Las prendas –hechas en el estudio, “Rodny Kut”– gozan de mucha popularidad

A la gente se le encanta seguir el destino de otras personas

Antón Talashko casi no se parecer a sus contemporáneos. Él no se preocupa por tener aparatos modernos y a él no le interesan en absoluto los partidos de la etapa de grupo de la Liga de Campeones. El joven de 23 años de edad, una vez graduado de la Universidad Nacional Técnica Sukhoy de Gómel, decidió regresar a su pueblo natal de Malorita. “El dinero para mí no es muy importante. Para mí es mucho más importante hacer lo que me da la gana”, confiesa Antón.


 En su tierra natal el joven enseña ingeniería eléctrica en el liceo agrícola, y pasa todo su tiempo libre en los museos o bordando en una máquina. Su principal interés son ornamentos tradicionales belarusos, que él utiliza para decorar camisetas y delantales. Antón está convencido de que lo tradicional y lo auténtico puede ser también moderno. Al ver sus obras, uno siente lo mismo.

— Hace ocho meses atrás, en una feria vi camisetas bordadas. Me gustó mucho la misma idea y quise hacer algo propio, cuenta el muchacho. Hacer una impresión en la camiseta resulta ser demasiado sencillo y poco interesante. Por lo tanto, decidí bordar en las prendas los ornamentos tradicionales belarusos utilizando una máquina de bordado. Claro que al principio no sabía usarla y la ayuda de mi madre en este caso a mí me sirvió mucho. Tuve por tarea hacer cosas no sólo bonitas, sino también promover la riqueza y diversidad del traje belaruso.

Al principio Antón se dedicó al diseño de las camisetas tradicionales, pero muy pronto dejó de implementar esta idea, pues quería hacer algo auténtico, cómodo y moderno. Resultó que los ornamentos tradicionales belarusos se ven muy bonitos en la ropa casual. Para obtener ideas para sus obras Antón acudió al Centro de Artes Populares de Malorita.

— Habiendo vivido toda mi vida en el pueblo de Malarita, pasé por allí sólo de dos a tres veces. Ni siquiera imaginaba cuántas cosas muy interesantes tiene nuestro Centro de Artes Populares. Cabe destacar que las prendas de Malorita son muy originales. Pueden revisar cualquier libro dedicado a la historia del traje belaruso, y van a encontrar mucha información sobre el pueblo de Malarita. Por ejemplo, en la anual fiesta ya tradicional, “Dozhinki”, nuestra región presentó unos 80 trajes diferentes. Es sorprendente, pero entre ellos sólo dos trajes son de hombre, se sonríe Antón.


El diseñador de las prendas inusuales hace fotografías de ornamentos en los museos, los está buscando también en Internet y en la literatura temática, y luego los pasa a su computadora con la ayuda de un programa especial. Es un trabajo muy minucioso. “Cada vez, trabajando sobre uno u otro ornamento, siento gran orgullo por el talento y la paciencia de nuestros artesanos. Ni me imagino la cantidad de tiempo que ella gente ha pasado para crear un ornamento. Me parece que lo haya hecho principalmente en invierno, cuando no tenía que trabajar en los campos”, supone Antón.

Para hacer bordado en una camiseta Antón necesita unas tres horas. En total, el joven “digitalizó” en torno a 130 ornamentos tradicionales belarusos. Antón Talashko dice que cada prenda suya es única. “Los bordados de las camisetas no se repiten nunca. Son completamente diferentes. Cada cosa bordada es un producto exclusivo”.

Las prendas –hechas en el estudio, “Rodny Kut”– gozan de mucha popularidad. Se las piden a través de Internet, las compran en las ferias y durante los conciertos. La ropa –hecha por el entusiasta de Malorita– se la adquieren las personas de todas las edades de todo el país e incluso del extranjero.

A Antón se le agrada e inspira la popularidad de sus prendas al estilo nacional: “Estoy doblemente satisfecho cuando una persona pone una prenda con el ornamento tradicional belaruso conscientemente, y no sólo porque está de moda. Si la gente entiende que los ornamentos es parte de nuestra historia, se dará cuenta de que es algo que une a todos los belarusos, no importa donde viven. Es agradable cuando las personas tienen distintos intereses y objetivos en la vida y no sólo sueñan con comprar el último modelo de teléfono”.

Recientemente a Antón lo han pedido bordar el ornamento tradicional belaruso en el vestido blanco de novia. Esta idea le vino una vez al visitar el Centro de Artes Populares de Malorita. Salió un vestido no sólo hermoso, sino también muy original y relativamente barato. En cualquier caso, es mucho más barato que los vestidos de novia de los salones.

Sin embargo, Antón no considera negocio su oficio, sino un proyecto social. Sería mucho más fácil ganar haciendo camisetas con estampados. Pero el joven tiene otro objetivo: “La gente se va de este mundo. Se pierden sus habilidades y se interrumpen las tradiciones. Me gustaría preservarlas y hacer llegar a todos los rincones del mundo, pues nuestra cultura es muy rica. Lamentablemente, muchos ni siquiera lo saben”.

Datos de la biografía

Antón Talashkon, de 23 años de edad, graduado de la Universidad Nacional Técnica Sukhoy de Gómel. Además de eso, es el profesor de ingeniería eléctrica en el liceo agrícola del pueblo de Malorita. Este año se ha hecho el artesano y ha fundado el taller, “Rodny Kut”.

Además de eso, Antón ganó el premio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de subvención para la ejecución de proyectos sociales: la conservación y promoción de los ornamentos tradicionales belarusos, la fabricación de ropa original para clubes deportivos, equipos juveniles y así sucesivamente.

Opinión experta

Valentina STRUNETS, directora del Centro de Artes Populares del pueblo de Malorita:

— Todo lo que hace Antón Talashko merece ser respetado. Últimamente ha sido mostrado poco interés hacia los ornamentos nacionales. La ropa tradicional belarusa es vista como algo de naftaleno del botequín de la abuela. A su vez, Antón con sus obras demostró que lo tradicional podría ser también moderno. Es de doble agrado el hecho de que las prendas con ornamentos tradicionales belarusos se ponen cada vez más populares entre las personas jóvenes de nuestro país.

Pavel Lósich
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