos del mundo”. Es un temario también muy interesante: algunos cuadros Víktor los mostró exclusivamente. Y de nuevo hay una decisión original típica para el autor — aspira a adelantar el tiempo y penetrar en algunos mundos paralelos.

Víktor Mijáilov
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